En su sermón de investidura, Ortega Dopico, basándose en el texto bíblico de Marcos, en el cual el joven rico dialoga con Jesucristo para saber lo que tiene que hacer a fin de heredar la vida eterna, expresó que “Jesús le respondió al joven que una cosa le faltaba y eso es, sin dudas, el compromiso. No bastaba con que el joven cumpliese, tenía que darse más, entregarse más, comprometerse más (…) es por eso que este es un pasaje de esperanza que nos dice, sin rodeos, que sí se puede, que es posible. Que es posible que pentecostales e iglesias históricas estemos unidos, que es posible que las generaciones que nos han precedido y nos han inspirado, y las generaciones jóvenes de hoy estemos unidos; que es posible que hombres y mujeres, blancos y negros, cubanos todos, estemos unidos, aún creyentes y no creyentes, porque Dios nos llama a ser su pueblo”.
La nueva presidencia para el período 2012-14 está integrada, además, por los vice presidentes y reverendos Osmany La O, de la Iglesia de Dios Ortodoxa; Ernesto Bazán y Antonio Santana, ambos de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba (FIBAC); Yakelín Sánchez, de la Iglesia Evangélica Libre; Bárbaro González, de la Iglesia Apostólica de Jesucristo; y el teniente del Ejército de Salvación Pablo Vega; además de la pastora Arizaida Silvente, de la Iglesia Cristiana Pentecostal, como secretaria de actas y como tesorero, el reverendo Armando Rusindo, de la Iglesia Morava en Cuba.
Al culto de clausura acudieron la Jefa de la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Caridad Diego Bello y María de los Ángeles Pérez, también de esta oficina que se ocupa del ámbito evangélico, además de familiares de los cinco cubanos presos en los Estados Unidos por luchar contra el terrorismo hacia Cuba.
Al concluir la cita se hizo pública una declaración, emitida por esa asamblea, donde se expresa que “Al reunirnos para considerar aquellas materias propias del funcionamiento de nuestra organización, no podemos ignorar el entorno local e internacional en el cual desarrollamos nuestro trabajo y misión, y tenemos nuestros compromisos.
“Es nuestra preocupación principal las actuales amenazas a la paz mundial. El fruto más preciado de la justicia siempre será la paz. La justicia y la paz son un don y una bendición de Dios para la humanidad y para toda la Creación. El mayor enemigo de la paz es la avaricia de las personas y las naciones que no respetan los derechos del ser humano y de otras naciones. La avaricia es el mayor pecado de los que se rebelan contra los propósitos de Dios de paz y bienestar para todo el género humano. El pecado de la avaricia se manifiesta en la acumulación de riquezas y de poder por parte de unas pocas personas y naciones, en detrimento de las grandes mayorías de los pueblos del mundo. El método de la avaricia es el lucro desmedido con desprecio por los derechos de la humanidad a una vida digna.
“Por lo que el Consejo de Iglesias de Cuba condena la injusticia y la avaricia que practican aquellas naciones poderosas, especialmente las que han desatado, en los años más recientes, guerras para el saqueo de los recursos naturales de naciones empobrecidas, y por el control de sus territorios estratégicos, en una puja por el dominio total del mundo, y que, irresponsablemente, lo llevan al borde de un holocausto nuclear global”, expresa el documento, mientras, en otro apartado, habla de la labor mancomunada entre este organismo y el Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo, en los Estados Unidos, con el cual se ha trabajado “estrechamente para propiciar un clima de paz y entendimiento, para que podamos alcanzar, en un futuro no muy lejano, la normalización de las relaciones entre nuestros dos países vecinos, dentro de los cuales nuestras iglesias comparte una historia común”, razón por la cual, en diciembre de 2011, ambos consejos se pronunciaron, mediante una Declaración Conjunta y en ocasión de la visita a Cuba de una alta delegación de ese organismo, a fin de dar continuidad a ese propósito.
También en sus palabras, el nuevo presidente del CIC comentó que “Tenemos que aprovechar estos momentos para pensar. Y debemos analizar cuestiones fundamentales como ¿qué nos falta para reconstruir nuestro proyecto social? ¿Qué nos falta como Consejo de Iglesias para reconstruir nuestro proyecto eclesial? ¿Qué nos falta encontrar como familia cubana? ¿Qué nos falta en el camino ecuménico? Dice el texto bíblico que este joven se fue triste, porque no podía hacer lo que le faltaba. Pero nosotros no, nosotros tenemos y vivimos con la esperanza de que nada es imposible para Dios, de ese Dios que nos dice una y otra vez: ¡Sí se puede!”.
(Nota confeccionada con la colaboración de Aymara Cepeda)
por: JOSÉ AURELIO PAZ