El educador popular Ariel Dacal del Centro Memorial Martin Luther King Jr. (CMLK) hizo un breve recuento que tomó en cuenta aspectos de la actualización del modelo económico cubano y puntuó los desafíos en materia social y cultural que estos cambios exigen. Hay varias Cubas en el imaginario colectivo que pugnan por establecerse. Uno de los retos es conocer la norma, lo que existe y hacer que funcione porque muchas veces desde el sobreentendido de que no funcionan las cosas se contribuye a que siga así. “Hoy podemos discutir el contexto cubano no desde la catarsis, sino en clave de propuestas, de alternativas”, añadió.
“Este momento está moviendo a que cambien nuestras comprensiones” pero para hacer perdurables esos cambios se precisan además transformaciones culturales, “no solo es necesario producir más bienes y servicios”, apuntó. “No todo está dicho en cuanto a los cambios que vive Cuba, lo que permite escuchar voces proféticas. Al mismo tiempo hay una reserva moral en el pueblo cubano. La propia Red ecuménica es un ejemplo de ello.
Algunas de las oportunidades que se han estimulado con los lineamientos de la Política económica vigente como la gestión cooperativa ofrecen mayor cabida a la innovación social. Es creciente el interés en instituciones sociales cubanas por la justicia social, la participación popular y la paz. Otra de las luces que mencionó Dacal es el interés de los gobiernos locales por intercambiar con personas que pueden aportar a la gestión territorial, como ha sucedido con educadoras y educadores populares, promotores culturales, entre otros actores sociales.
Raquel Suárez, pastora de la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao, profundizó en el mundo ecuménico cubano, marcado por señales de retrocesos en algunos casos y de avance en otros. Al respecto alertó acerca de “las baritas para nada mágicas que han tocado a algunas de las iglesias cubanas, con prebendas” y prácticas conservadoras.
En muchas de estas iglesias hay una carencia de formación bíblica y teológica, así como dependencias de iglesias foráneas que les sustentan desde el punto de vista económico y les imponen una determinada reflexión teológica y labor pastoral. Hay mucho en riesgo con ello.
En algunas iglesias ese neofundamentalismo ha provocado que mujeres ordenadas hayan tenido que dejar de ser pastoras o que se involucione en debates como los derechos sexuales y reproductivos.
Es preocupante el abandono de pastores a sus comunidades de fe y la baja matrícula en los seminarios donde se estudia Teología. Quienes están acudiendo fundamentalmente a los programas de formación que se ofrecen son parte de un público no clerical que no tiene entre sus intenciones asumir el rol pastoral. Súmese a esto la crisis de institucionalidad y liderazgo del Consejo de Iglesias de Cuba, como órgano de referencia del ecumenismo cubano.
Esta misma crisis le ha abierto puertas a una nueva generación de líderes ecuménicos que ya se desempeñan en roles claves animando a sus denominaciones respectivas, a proyectos específicos o a sus comunidades. Al mismo tiempo el retorno del “denominacionalismo”, a veces concentra la atención de estos líderes por lo que se mantienen “tan ocupados que cuesta trabajo participar en espacios ecuménicos”, señaló Raquel.
Hay un “desdibujamiento de las identidades cristianas tradicionales” que se expresa en el “desconocimiento de la historia del Cristianismo (…) Es hora de que el movimiento ecuménico dialogue entre sus organizaciones, grupos y personas con vocación ecuménica”, recomendó la pastora bautista desde la experiencia que dan las canas, como ella misma comentara.
Reconoció los resultados de la labor diacónica que se realiza, en la Capellanía de prisiones, con el programa ante emergencias, los proyectos de desarrollo local, entre otras iniciativas que vuelcan a la iglesia a la sociedad, pero que no siempre se “es consciente del aporte al proyecto cubano” que estas acciones representan.
Raquel llamó a vivir “un ecumenismo comunitario que surja de la pastoral de las iglesias y de una mirada al movimiento ecuménico cubano e insistió en la necesidad de “hacer vida comunitaria en una iglesia que quizás no sea la que quiero pero es el espacio donde tengo que transformar”. Su llamado fue también a “renovar y actualizar las bases bíblico- teológicas que es lo que fundamenta nuestro aporte. No dejemos a un lado ni para última hora lo que nos debe dar identidad” y cuidémonos “del consumismo eclesiástico, el vivir bien a costa del trabajo eclesial con el auge de la Teología de la prosperidad, con una lógica muy mercantilista, que necesitamos descubrir”.
La también doctora de profesión pidió a sus hermanas y hermanos de fe “cuidar la salud de la Red” para poder hacer por Cuba y su iglesia. Precisamente sobre la contribución de este espacio de confluencia y compromiso que es Fe por Cuba, habló Marisol Rojas, una de sus integrantes en la provincia de Holguín.
Para esta joven de la Fraternidad de Iglesias Bautistas (FIBAC) el análisis del contexto permite comprender mejor la realidad, una “realidad abierta a ser transformada” por ello la Red ecuménica ante la crisis de formación teológica referida por Raquel, “articuló espacios de formación” entre ellos el curso de Diaconía, convocado de conjunto con el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas.
“Ante la manipulación de la fe y la injerencia de ministerios foráneos que desarrollan prácticas eclesiales enajenantes, la Red ha propuesto espacios de participación consciente y crítica desde las bases de nuestras Iglesias, potenciando la construcción de saberes y los testimonios locales como parte del buen hacer de las Iglesias cubanas que dan respuestas creativas, inspiradas por el Espíritu”, dijo.
“Ante las limitaciones económicas de las iglesias para la producción de materiales de estudio, formación bíblica-teológica, celebraciones ecuménicas, prácticas de servicio diakónico, la Red articuló dentro de sus miembros acciones que ha contribuido en una mediana escala a una política de acción que permita no duplicar esfuerzos y recursos”.
Por tanto en esta hora crucial de Cuba, la Red ecuménica, inspirada en la fe cristiana y en el compromiso con el pueblo de la isla, ofrece formación en las iglesias locales, voluntad y capacidades para la articulación con otras instituciones formativas, su intencionalidad de llegar a líderes denominacionales y a organizaciones e instituciones culturales como la UNEAC, las casa de culturas, las universidades, el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, entre otras.
La Red ecuménica asume varios desafíos: “la articulación, la movilidad, el compromiso, la equidad y nos invita a colocar la mirada en una iglesia abierta e inclusiva que despojada de toda colonización resucita con los colores, sabores, olores y sueños de Cuba”, culminó Marisol.