– ¿Cuál es tu actividad en el Centro Martin Luther King y a qué te dedicás en Cuba?
-Soy parte de la Red de Educadores y Educadoras Populares que anima el Martin Luther King en Cuba. Soy de Santiago de Cuba, la región más oriental del país. Desde la Red, doy mi aporte a la formación en educación popular.
-América Latina está atravesada por el extractivismo, tanto en los gobiernos progresistas como con la derecha. Cuba tiene suerte de no tener ese flagelo, por eso me gustaría una reflexión sobre qué significa para ustedes la tierra.
– Nosotras tenemos una etapa anterior en Cuba, cuando sí hubo extractivismo. La neo-colonia significó algo bien duro para muchas personas, la eliminación del indigenismo por el extractivismo del oro, del cobre. Es un fenómeno que la Revolución Cubana logró resolver pero que ha dejado huellas. Por ejemplo, una mina de cobre ha sido cerrada en el año 2001 por todo lo que contaminaba, porque era una mina explotada a cielo abierto. Traía desarrollo económico porque empleaba a mucha gente pero era insostenible ambientalmente. Ahí está también la huella del extractivismo. En América Latina es un desafío enorme cómo colocar en las agendas de los gobiernos esta situación.
-Tú también estuviste participando en el lanzamiento de la Cátedra Fidel Castro en Argentina y a nivel continental, que organiza el Movimiento hacia el Alba. En ese sentido, ¿cómo ha impactado en la sociedad cubana la desaparición física de Fidel?
-Para Cuba, ha sido un momento difícil. Yo no creo que esté muerto aún. Sin embargo, el pueblo cubano ha tenido una capacidad muy grande de adaptarse a la idea de que Fidel no está físicamente, el país ha seguido funcionando y la gente ha seguido trabajando. Hay una cotidianeidad en la que Fidel está muy presente, en las escuelas, en los niños, en los jóvenes. Se ha asumido esa consigna: “Yo soy Fidel”, que creo que ya es más que una consigna pues la gente lo ha hecho suyo.
La historia de Cuba está muy relacionada al territorio donde yo vivo, Santiago. Por ejemplo, él estudió en sus primeros años en un colegio de Santiago, donde hoy tengo el honor de que mis hijas estudien. Desde el balcón de nuestro ayuntamiento, Fidel proclamó el triunfo de la Revolución Cubana el primero de enero. Tenemos el cuartel Moncada en Santiago de Cuba. Entonces, Fidel está ahí.
Si bien una se emociona mucho, incluso yo no puedo evitar ponerme un poco triste, sí significa coger esa fuerza que él nos impregnaba en los momentos difíciles. Cuba ha vivido muchos años de experiencias difíciles y yo creo que esa fuerza de él, de sentir que sí se puede seguir, soñar y alcanzar las metas, está ahí, está en el imaginario, en la cotidianeidad del cubano. Es muy bonito.
Es importante la capacidad inmensa de él de prepararnos, de haber salido del Estado, del gobierno, tanto tiempo antes, de acostumbrarnos que estaba ahí aunque no estaba. Todo eso nos fue preparando psicológicamente para ese momento, que no dejó de ser doloroso pero que también significó una unidad muy grande para el pueblo. Porque no hubo nadie que no sintiera el momento, que no haya estado a la altura de lo que se esperaba del pueblo. Esos días de duelo fueron inolvidables, de mucho dolor pero también de mucho compromiso. Y ver tanta gente joven ha sido de las cosas más lindas que ha pasado en los últimos años.
Nosotros decimos que él va a reposar para custodiarnos, nunca para sentir que ha muerto. Porque creo que si las ideas de él viven, él nunca va a morir.
-Un tema que es recurrente cuando uno habla de Cuba es el del bloqueo. Hay mucha gente que cree que el bloqueo ha terminado a partir de las relaciones de Obama con Cuba.¿Cómo ustedes siguen percibiendo esa lacra que es el bloqueo?.
-Es un juego político. Las relaciones se han restablecido. La política exterior nuestra ha hecho énfasis en que queremos una normalización de las relaciones, pero en el fondo no ha cambiado nada la actitud de ellos hacia el país. La gente no percibe que haya cambiado. Con el tema del bloqueo, todo el mundo tuvo esperanza tras las palabras de Obama, de que fuera capaz de abolir el bloqueo antes de su salida. Y hoy por hoy sigue ahí, con todas las consecuencias que trae al pueblo cubano, que para nada es sólo discurso; que no es queja del pueblo. Ahí están los efectos en la economía del país en los gastos que tiene que hacer el Estado para alimentar a los once millones de cubanos trayendo alimentos a veces desde China o desde lugares lejísimos, a costos altísimos porque no podemos comercializar con muchos países que están más cerca.
La base naval de Guantánamo sigue siendo territorio ocupado por Estados Unidos. En la medicina, hay mucha documentación de lo que significan los daños del bloqueo para obtener medicamentos que son para curar seres humanos; medicamentos oncológicos, medicamentos necesarios para los niños. Todo el tema del transporte se ve a veces afectado por la compra de repuestos. Entonces sí hay efectos muy concretos que el pueblo cubano está consciente que no es responsabilidad del gobierno sino de todos esos años de bloqueo.
-Estamos viviendo un momento en América Latina en que el poder de la mujer se está visibilizando mucho más. Obviamente tiene que ver con que hay un hartazgo por parte de las mujeres de soportar siglos de opresión. ¿Cómo vive la mujer cubana la lucha por sus derechos?
-Yo creo que nosotras estamos en un nivel diferente al de las mujeres latinoamericanas. Pienso que la lucha nuestra, es más hacia el interior de las familias; que ahí se están poniendo el énfasis más grande. Socialmente y públicamente, la mujer cubana tiene derechos y ha conquistado espacios. Incluso adentro de la Revolución se ha ido superando a sí misma: en participación en el Parlamento; hoy hay muchas provincias cubanas que están gobernadas por mujeres. Dentro del Partido Comunista, igual. Si vamos a la esfera de lo militar, muchas mujeres alcanzan los grados más altos. Pero todavía sigue siendo el machismo un problema que no se ha derrotado.
En la esfera doméstica no se ha abolido el patriarcado. Yo creo que también la propia sociedad cubana y los cambios culturales han hecho que los hombres sean cada vez menos machistas. Yo lo veo en mi hermano, lo veo en la generación más joven. En varias organizaciones se tratan los derechos de las mujeres. Sin embargo, también se suma a los hombres y se habla de la masculinidad para que las mujeres entiendan un poco y haya una armonía, una relación más de igualdad entre hombres y mujeres y no esa lucha que a veces es muy radical, lo feminista. Entonces, hay una interrelación que va dando pasos, no es un proceso que está terminado pero sí hay un avance.
Es las primarias y en las secundarias, hay un trabajo interesantísimo en temas de géneros con los adolescentes. Es muy bonito porque ya las educadoras de círculos infantiles, que antes le decían a los niños que no jueguen con las muñecas, ahora entienden que ese niño para ser un buen padre luego, también tiene que jugar con la muñeca. Digamos que hay una rotación de la mentalidad que es importante para ese sueño de derrocar al patriarcado.
-El tema del acoso ¿es castigado en Cuba?
-Creo que no es un fenómeno visible, no quiere decir que no esté. Se puede dar un caso. Pero no he tenido la vivencia de alguna amiga o hermana a la que le haya pasado. Porque la propia organización social de Cuba, la cuestión de los derechos laborales y el empoderamiento de la mujer, de saber que no tiene por qué aguantar ninguna manifestación de ese tipo, limita mucho que haya jefes que quieran acosar. Hay una apertura muy grande, la mujer cubana tiene mucha garra, por nuestras madres; nuestras antecesoras. No es un fenómeno ni común ni visible. Y si se diera, hay leyes que penan el acoso, que penan la violencia de todo tipo. Los asesinatos tampoco son algo de la cotidianeidad, ocurren hechos como en todas partes, pero no creo que sea un problema el femicidio.
-¿Cómo ves el tema de esta ofensiva neoliberal, derechista e imperial que está sufriendo América Latina en su conjunto? La caída de algunos gobiernos, la llegada de Trump al gobierno Estados Unidos, ¿qué temores despierta en la población cubana?
-Mucha preocupación y también ocupación. Creemos que hay una necesidad de reorganizarnos muy rápidamente para enfrentar todos esos desafíos que nos impone el contexto actual. En Cuba se han intensificado los espacios de reflexión como para saber qué terreno estamos pisando, como para mirar Latinoamérica, mirar el contexto y decir por dónde vamos a andar. No Cuba independiente de Latinoamérica sino Cuba con Latinoamérica. Con Cuba siempre se va a poder contar como espacio de denuncia, como espacio de formación, como espacio para brindar humildemente para acompañar al resto de los movimientos, de los países, de los luchadores.
-En ese marco, ¿ves al Alba como una punta importante de protección y acompañamiento de las luchas sociales?
-Claro que sí. Pienso que hay un posicionamiento de los movimientos populares, del Alba, de que hay que andar cada vez más juntos, más acompañados, cada vez con expresiones de solidaridad más concretas. Ese es un escudo que nos va a proteger a todos. No hay otra manera de avanzar que no sea esa: la lucha conjunta, la lucha de movilización, la organización popular y la formación de la gente, que sepa a qué va, por qué está ahí.
-En ese marco, ¿cómo trabajan ustedes como educadoras populares? ¿Qué método utilizan para generar simpatía y adhesión en los jóvenes, niños y niñas?
-Nuestra formación iba más a personas adultas. Ya felizmente hace unos años se ha comenzado a trabajar con adolescentes, con niños. Las educadoras y educadores cubanos están en muchas instituciones cubanas. Por ejemplo, en el territorio de donde yo procedo, el sector de la cultura está topado de educadores populares. Desde el patrimonio, las instituciones y las casas de cultura se lleva la educación popular a toda la vida de la gente. Es muy bonito porque el hacer pensar a la gente sobre la realidad que puede transformar es lo que nos caracteriza. Entonces la gente empieza a ver la vida de otra manera.
La Revolución Cubana es un proyecto de participación. La educación popular le aporta mirar la realidad con otros lentes. Ya logramos un montón de cosas, pero todavía hay cosas que podemos mejorar más. Es interesante porque los jóvenes se animan mucho y participan con mucha frescura. Eso es un gran desafío para Cuba hoy, ya le vamos a legar a la joven generación una revolución, un grupo de conquistas, pero que la gente sepa que eso tiene toda una historia que tiene que defender. Que no sea el estar ahí sólo para llenar la plaza o para votar, sino con un contenido más ideológico.
Hay un sistema de escuelas de formación política envidiable, todo está muy organizado. Ahora bien: ¿cómo llenas de contenido esos espacios en un contexto diferente? Allí está el aporte de la educación popular, que las cosas sean menos formales, menos lineales para que la gente participe de otra forma y concretice de otra manera.
-No puedo terminar la entrevista sin preguntarte que sigue significando para ti y para el pueblo cubano, en la medida que tú eres parte de él, el socialismo, ahora que muchos intentan taparlo, ¿qué significa para ustedes esa palabra y esa construcción?
-El pueblo cubano sigue aspirando a hacer un socialismo del siglo XXI próspero y sostenible; salvaguardando lo que hemos logrado, pero también mejorándolo. Todos los debates que se han dado en la sociedad cubana en los últimos años han sido muy críticos con el tema de la economía, de cómo lograr un país que económicamente pueda sostener todas esas conquistas sociales que se han logrado y avanzar en la prosperidad de la gente. Es un gran reto. No creo que haya mucha gente que quiera el capitalismo en Cuba, eso no es verdad. La gente quiere el socialismo mejorado, el socialismo próspero. La gente ya tiene un nivel logrado, pero han sido años de mucho bloqueo, de muchas dificultades económicas y la gente también quiere vivir con comodidades. Pero no creo que haya ninguna contradicción, ni por la muerte de Fidel ni por el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos, que apunte al capitalismo. Y en lo personal, yo no apuesto por ningún otro sistema que no sea el socialismo. Ahí está la base por la que hemos resistido tanto y no vamos a caer.
Tomado de Resumen Latinoamericano
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