En la previa, al menos, ya comienzan a vislumbrarse algunos debates que dejan claro cuáles son esos nuevos paradigmas, un trabajo de elaboración permanente que lleva varios años.
Veamos algunos ejemplos al respecto. En marzo, en Buenos Aires, se llevó a cabo la III Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria por los Derechos y por la Vida. En ella básicamente se ratificó la convicción de que la Soberanía Alimentaria es la verdadera solución a las crisis de alimentos, a la climática y a la de derechos humanos fundamentales, que afectan a la región y al mundo.
“La Soberanía Alimentaria es un principio, una visión y un legado construido por los Pueblos Indígenas, campesinos, agricultores familiares, pescadores artesanales, mujeres, afrodescendientes, jóvenes y trabajadores rurales, que se ha convertido en una plataforma aglutinadora de nuestras luchas y en una propuesta para la sociedad en su conjunto”, puede leerse en la declaración aprobada en ese encuentro.
Los movimientos sociales que suscribieron esa declaración, enfatizaron que necesariamente la Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable “Rio + 20” tiene que ser un ámbito, en el que los Estados de América Latina y El Caribe, “impulsen un desarrollo debidamente sustentable, reconociendo la contribución de la Agricultura familiar, campesina e indígena, al desarrollo sustentable y que contribuya a que los países formulen agendas nacionales al respecto”.
La opción parece clara: o se acepta ese nuevo paradigma, o se profundiza un modelo de “economía verde” global basada en el libre comercio, que privatiza y mercantiliza la vida y la naturaleza, con una tendencia “profundamente destructiva e insustentable”.
En esa reunión en Argentina, se presentaron también planteos concretos: “Que los gobiernos de la región y la FAO adopten medidas urgentes para restablecer los sistemas alimentarios nacionales de Haití, permitiendo al pueblo de dicha nación, recuperar su autonomía. Menos armas, menos
tropas y más alimentos soberanos para Haití”.
En esta línea, hace algunos días, Sandra Quintela, de la Red Jubileo Sur-Américas, también habló de la necesidad de construir una agenda común de luchas y de planteos, y coincidió en que la Cumbre de los Pueblos de Río+20 será una gran posibilidad de convergencia entre organizaciones sociales de todo el mundo.
“Venimos trabajando muy duro en eso, llamando a construir una unidad: de acciones, de reflexiones a través de estos tres ejes que hemos construido durante un año y medio”- manifestó- en referencia a la denuncia de las causas estructurales de las crisis, las soluciones que vienen desde los pueblos a través de nuevos paradigmas y la agenda de luchas hacia adelante.
“La expectativa es construir de hecho esa agenda, que visibilice todo lo que se está logrando en el mundo en materia de resistencias” indicó Quintela Y luego agregó, a modo de resumen: “estamos en el Río caminando hacia el mar y queremos un Río fuerte, para que el mar sea un océano de luchas”.
Silvia Quiroa de CESTA-AT El Salvador, también hizo mención a esta posibilidad, en el marco de la Asamblea Regional de Amigos de la Tierra de América Latina y el Caribe (ATALC) realizada en Costa Rica. La activista salvadoreña planteó que los movimientos sociales, ecologistas, de campesinos, indígenas y pueblos originarios, así como las comunidades brasileñas en resistencia han venido construyendo un espacio alternativo y popular paralelo a las conferencias oficiales de la ONU, conocido como Cumbre de los Pueblos.
Este espacio tiene como objetivo la confluencia de denuncias sobre las causas estructurales de las crisis, así como la construcción de agendas comunes de lucha desde los pueblos, enfrentándose asimismo al denominado fenómeno de “captura corporativa” que se realiza por parte de las corporaciones en espacios de gobernanza global, como es el caso de las Naciones Unidas y especialmente la Cumbre de Río+20.
por: Ignacio Cirio, Radio Mundo Real