Si todos nuestros actos cotidianos estuvieran movidos por la generosidad, el mundo, definitivamente, fuera un mejor lugar, un espacio más armonioso y pacífico. Por la importancia de un valor como este, que nos hace seres humanos más plenos de gozo y felicidad, la Mesa Redonda lo abordó a partir de la mirada del reverendo Raúl Suárez, del periodista Yuris Nórido y de la psicóloga Roxana Catellanos.
En opinión del reverendo Raúl Suárez, cuando hablamos de la generosidad estamos ante un valor inclusivo, que presupone que nos pongamos en el lugar del otro y estemos dispuestos a extender nuestro apoyo. “Se contrapone a su vez a la manipulación. Nosotros no hacemos las cosas buscando ningún mérito, pero creemos en el amor sacrificial, de ahí que en los evangelios se nos dice que no hay mayor amor que cuando nos ponemos en función del otro… son ideas también muy vinculadas a la solidaridad, que es una expresión de nobleza a su vez. Tomás Borges, si no me equivoco, hablaba de que la solidaridad es la ternura de los pueblos”.
Este hombre de fe, hizo énfasis en que la comprensión a los demás debe ser una fuerza que nos debe mover.
Para Yuris Nórido, la generosidad es la propensión humana a ser bondadosos y a tener buenas acciones por encima del interés. “Entraña también el bienestar común de todos, lo cual no quiere decir que se menoscabe el bienestar individual”.
Roxana Castellanos, por su parte, defendió la idea de que la generosidad también nos proporciona un enriquecimiento individual. “No es una cuestión que nos proponemos, generalmente los actos generosos, los más auténticos, se dan de modo natural”.
Yuri compartió una vivencia reciente que tuvo en la que un mercader inescrupuloso puso un precio a su producto sin importarle el absurdo de su cuantía, un ejemplo de lo que es la antítesis de la generosidad, y que en su opinión suceden acciones como estas por el propio deterioro de los valores que se ha visto en nuestra sociedad.
Por ello Roxana insistió en que para que la generosidad germine debe ser una condición de vida, y que desde las primeras edades el niño reciba un trato generoso, para que se vaya permeando de esta postura. “Es imprescindible para esto la entrega de los padres, y que después en el entorno inmediato al pequeño se predique igualmente la generosidad”.
La experta advirtió asimismo que es muy necesario que los padres y los familiares sean coherentes en sus actitudes, porque no puede haber contradicción entre los mensajes regulativos que recibe el niño y la postura que asuman los padres, porque al final el infante tiende a imitar.
“Hay padres que cuando le sacan la punta a los lápices en las noches los regañan y les dicen que no deben prestar sus cosas, que no le sacarán más la punta a los lápices… mientras hay otros que no les reclaman por ello, y los impulsan a ser más solidarios con sus compañeritos, y ambas educaciones después confluyen en la disposición de esos seres humanos, y en sus maneras de asumir la vida”.
El reverendo Raúl Suárez expuso que en el Centro Martin Luther King han tenido experiencias muy hermosas, en las que se ha creado un espíritu de familiaridad muy favorable, en este caso aludió por ejemplo a un proyecto con personas de la tercera edad que ha estimulado mucho a sus integrantes. Por ello consideró que la entrega hacia los otros, y el bien que les proporcionemos, nos hace crecernos y ser personas más buenas.
En su criterio, el ambiente donde uno se forme es esencial. “Yo aprendí desde pequeño, en la humildad de un cuartico en el que vivíamos unas 11 personas, a tender la mano, y estuve marcado por el modo especial que tiene la gente en medio de la pobreza de ayudarse”.
Reflexionó además que “la generosidad está en el arte de servir a nuestro pueblo, y creo que es fundamental que tomemos conciencia de lo que la Revolución ha hecho, y en igual medida seguir haciendo por ella y por nuestra gente. La riqueza más grande que uno pueda experimentar es la contribución a lo que podamos hacer por los demás”.