En busca de esa experiencia que revela el mundo circundante no como postal turística, sino como carne de nuestra carne, fue un equipo del Centro Martin Luther King (CMLK) al poblado santiaguero Las Guásimas, que veía por vez primera la electricidad.
Comenzaban los dos mil y con ellos llegaba un proyecto sui géneris cuyo propósito fundamental “no era la realización de una obra maestra”. Más que la calidad del producto, buscaba la construcción de diálogos, compartir saberes, aportar desde la creación audiovisual a la problematización y al crecimiento comunitario.
De entonces se conserva en los archivos del Centro, el documental realizado con metodología participativa y la tesis de maestría en Comunicación de la realizadora Lili Suárez. Una experiencia así no se había repetido más. Fue por el 2006 cuando se retomó la idea de volver sobre aquella propuesta y reeditarla ahora en La Marina, Matanzas.
Por estos días Angel Prieto, de nuestra productora Caminos, comparte con los residentes en ese barrio, la realización del más reciente proyecto audiovisual del CMLK. Antes de salir hacia allá contó algunos detalles de sus vivencias.
“Antes de empezar la filmación recibieron el taller de cámara, para que tuvieran nociones de fotografía en televisión y entonces cuando fuimos a filmar ellos mismos determinaron a qué personas entrevistaríamos y en qué sitios. La intensión es cambiar la imagen negativa que hay del barrio La Marina. Para ello hacemos un recorrido desde los inicios de ese asentamiento poblacional, cercano al puerto. La mayoría de sus primeros habitantes fueron negros, que después de la abolición de la esclavitud solo podían aspirar a trabajos de poca remuneración económica… Se convirtió en una zona de tolerancia, de bares… El documental va esos orígenes y busca las causas de la marginalidad y de la situación actual, en la que se desarrolla una experiencia comunitaria que busca desde la cultura popular cambiar esos signos negativos que han pesado durante décadas y sensibilizar favorablemente sobre todo a los matanceros que discriminan y estereotipan a los pobladores de La Marina. Y allí no solo hay problemas, también existen otros valores, tradiciones y una solidaridad entre sus pobladores muy intensa.”
¿En qué momento de la realización se encuentran?
Estamos en el visionaje de las entrevistas para la edición y eso también ha sido con la participación de la gente del barrio. Normalmente se sienta un realizador con el editor y hacen ese trabajo, pero en este caso, son más de 12 personas opinando, lo que complejiza y enriquece el proceso.
Pero todo ha sido así, desde el comienzo
Las propias gente de La Marina han sido los entrevistadores y quienes han operado las cámaras, nosotros solo los acompañamos y le dimos los rudimentos necesarios para empezar, le ayudamos desde el punto de vista estético y técnico pero en cuanto al contenido ellos deciden absolutamente. Ahora estamos tratando de que todo lo que resta también sea allá.
¿Qué aportes va dejando esta experiencia comunicativa?
Creo que las relaciones entre ellos han mejorado a partir del propio trabajo para la realización de este documental, se han unido más. También su recepción sobre la televisión es crítica a partir de los talleres y la experiencia del documental. A mí me gustaba cuando estábamos impartiendo los talleres oír sus comentarios sobre lo que empezaban a descubrir en los programas de la televisión y es que ahora la miran con otros ojos.
Este es un mundo mágico desde el que piensan cómo quieren contarse a sí mismos y dialogar con otras personas mediante las imágenes y el sonido. Les ha ayudado en lo espiritual porque además de aportales nuevos conocimientos y otra estética, les ha permitido interrelacionarse entre ellos y también, tirar el cable a tierra.
A mí en lo personal me ha permitido conocer más a los seres humanos de ese barrio, sus historias de vida, sus valores, que se aprecian más cuando conoces las carencias con las que viven. Ese conocimiento de ellos también me ha facilitado el trabajo en equipo. Y he confirmado que este mundo audiovisual no es patrimonio de unos pocos, como muchas veces se cree, si uno quiere puede hacer que otras personas, se enamoren de este mundo y desarrollen capacidades para usarlas por sí mismos y eso deja una gran satisfacción. En La Marina ya saben trabajar la realización audiovisual, ellos serían capaces de seguir por su cuenta produciendo materiales que cuenten cómo viven y piensan. Y eso me da alegría porque ves que no tiraste las semillas en el asfalto.