Sintiéndonos parte de la Iglesia comprometida con la paz que brota de la justicia, miembros de diferentes comunidades católicas de inspiración ignaciana y afines, nos hemos reunido en oración, a la luz de nuestra fe en Jesucristo, para discernir los últimos acontecimientos ocurridos en nuestro país. La pregunta acuciante de qué nos quiere decir Jesús en estos acontecimientos nos lleva a expresar cuanto sigue:
1. Nos impulsa nuestra fe en Cristo Jesús, Dios encarnado, que espera nuestra ayuda en tanta gente que vive hoy sin trabajo, sin salud, sin educación… Jesús sufre en medio de la pobreza de casi dos millones de paraguayos.
2. Reflexionando en la legalidad o no del juicio político sometido al presidente constitucional de la República del Paraguay, Fernando Armindo Lugo Méndez, concluimos que tal juicio puede que sea legal, pero no fue ni legítimo ni justo. Los contenidos (acusaciones genéricas basadas en opiniones refutables) no han respetado el fondo y la razón de ser de un juicio político, lo cual llevó a la ejecución de una sentencia predeterminada, violando preceptos constitucionales y de Derechos universalmente aceptados.
3. Nos indigna la manipulación de los Medios comerciales de Comunicación Social, que siguen engañando con medias verdades y falsedades, manipulando la información siempre a favor de los grandes intereses económicos de grupos que acaparan las riquezas y tierras de nuestro país.
No nos dejemos engañar. Rechacemos sus medias verdades manipuladas. Sepamos discernir los signos de los tiempos en la coyuntura actual.
4. La desgraciada masacre de Curuguaty, ha sido sólo la chispa que pareciera estaba dispuesta para poner en marcha la tensión social y política a la que las autoridades siguen exponiendo a todo el país. Si bien ahora en proceso de investigación por las autoridades judiciales, percibimos este hecho como si se tratara de una estrategia programada que desencadenó en una tragedia.
No se trata sólo del cambio de un presidente, se trata sobre todo de la reafirmación y fortalecimiento de un sistema creciente de acaparamientos altamente egoístas, a costa de la miseria de millones de personas y de la pérdida de nuestros recursos.
5. Creemos que la tierra es un don de Dios para todos sus hijos e hijas. Todos los ciudadanos tienen derecho a un pedazo de tierra donde vivir y, si son campesinos, del que vivir. Defendemos el derecho de propiedad como un derecho subordinado a otros derechos como el Derecho a la Vida y al uso solidario de los bienes, de forma que la prosperidad y vida digna llegue a todos y todas. Por ello es fundamental una Reforma Agraria que permita que los latifundios puedan ser redistribuidos equitativamente y con la debida preparación.
6. No aceptamos la vuelta atrás de este proceso que, con sus luces y sombras, ha ampliado las políticas sociales en beneficio de los más pobres. Queremos seguir luchando por la dignificación de toda persona humana, para que haya trabajo para todos, para que la propiedad sea repartida equitativamente, para que el proceso de democratización se siga consolidando, para que haya un respeto total a las ideas y las organizaciones de todos.
7. Animamos a todos a seguir manifestándonos por los medios pacíficos que estén a nuestro alcance, para hacer escuchar las voces que este sistema busca acallar, las voces de los más pequeños y excluidos del sistema, en quienes reconocemos a los preferidos de Cristo.
Asunción, 26 de junio 2012
Comunidad de Vida Cristiana (CVX)
Movimiento de Profesionales Católicos (MPC)
Movimiento Eucarístico Juvenil (MEJ)
Hermandad de San Roque González