“Tenemos la ilusión de tratar de impulsar su desarrollo entre los países del ALBA”, aseguró Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), en las palabras finales del V Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual, que sesionó esta semana en La Habana.
En un inicio, se trata de desarrollar la educación sexual en Venezuela “desde una perspectiva de derecho”, con especial interés en los derechos sexuales reproductivos y la promoción de una cultura de aceptación y no discriminación de la población sexual diversa, dijo a la prensa Graciela Ramírez, defensora del Pueblo de ese país.
El acuerdo, firmado el viernes, prevé la capacitación de unos 800 funcionarios de la Defensoría del Pueblo de Venezuela por especialistas asignados por el Cenesex. Un esfuerzo similar, pero más centrado en el tema del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida), fue acordado el pasado año con República Dominicana.
Para la directora del Cenesex, una sistematización de la experiencia cubana desde poco después del triunfo de la Revolución, en 1959, hasta la actualidad, demuestra la necesidad de avanzar en la instauración de la educación de la sexualidad como una política de Estado y de gobierno.
La propuesta, presentada por la sexóloga en una de las sesiones científicas del evento, considera que si “la sexualidad es parte integrante de la personalidad” del ser humano, entonces su educación resulta “indispensable” para el desarrollo integral de la personalidad.
Entre otros aspectos, se trataría de desarrollar una educación de la sexualidad sin elementos de discriminación sexista, promover la salud sexual como fundamental para la calidad de vida, educar en el respeto a los derechos en la materia de todas las personas y propiciar la modificación de estereotipos y prejuicios.
“La estrategia cubana de desarrollo integral, como proyecto socialista, ha sido el soporte de la política de la isla en educación sexual”, apuntó.
“El desarrollo de una política de educación sexual ha contribuido a debilitar los cimientos de la cultura patriarcal, pero no a su desaparición”, añadió.
Así, la especialista considera que la educación de la sexualidad no puede ser un elemento aislado de un sector sino que debe ser parte de una política mucho más amplia y estar acompañada de un marco legal que garantice los derechos de las personas, independientemente de su orientación sexual o identidad de género.
En el caso de Cuba se trataría, por el momento, de una propuesta de reforma al Código de Familia que incluye el establecimiento de iguales derechos para parejas homosexuales y heretosexuales, a través del reconocimiento de la unión legal entre personas del mismo sexo, y de un proyecto de ley de identidad de género.
Asimismo, la experta, hija del presidente Raúl Castro, anunció que está preparando una carta para solicitar a las máximas instancias del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC) que incluya claramente en su línea política que “las personas no sean discriminadas por su orientación sexual o identidad de género”.
“Si estamos abogando por derechos, tenemos que incluirlos en todos los sentidos. No tiene nada que ver en la realidad tu definición ideológica y partidista con tu orientación sexual; eso es absurdo, risible”, dijo a la prensa en clara alusión a los tiempos en que se pensó que un homosexual no podía ser revolucionario.
Observadores locales estiman que las bases de una política por el libre derecho a la orientación sexual e identidad de género deben quedar expresadas en los documentos programáticos que deberá aprobar el próximo congreso partidista, aplazado desde 2002 y cuya fecha aún no ha sido confirmada.
Por el momento, el V Congreso Cubano de Educación, Orientación y Terapia Sexual se convirtió en un espacio que trascendió el debate científico sobre temas tan variados como la vulnerabilidad ante el VIH/sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) de las personas trans, el autoerotismo femenino, la violencia de género o la sexualidad plena en personas discapacitadas.
El enfoque de derechos estuvo en el centro de una parte importante de las intervenciones, incluido un panel que propuso “una mirada desde la reflexión bíblico-teológica y pastoral cristiana” a la salud sexual y los derechos reproductivos, con énfasis en la experiencia de las iglesias protestantes en Cuba.
Ambas dimensiones confluyeron, además, en la Declaración sobre despatologización de la transexualidad, presentada por la sección de Diversidad Sexual de la Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad (Socumes), a propuesta de Comisión Nacional de Atención Integral a Personas Transexuales del Cenesex.
El texto apoya “la retirada de la transexualidad de la clasificación internacional de enfermedades mentales” del Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales IV de la Asociación Americana de Psiquiatría y de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“La transexualidad y otras expresiones transgéneros son expresiones de la diversidad sexual, a las cuales se les deben garantizar todos los tratamientos psicológicos, médicos y quirúrgicos que requieran para aliviar las alteraciones a la salud mental de estas personas, resultantes del estigma y la discriminación”, afirma el texto.
A partir de la experiencia de Cuba, donde en 2008 se aprobó la realización de operaciones de reasignación sexual gratuitas a transexuales nacionales, Socumes rechaza la a aplicación de terapias psicológicas reparadoras a estas personas para revertir su identidad de género y la reasignación sexual a personas menores de 18 años.
Como parte del esfuerzo por integrar a amplios sectores de la sociedad en la promoción del derecho a la libre orientación sexual e identidad de género, el Cenesex reconoció el trabajo de Ramón Silverio, promotor cultural que durante 25 años ha dirigido El Mejunje, un espacio inclusivo único en la isla.
El Premio al Servicio Social Sostenido reconoció, además, al doctor José Julian Castillo, por su trabajo de orientación sexual con personas discapacitadas, y a la psicóloga y especialista del Cenesex, Mayra Rodríguez, alma de un proyecto que ha llegado a unos 700 travestis, transformistas, transexuales y transgéneros cubano.