Luther King nació en Atlanta, Georgia en 1929, hijo del reverendo de su mismo nombre. Y fue asesinado en Memphis, Tennesse, el 4 de abril de 1968. Estudió Sociología en Morehouse College y realizó en Boston University un doctorado en Teología. En 1955, después de conseguir su doctorado, se mudó a Montgomery, Alabama, para dedicarse a la labor de predicador Bautista (Convención Nacional Bautista Progresista).
Luther King vio cómo en el sur los afroamericanos debían, por ley, viajar de pie en los autobuses en lugar de ir sentados. Tampoco podían entrar en determinados establecimientos, como hoteles y restaurantes. Predominaba la segregación racial en el Sur.
Los derechos consagrados en la Declaración de Independencia de 1776, la Constitución y la Declaración de los Derechos del Hombre de 1791, documentos fundacionales de la nación norteamericana, no incluían a los esclavos, los negros libres ni los indios, eran para los blancos con propiedad.
En 1865 tras la derrota del Sur esclavista en la Guerra Civil, bajo la presidencia de Lincoln se abolió la esclavitud, pero se instauró la segregación racial. Surgió el KKK en el Sur para “poner al negro en su lugar” y también a los blancos que apoyaran a los negros y para ello utilizaban el terror, el linchamiento para dar escarmiento público.
La brutalidad de la segregación legalizada en los Estados del Sur, la carencia de derechos civiles, las condiciones de vida, educación y salud, violaban los derechos del individuo y se fue organizando el movimiento negro con objetivos y tendencias diferentes. Pedir reformas, regresar a África, usar la violencia, conquistar el poder para establecer un poder negro, y manifestaciones pacíficas. Luther King lideró esta tendencia, más cercana a su formación religiosa e influenciada por el pensamiento de Ghandi.
Luther King, activista de los derechos civiles desde muy joven, organizó y llevó a cabo diversas actividades pacíficas reclamando el derecho al voto, la no discriminación y otros derechos civiles básicos para la gente negra de los Estados Unidos. Entre sus acciones más recordadas están el boicot de autobuses en Montgomery, en 1955; su apoyo a la fundación de la Southern Christian Leadership Conference (SCLS), en 1957 (de la que sería su primer presidente).
Su liderazgo se manifestó en la convocatoria para la Marcha sobre Washington D.C. por el Trabajo y la Libertad, el 23 de agosto de 1963 a la que acudieron más de 250.000 personas para pedir que se aprobaran las leyes de los derechos civiles. Al final de la cual pronunciaría su famoso discurso “Yo tengo un sueño” “I have a dream” que contribuyó a extender por todo el país la conciencia pública sobre el movimiento de los derechos civiles y consolidaría su liderazgo. “Sueño que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo: ´Afirmamos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales´”.
Expuso las aspiraciones del pueblo afroamericano, que se reconociera que todos los seres humanos tienen derecho a igualdad de condiciones sin importar el color de la piel, la raza, la etnia, género, las creencias religiosas y políticas, ni el estrato social o el nivel de educación. Pero también expresa la aspiración a tener una nación mejor en que la fraternidad rigiera en la sociedad norteamericana, cesara la guerra: “Ahora, he elegido predicar de la guerra en Viet Nam (…) porque llega un momento en que el silencio se convierte en traición”. Como pastor de la iglesia bautista desarrolló una labor crucial en el movimiento pacifista contra la guerra de Viet Nam y la pobreza en general. Afirmaba: “Hemos aprendido a volar como los pájaros del aire, hemos aprendido a nadar como los peces de los mares, y aún no hemos aprendido a caminar sobre la Tierra como hermanos y hermanas”.
En la conmemoración del Día: “es mejor no tocar las maldiciones olvidadas.”
El FBI tenía registrado a los líderes del movimiento pacifista contra la guerra de Viet Nam, a los comunistas y a los de los movimientos sociales entre ellos al movimiento por los derechos civiles. Luther King fue a la cárcel en varias oportunidades, se consideraba una amenaza al sistema, entonces se usaba el término “extremista” en lugar de terrorista. Al respecto se preguntaba: “¿Seremos extremistas por la preservación de injusticia o por la extensión de la justicia?” “No soy negro, soy hombre.”
El Reverendo ya no es un peligro, está muerto, lo asesinaron. Y hasta tiene un día festivo y una estatua. Los racistas blancos norteamericanos fueron más intolerantes que los racistas sudafricanos que dejaron al menos a Nelson Mandela asumir el poder. De ambos se dicen verdades a medias, se dibuja una mística imagen, se les castra el filo revolucionario a estos luchadores negros. Se enfatiza el otorgamiento de los Nobeles NO por sus luchas contra el apartheid Made in USA y el sudafricano, semejantes en la crueldad y la misma esencia. En los dos gladiadores negros de la libertad se eleva a verdad y mérito absoluto la renuncia a la violencia. Se omite que sufrieron prisión, que eran considerados terroristas y que el FBI y la CIA ordenaban el tratamiento a seguir.
Fidel no tiene el Nobel de la Paz, pero ha realizado “un sueño”, el más urgente del reverendo Martin Luther King y también el de Mandela: “el de ayudar a los demás”, el ejercicio de la solidaridad humana.
El Dr. Carrizo, el rector fundador de la ELAM, decía que Fidel tenía el Nobel de la Esperanza, que le otorgan los humildes, las víctimas de la pobreza, de los huracanes George y Mitch, de los terremotos de Perú, Chile, Pakistán, Haití; de los que reciben atención médica cubana cada día en decenas de países considerados “rincones oscuros” del mundo. Tiene el Nobel de la Esperanza, de la Solidaridad, que le otorgan los más de 20 mil egresados de la ELAM que andan y desandan el tiempo y la geografía en más de 100 países.
Fidel inspira y lidera un ejército de batas blancas que han librado a miles y miles de hombres y mujeres de la muerte, de la pesadilla de la ignorancia, y ha hecho una Operación Milagros que ha dado luz a los ojos. Para el pueblo haitiano si bien Fidel no es un Dios es más que un Hombre. Para los egresados norteamericanos de la ELAM Fidel ha realizado el gran sueño del Reverendo, el de la fraternidad humana de “ayudar a los demás”. Para nosotros Fidel también ha realizado el sueño martiano y el propio: echar su suerte con los pobres de la tierra.
“El Señor no hizo distinción entre el negro y el blanco, todos somos iguales”. “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano”, afirmaba Luther King.
Reverendo, no descanse en paz porque los elegidos pueden ser olvidados y aún más tergiversados.
Reverendo, su Sueño aún necesita desvelo.
Fuente. Cubadebate