El CREA (Como realizo Educación Ambiental) se aproxima a sus 20 años. Ese espíritu de cercana celebración inundó los días del 16 al 18 de marzo, cuando comunidades de San Cristóbal, en Artemisa, abrieron sus puertas a diferentes talleres, acciones culturales, conversatorios, recorridos por barrios, que mostraron el impacto de este proceso en el territorio y la intención de involucrar también la creatividad juvenil. Esta experiencia, que ha acogido la Red de Educadores y Educadoras Populares (EP) en la localidad, cuenta con potencialidades para dinamizar la vida comunitaria, y después de casi dos décadas, con desafíos impuestos por los nuevos tiempos.
Los talleres realizados durante esos días fueron diversos. Hubo algunos referidos al teatro, la pintura, a mujeres creadoras y la artesanía, a la música; otros se enfocaron en la prevención y la salud como gerentovida, Súmate a la vida; de acuerdo con las características de la zona y las acciones de espeleología que se desarrollan no faltó la oportunidad de pasar por encuentros sobre zoología y corales, cavernas, topografía. También se presentó el proyecto Mapa Verde. Tuvieron lugar un intercambio entre educadores y educadoras del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, quienes persisten en aprender y desbordar sus saberes- y esta vez dialogaron sobre la educación popular y sus aportes-, y un taller sobre desarrollo sostenible, que dejó el compromiso de volver a instalar algunos calentadores solares en el área. Un encuentro sobre contexto cubano tuvo su espacio. En una escuela primaria aconteció un taller con adolescentes y jóvenes, a los que principalmente se dedicaron estas jornadas.
Sin lugar a dudas, el CREA ha ido con el tiempo ganando fortalezas, que se evidencian, precisamente, en ese arcoíris de propuestas de trabajo comunitario, donde diferentes instituciones y organizaciones colaboran junto a grupos gestores en pos de cambios locales y de enriquecer la cultura de participación. Y ello se ha debido también a la creatividad y capacidad movilizativa de educadores y educadoras populares del lugar para mantener la iniciativa y fomentarla durante todo el año hasta marzo, cuando sucede este tiempo de feria, revisión y proyecciones.
Quienes alientan el espacio CREA también han vivido varios procesos formativos. Por esa razón, aun con resultados visibles hoy, se inquietan por profundizar impactos desde esta experiencia y otras, que sigan contribuyendo al desarrollo local, y por cualificar, extender la educación popular en ese quehacer. En esta ocasión hubo avances en ese sentido.
En primer lugar, se incluyó un encuentro de los miembros de la Red EP como parte del programa que sirvió para organizar aún más el trabajo territorial y dialogar en torno a cómo potenciar desde este tejido una iniciativa reconocida y enraizada ya allí como el CREA.
Por otro lado, si bien la feria de experiencias, momento habitual en estas jornadas, y los talleres dieron una panorámica de la diversidad del trabajo comunitario, se indagó, desde la coordinación, por los aportes de cada proyecto al desarrollo local, la metodología que los sustentan, por cambios a realizar en ellos en función del contexto y propuestas de entrecruzamiento entre todas estas acciones. En la devolución, se reconoció la importancia del diálogo entre las diferentes iniciativas, de las relaciones horizontales en el trabajo conjunto, de la formación en EP y de seguir educando en el cuidado del medio ambiente. Además para los estudiantes que visitan el CREA, casi siempre provenientes del Pedagógico Enrique José Varona, según apuntaron, esta es una oportunidad de adentrarse en el trabajo comunitario o de campo, como también lo llaman, tanto para enriquecer la práctica de su profesión, como para la investigación, donde sobresalga el saber y los aportes de las comunidades. Un desafío es lograr una integración más efectiva de ellos y ellas en este proceso.
Hubo talleres, de acuerdo con algunos y algunas, que precisan un diseño más dinámico, que movilicen a los participantes a abordar sus opiniones y propuestas. Así pasó con Cuba hoy, por ejemplo, un taller que arrojó luces sobre las relaciones Estados Unidos-Cuba, el escenario latinoamericano y cubano. Fue una actualización, ciertamente provechosa, que pudo dejar todavía más explícitas las aportaciones de la comunidad ante los cambios en la isla. Pero, como se coincidió, esta vez se dieron nuevos pasos, y las ideas que surgieron se convierten en retos para próximos encuentros…
Uno de los momentos que más se agradeció fue la visita al Consejo popular Martí, lo que mostró la intención de quienes gestan el CREA de volver sobre estos barrios donde se ha trabajado intensamente y donde son visibles las transformaciones promovidas por el accionar comunitario. Las calles del Martí fueron tomadas por los participantes.
A principios del 2000, empezó en esta zona el trabajo como parte del CREA. Todavía se recuerda cómo se logró la pavimentación de algunas áreas y la reanimación de la comunidad. Sin embargo, es necesario “volver a entrar con fuerza”, como dicen algunos y algunas. Desde el 2013, se retoma poco a poco aquí la labor comunitaria.
Para la maestra Yaima Mesa, integrante del grupo gestor en esta localidad, las principales actividades se concentran en el trabajo con niños y niñas, adolescentes y jóvenes; la higienización, el rescate de valores. Sin embargo, es preciso hacer más, “esta es una comunidad que ha perdido su identidad a raíz de la desactivación del central azucarero que le da nombre”, comenta ella. Existen problemas con el empleo, pues muchas personas laboraban en el central, y aunque se hizo una bombonera, una base de producción agropecuaria, y el cultivo de la caña sigue ofreciendo trabajo, solo el 40 o el 50% de la comunidad se ha insertado a estas iniciativas. Para miembros del CREA, es importante también el apoyo de los órganos locales en cada una de las iniciativas que el grupo gestor del Martí diseña.
Para sus 20 años el CREA se propone profundizar el acompañamiento a experiencias en consejos populares como este, para lo cual podrá contar también con aliados como la Asamblea del poder popular en San Cristóbal, y la Red formada en el territorio. Esa será otra conquista en una localidad donde pervive la fuerza movilizativa. Esas dinámicas de organización, de integración, tanto de los espacios más naturales e históricos de participación popular como de los que van surgiendo son potencialidades de este proceso, lo cual deja, a su vez, un impacto en quienes llegan cada marzo desde diferentes lugares.
En esta ocasión, los poblados Mango Jobo y Los Pinos resultaron los anfitriones. Las casas de vecinos y vecinas fueron un cálido hospedaje para educadores y educadoras populares, estudiantes extranjeros y cubanos, otras y otros interesados en conocer el CREA y su magia para mantener en movimiento a estas comunidades.
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