_Entonces durante siete días dimos siete veces vueltas al lugar, y los siete sacerdotes tocaron las trompetas, y otros siete cargaron las bocinas y se escuchó la voz del líder cuando dijo: “Ahora todos/as a gritar porque Dios nos ha entregado este lugar…” y cayeron “los muros”, y se “salvó la ramera y su familia…_” Libro de Josué capítulo 6.
Transfiriendo las imágenes, las cifras y los códigos que cuenta la historia hebrea, el pastor Obed Erelio Martínez Lima, de la comunidad de la Iglesia Morava en Jagüey Grande, nos llevó este domingo 22 de abril, a centramos en la celebración del 25 aniversario del Centro Memorial Martin Luther King. No hay causa que sea justa y de amor que no lleve, aún con muchos sacrificios y empeños constantes, a la total victoria sobre el mal. Dios había dicho a Josué: “Solamente esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes, porque tu Dios estará contigo en donde quiera que vayas…”
Entre anécdotas, oraciones, preguntas y respuestas, cantos y alabanzas, celebramos un culto de acción de gracias a Dios por la vida, la obra y el futuro de esta importante institución ecuménica cubana que tanto ha enriquecido la comunión y la fe de cristianas y cristianos cubanos haciéndonos más compatibles con nuestra historia y nuestra sociedad.
La celebración tuvo su punto culminante cuando después de haber disfrutado de una presentación y exposición de materiales editados por la Editorial Caminos, cada participante fue colocando sobre una hoja en blanco palabras y frases que confirman los propósitos, líneas de trabajo, objetivos e impactos que el Centro ha mantenido durante su primer cuarto de siglo de existencia, mientras expresaban lo que significaba para ellas y ellos: solidaridad, amor, amistad, fe, justicia social, equidad de género, misericordia, persistencia, perdón, paciencia, encuentro, respeto, comunión, comunicación, paz, no violencia… Aquí tampoco faltaron emotivas palabras de la pastora Sara Lima y del diácono Eduardo Pedraza, mientras la estudiante Sandra Saavedra comentaba lo mucho que aprendió en uno de los talleres teológicos al que asistió.
¡Gracias, Dios, por el Centro Martin Luther King, por sus líderes indiscutibles, por el sacerdocio de Raúl Suárez, por las trompetas, por el arca sagrada y, sobre todo, por la fuerza pujante del pueblo que de día y de noche se ha sumado a sus gritos por siete y más veces para ayudar, salvar y acompañar lo que estaba perdido!