Francois Houtart entró en La Habana un día de 1953. Ese año hubo una revuelta de estudiantes en Santiago de Cuba. Tomaron por asalto un cuartel militar y marcaron el inicio del fin de la dominación imperialista sobre la Isla. Ese año el joven Francois se aproximaba con curiosidad por primera vez a la realidad latinoamericana. Cuba fue la puerta de entrada para profundizar en el conocimiento de la rica y multifacética cultura de este continente.
Desde entonces ha vuelto a Cuba muchas veces. ¿Será que nos quiere? “Cuba sigue siendo el sitio de la esperanza —dice, mientras sonríe y conversa, como lo hacen los buenos amigos que han vuelto a reencontrarse en el camino común de la vida, el amor y los sueños compartidos— esperanza para sí y para los demás, como ahora lo está haciendo con las hermanas y hermanos de Haití”.
A pesar de sus 85 años, y de haber vivido los duros años de la II Guerra Mundial, de su experiencia en Viet Nam, Nicaragua y todo el proceso del Concilio Vaticano II, Houtart conserva ese aire ensimismado e ingenuo de los muchachos. Le distingue la sencillez y el afecto; pero sobre todo esa inmensa sensibilidad y curiosidad intelectual que siempre ha puesto al servicio de los demás o como dijo Martí, de “los pobres de la tierra”. Por esa razón, desde principios de los ochenta, dedicó sus modestos recursos y todos sus esfuerzos a la fundación del Centro Tricontinental (CETRI) en la Universidad de Lovaina la Nueva, donde ostenta el título de Profesor Emérito y, desde allí, ha mantenido por el último cuarto se siglo su labor científica, formativa, publicística, religiosa y de activismo social.
Raúl y Joel Suárez, director y coordinador, respectivamente del Centro Memorial Martin Luther King, dieron la bienvenida y entregaron una hermosa placa tallada en madera, símbolo de amistad y agradecimiento.
Raúl Suárez evocó la reciente visita que hicieron juntos a Imbabura, Ecuador, al sitio donde descansan los restos de monseñor Leónidas Proaño y donde funciona el Centro de Formación de Misioneras Indígenas del Ecuador.
En el homenaje también participaron miembros del Consejo de Iglesias de Cuba, de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba, del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero y la Iglesia Episcopal de Cuba.