Eso lo pudimos confirmar con creces quienes coordinamos el taller de formación en trabajo grupal y coordinación de grupos solicitado por el Proyecto de Desarrollo Local de ese territorio. Hasta el municipio Jesús Menéndez nos fuimos Elena Socarrás, del Centro Juan Marinello; María Isabel Romero, del Centro Memorial Martin Luther King (CMMLK), y quien escribe.
Chaparra, cabecera de esa localidad tunera, otrora fue importante centro productor de azúcar a partir de la existencia de uno de los centrales más grandes del oriente cubano. Hoy la realidad es bien distinta. Ruinas desoladoras es todo lo que queda de la edificación. Más allá de dotar a la comunidad de empleo y sustentabilidad económica, el antiguo ingenio marcó con su característico sonido la vida de muchísima gente que un día perdió para siempre uno de sus símbolos cardinales.
Pero nada grande se puede hacer desde la tristeza; por eso los chaparreños hacen de esa máxima una divisa. Lejos de rendirse tras una pérdida, sin duda sensible, se levantan con este proyecto que da cuenta de la capacidad propositiva y la estatura de sus gentes.
El taller devino un espacio de reflexión e intercambio de aprendizajes y experiencias, con el precedente de dos anteriores pues desde diciembre de 2010 el CMMLK, en coordinación con OXFAM, trabajó la capacitación en esta localidad desde los módulos en Concepción y metodología y Trabajo comunitario.
Lástima que la mayoría de los participantes de nuestro taller no habían estado en los precedentes, lo que obligó a la coordinación a emplearse a fondo a fin de nivelar, en lo posible, las desigualdades evidenciadas en los momentos de trabajo grupal y reflexiones colectivas. Un recurso fue crear comisiones (evaluación, coordinación, animación y mística) para poner en práctica contenidos del taller e intencionar momentos de recuperación metodológica.
Sin embargo, fue particularmente hermoso ayudar a fortalecer las capacidades de los actores territoriales con la convicción de que los aprendizajes compartidos se revertirán en el desarrollo de la localidad y en las prácticas de los participantes, tanto mejor por la diversidad de escenarios y sectores allí representados: consejos populares, cultura, educación, salud, el CITMA, la dirección de Vivienda y hombres y mujeres que lideran proyectos comunitarios.
Fue muy esperanzador que en cada momento de recuperación metodológica y en la evaluación final, el horizonte estuviera puesto en la utilidad de los contenidos, no como mero ejercicio académico sino para “aplicar lo aprendido en el trabajo de la sede universitaria, fortalecer el proyecto de desarrollo socio productivo, replicar los conocimientos adquiridos en el SIPAS del municipio y en las propias comunidades”.
Rápidamente el grupo se apropió de las herramientas para la mística. Y es natural que así fuera pues ella activa nuestra motivación y convicciones; es voluntad transformada en energía para perfeccionarnos y perfeccionar cuanto nos rodea. En eso la gente de Chaparra puede dictar cátedra porque sabe muy bien de cuanta espiritualidad, compromiso y entrega se precisa para seguir adelante en condiciones hostiles.
No fueron gratuitos los poemas que daban cuenta de un fuerte sentido de pertenencia al terruño, las lluvias de cariño a los miembros del grupo, las profundas reflexiones que suscitó Mi casa.com de Tony Ávila que todo el mundo quería copiar, tener, llevarse; y como colofón, el Cuba, qué linda es Cuba, himno colectivo que cerró el taller con una caminata por numerosos senderos en las subjetividades. Al final, humedades en los ojos y sonrisas a flor de labios, todas y todos fundidos en un abrazo grupal.
Durante el regreso recordé a Carpentier en El reino de este mundo: la grandeza del ser humano está en querer mejorar lo que es, en imponerse tareas. Y no es preciso acudir a grandes hazañas para alcanzarlas; ahí están Soraya y su gente que desde un pequeño poblado de Cuba también dan lecciones de heroísmo.
*Colaboradora del Programa de Educación Popular y Acompañamiento a Experiencias Locales del Centro Memorial Martin Luther King.