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Entender la misión de la Iglesia

Cuando la reflexión sobre la misión de la Iglesia parte de la reflexión que hacemos en nuestras iglesias, lo que entendemos por misión se transforma y clarifica. De modo que no es posible que nuestros conceptos queden incólumes ante las preguntas: ¿Qué hacemos? ¿Cómo lo hacemos? ¿Para qué lo hacemos? ¿Quiénes lo hacemos?

Preguntarse sobre nuestras misiones es, también, preguntarse sobre nuestras vidas, nuestras maneras de entender la Biblia e, incluso, nuestra manera de entender a Dios.

Así lo confirmaron los talleres regionales de formación de líderes que, bajo el tema: “Misión de la Iglesia cubana hoy”, se celebraron en dos fases y en tres regiones del país, y tuvieron su culminación en estos meses de septiembre y octubre.

En estos talleres, líderes de iglesias cubanas discutimos sobre misión, sobre cómo transformamos significaciones y escribimos nuevos conceptos de Misión de la Iglesia, conceptos que ahora queremos compartir con los lectores y lectoras para provocar la reflexión y hasta para estimularte a escribir.

Y como ningún texto es un fin en sí mismo, queremos invitarlos/as a que se nos unan en un ejercicio de reflexión sobre sus prácticas —utilizado en la Jornada Betania de la región central del país— que parte de estos nuevos textos sagrados que queremos compartir:

Lee cada uno de estos conceptos de misión y escoge uno:
La misión es de todas y todos.
Tiene carácter personal y comunitario.
Es invitación al compromiso, sinceridad, valentía y disposición.
Es profética.
Denuncia prepotencias, egoísmos, luchas de poder, ansias de protagonismo, modelos jerárquicos opresores, estancamiento en el pensamiento y en la praxis, doble moral, maltrato a la vida en todas sus expresiones.
Anuncia y promueve una educación para la participación, la inclusión, la apertura a nuevos cambios y nuevas formas de vida.
Se realiza compartiendo visiones y responsabilidades.
Se apoya y nutre de la creatividad para construir comunidades que, a través de la historia, se acompañan y celebrar la vida.

Sal, luz y levadura

En nuestro caminar arriesgado invitamos a abrir puertas, de diálogo, denuncias, anuncio. Ventanas de aceptación, acción, acompañamientos, compromisos, pertenencias y retos.
Sumergiéndonos, conociéndonos, reevaluándonos para compartir, respetar, ayudar, animar, celebrar juntos y juntas la vida.

Misión es:
Observar y diagnosticar necesidades.
Accionar con el individuo y la comunidad.
Relaciones humanas positivas.
Ayuda, acompañamiento, transformación, testimonio vivo para la comunidad según la práctica de Jesús.
Esperanza de mejoría de la calidad de vida según el proyecto de Dios.
Nuestra misión es un mandato universal y divino. Es un llamado a dar testimonio de la vida. Nuestra misión es cumplir con el compromiso que tiene todo ser humano consigo mismo y con todos.
Y nosotros, como iglesia cristiana dentro del mundo, tenemos la misión de comprometernos con Dios en su proyecto de vida y liberación denunciando con palabras y hechos todo aquello que va en contra de la vida. Tenemos que colocar nuestros dones en función de la vida de todo corazón. Entregarnos completamente a lo que hacemos. Por eso es un trabajo de todos en equipo, todos con todos y todos con Dios.
Mi misión, nuestra misión, nuestras misiones, diversas, ricas: todas posibles, todas transformables.

Estamos llamados a ser la Iglesia del camino. Del camino que hacemos cada día en el barrio, en la calle, en la casa, la escuela, el trabajo, las fiestas, los amigos y los opuestos. Una iglesia que sea comunidad, que acoja a las personas tal y como son, desde sus objetivos claros, descubiertos en las necesidades de la gente que camina junto con un propósito compartido: el de acompañar, apoyar, compartir valores que promuevan la vida plena, la realización personal.

Una comunidad que comparta sentimientos honestos y lo exprese, que desde el cuestionamiento, ayude a tomar conciencia, empoderar, asumir la realidad dinámica y diversa. Una iglesia profeta, que denuncie y actúe a favor de la justicia. Una comunidad con sueños que la animen a seguir en el camino.

de modo que la misión es un reto, hacer realidad los deseos de aprender, compartir con otras y otros lo que Dios ha hecho en mi vida.
Llevar a otros lugares lo que piensas y has experimentado.
Predicar el evangelio, hacer, construir.
Dar, no lo que te sobra, compartir lo que tienes.
Llevar la Palabra para que acompañe a las personas a cumplir el proyecto de Dios: un mundo mejor, que sí es posible.
La misión de la Iglesia está en la comunidad y no es un fin en sí misma.
Es una misión transformadora, renovadora, realmente bíblica porque hace vida del texto sagrado y hace texto sagrado la vida. Nos invita a optar por nuevas metodologías, a hacer iglesia en el camino, a hacernos imagen auténtica de Jesucristo al hacernos más humanos, más solidarios, más acompañantes.
Misión es servir, acompañar, ayudar, amar, involucrarse con la gente, reflexionar, cuestionar, ser críticos, transformar.
Aceptar a las personas con sus diferencias al escuchar, incluir y respetar.
Compartir un Dios que es la gente que vemos, la gente real.
Nos invita a no hacer diferencia entre nuestro compromiso social, nuestra vida como defensores de los derechos civiles y nuestro ministerio pastoral.
Su propósito es mantener la esperanza al fortalecernos ante las dificultades y buscar soluciones alternativas.

Ahora les invitamos a responder las siguientes preguntas:

– ¿Por qué escogimos este concepto? – ¿Qué elementos de este concepto están presentes en nuestras prácticas comunitarias? ¿Cuáles no lo están pero nos gustaría que estuvieran? – ¿Qué le agregarías? ¿Qué le quitarías? ¿Por qué? – ¿A qué retos te invita?
La misión parte de la vida e invita a vivir la vida. Nuestras prácticas nos colocan frente a retos que nos hacen resignificar no solo conceptos, sino también maneras de vivir.

Les invitamos a que reflexionen mientras hacen, a que hagan mientras vivan, y vivan en abundancia.

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