La Creación está siendo violentada. Ya no es la tierra que nos brinda sus frutos y a la que le damos nuestro respeto y nuestros esfuerzos. Ha sido transformada por la Razón del capitalismo en socavón que se explota hasta dejarlo exhausto, en mar que se exprime hasta dejarlo estéril de peces. Nuestro hermano lobo, nuestro hermano delfín, nuestra hermana ballena son apenas mercancía que se procesa y se vende. Y nuestro hermano hombre, nuestra hermana mujer, nuestros hermanos y hermanas empobrecidos son condenados a deambular por esta Tierra que es nuestra herencia y nuestra responsabilidad.
Los bienes comunes –el agua, la tierra, un espacio bajo el sol—son transformados por arte de birlibirloque de un sistema cuyo motor es la generación de ganancias, en bienes con un precio, y el dinero es, como nunca, ídolo que nos quieren hacer adorar.
Por esto, Caminos quiere potenciar entre nosotros el debate de los temas ambientales. No lo hacemos desde la neutralidad: denunciamos la injusticia social y ambiental, la mercantilización de la vida y los bienes comunes. Denunciamos a sus agentes: el sistema capitalista de producción, distribución y consumo, las transnacionales y las instituciones financieras. Denunciamos la militarización creciente del mundo con la multiplicación de bases militares, el insensato gasto en armamentos, las guerras de rapiña que son el elemento más destructivo del ambiente.
Y ponemos nuestras esperanzas en la movilización en pro de la salvaguarda de la Creación. En pro de la soberanía alimentaria y no el agronegocio y el monocultivo. En pro de la eliminación de la especulación financiera parasitaria y no de la especulación financiera con los bienes comunes. En pro de la disminución radical de las emisiones de carbono y no del comercio o los créditos de carbono. En pro del florecimiento de la vida en toda su diversidad y no de la patentación de semillas manipuladas
Veinte años después de la Cumbre de Río, un nuevo proyecto engañoso que no va a la raíz de los problemas, que propone soluciones de mercado para lo que el mercado ha destruido, que desconoce las guerras, el imperialismo, la falta de voluntad gubernamental, la especulación y la injusticia global se ha dado el engañoso nombre de Economía Verde. En un gran salón de Río de Janeiro volverán a discutirlo los gobiernos, mientras en las calles, a su alrededor, los pueblos celebraremos una cumbre con nuestras propuestas y nuestros saberes disímiles que comparten, sin embargo una convicción: la vida no se vende, la vida antes que el dinero.
Unámonos a esa movilización y a esas propuestas los hombres y las mujeres de buena voluntad.