“Soy una atrevida”, dijo mientras se miraba distraída en el espejo. Entonces recordó aquella propuesta de Joel Suárez, coordinador general del Centro Memorial Martin Luther King, que en 2007 le propuso realizar un documental que visibilizara los “impactos”, es decir, los resultados de experiencias de mujeres que trabajan desde la Educación Popular en diversos ámbitos y sitios de la isla.
Dicho así, al vuelo, parecía interesante pero… lo que, al principio, sólo fue una idea pronto comenzó a complejizarse. Lo primero fue hurgar, preguntar, indagar… ¿Quién era Regla, María Caridad, Gilma, Heidys, Yoraima, Mabel y tantas otras y otros cuyos rostros aparecen en Por el hueco de la aguja y Para la libertad?; y, luego, pensar a quiénes estaría dirigido el material y cómo contar las historias. Ahí llegó Elizabet Rodríguez, la historiadora, quien tuvo a su cargo la asistencia y producción ejecutiva de estos documentales, ella propuso elaborar el guión a partir de pequeñas historias de vida… Una nueva vuelta de hoja que enriqueció el proceso creativo.
La representación tangible real del relato que intentamos contar se fue profundizando mientras avanzaba el proceso de investigación (búsqueda en archivos, registros orales, documentales, gráficos); la elaboración de los cuestionarios, la filmación y captura de todo el material grabado, la selección de los cortes y, luego, el agotador y largo proceso de edición, posproducción de imagen, sonido y musicalización. Y todo esto aprendiendo a trabajar en equipo, echando a un lado escollos e incomprensiones, con una gran dosis de curiosidad e intuición —pues no tengo formación como documentalista— y unas inmensas ganas de dejar constancia de las experiencias humanas y la riqueza de quienes en la Cuba de hoy, y a fuerza de talento y constancia, siguen empeñadas y empeñados en darle sentido a una participación crítica, consciente y comprometida.
Definitivamente lo que filmaríamos estaría en la cuerda del testimonio documental. ¿Por qué? Porque las historias contadas desde la perspectiva de las mujeres forman parte del proceso de construcción de identidad y búsqueda de sentido que desde hace algún tiempo despierta cada día más interés, sobre todo, a partir de los aportes de la subjetividad femenina que ha sido, tradicional y convenientemente, invisibilizada por la cultura patriarcal todavía dominante.
Las mujeres hemos tenido que batallar duramente para hacernos visibles a fuerza de nuestra voluntad e inteligencia. Por suerte, a esa lucha se nos han unido hombres que han logrado rebasar los estereotipos de su propia construcción cultural de género. Ellos y nosotras, juntos, hacemos importante y decisivo el empeño de soñar un mundo más humano, más digno y diverso.
Partiendo de las historias de vida de cuatro mujeres (todo en un mismo material; luego los avatares de la vida separaron a Por el hueco de la aguja de Para la libertad) se cuentan los “impactos”, es decir, las huellas que la propuesta pedagógica y política de la Educación Popular, intencionada desde el Centro Memorial Martin Luther King, han dejado en personas, experiencias y prácticas sociales, comunitarias, medioambientales, de animación sociocultural, extensionismo agrario y desarrollo local en distintos lugares del país.
Para eso conformamos un equipo técnico y contamos con el apoyo para la producción de la Coordinación General y la Administración del CMMLK así como la colaboración de algunos de los integrantes de los Programas de Educación Popular y Acompañamiento a Experiencias Locales, y Comunicación Popular. Igualmente tuvimos el entusiasmo y contribución de la gente del Proyecto de Animación Sociocultural del barrio de La Marina, Matanzas; el Centro para la Promoción del Desarrollo Sostenible (Ceprodeso), Pinar del Río; el Taller de Transformación Integral del Barrio de Balcón-Arimao, La Lisa, Ciudad de La Habana; y el Proyecto de Desarrollo Local de Güines, provincia Habana.
Conscientes del estilo seleccionado para narrar estos testimonios desde la imagen y el sonido, nos dispusimos a tentar la creatividad al disponer de trozos de realidad, interpretaciones subjetivas y emociones a la manera de un collage dándole cierto aire al discurso audiovisual. Si al final lo logramos o no depende de cómo las espectadoras y los espectadores se acerquen a estas historias, cómo las interpreten y reelaboren, como se apropien de ellas y las imaginen.
Desenredada está, pues, la madeja que entrelaza cada historia. Cada historia que, también de cierto modo, terminó por contarnos, por contarme a mí misma y descubrirme nuevamente frente al espejo. Entonces recordé aquella frase de Bertolt Brecht: “Sólo el que arriesga busca y sólo el que imagina encuentra”.