¿Qué Dios? ¿Qué religión necesitamos para tener un mundo mejor?
Y hoy, más que otros años me pregunto si mi Dios se parece al de Jesús de Nazaret, porque la persona de Jesús siempre me es atrayente.
Es Domingo de Ramos en nuestra tradición católica, que no es la mayoría
religiosa en el mundo y sin embargo, ha logrado posicionar en el imaginario mundial esta conmemoración, más por dominación que por devoción. Con el evangelio, siempre hay dos lecturas: El hecho histórico y la interpretación religiosa. El clericalismo nos enseñó a quedarnos con la interpretación religiosa y no pensar en el hecho histórico. Y cuánta falta nos hace pensar y releer los hechos históricos, como los de este abril rebelde en Venezuela a 9 años de resistir un golpe de estado, y en Cuba a 50 años de la defensa de la revolución en playa Girón y de la campaña de alfabetización.
“Bendito el que viene en nombre del Señor” nos enseñó a gritar la interpretación religiosa, ocultando el hecho histórico de que en ese siglo
judío la opresión romana ya no se resistía más. Se esperaba ansiosamente una salida para aquella situación, un hombre, una mujer, que ejerciera su libertad y canalizara el cansancio del oprimido en fuerza transformadora. Los pobres de la tierra de aquel momento vieron en la persona de Jesús, que desafiaba el sistema religioso, al esperado.
¿Serían los ramos, las palmas, los palos, el arma de cuidado de la vida
del hombre que alentaba la esperanza? Aquella humanidad ya estaba
amenazada. Ir al centro político religioso que estaba en Jerusalén era
meterse en el centro del conflicto, desafiar al opresor en sus mismas
narices. En esos momentos de retar al que domina, se hace necesario el
grupo, la consigna de aliento, la compañía al modo de esos que subieron con Jesús en procesión a Jerusalén.
Es urgente, para estos tiempo de conflictos con el imperio esa sororidad
que en momentos cruciales extiende mantos que amparan el camino, palabras de Buenas Noticias, y abrazos que generan energía para resistir los terribles desenlaces que puede tener la historia, tal como recordaremos el final de Jesús de Nazaret este próximo viernes.
Creo que esa es la lectura que podríamos hacer hoy las/los creyentes, no
necesariamente católicos, en un mundo mejor, más justo. Renovar hoy nuestra fe en esos días de superación del miedo para desafiar al opresor contando con la fuerza de la unidad. Aquel día de ramos que tal vez era domingo, la que entró en su certeza de triunfal fue la compañía, el poder popular solidario que abre camino a otra sociedad diluyendo el miedo que paraliza.
Con tanto discurso religioso y dogmas nos cuesta mucho comprender la
subversión que el domingo de ramos puede significar en aquel momento y en el nuestro. Tal vez recordando el hecho histórico podemos seguir con más fe nuestra apuesta por una sociedad socialista con menos prácticas religiosas y más solidaridad.
“Bendito el que viene en nombre del Dios de la VIDA”.
Bendita/bendito el que viene en nombre del Dios de la justicia y la paz.
Bendito el que viene con VIDA en abundancia para nuestro pueblo.
por: Jacquelin Jiménez