Uno de los creadores escénicos más reconocidos, el brasileño Augusto Boal, falleció el pasado 2 de mayo a los 78 años, a causa de una insuficiencia respiratoria y tras una larga lucha contra la leucemia. Considerado como una amenaza para la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, por lo cual fue encarcelado y torturado, Boal fue creador del denominado Teatro del Oprimido, cuyo afán es hacer accesible el lenguaje teatral, como método pedagógico y forma de conocimiento para la transformación de la realidad social.
Con influencia del teatro de Bertolt Brecht, la propuesta de Boal fue plantear en el teatro las distintas formas de opresión de las que es víctima el ser humano, al hacer subir al espectador al escenario, al lado de los actores.
De acuerdo con la Declaración de Principios de lo que hoy día es la Organización Internacional del Teatro del Oprimido, el propósito es humanizar a la humanidad, a partir de la idea de que “cada ser es capaz de observar la situación y de observarse a sí mismo en situación.
“Ofrecer a cada uno, según su problemática, un método estético para analizar su pasado en el contexto de su presente, para inventar su futuro sin esperar a que llegue.
“Se aprende cómo sentir, sintiendo; cómo pensar, pensando; cómo actuar, actuando; qué hacer como individuos o grupo, que por razones sociales, políticas, culturales, de raza o de sexualidad se encuentran desposeídos de sus derechos”.
Ensayo para la realidad
El Teatro del Oprimido es un ensayo para la realidad, un sistema estético que facilita a la gente actuar en la ficción del teatro para transformarse en protagonistas, sujetos activos de su vida. Hoy día se practica en más de 70 países, y lo hacen campesinos, trabajadores, maestros, estudiantes, artistas, trabajadores sociales y sicoterapeutas. Ha servido tanto para programas de alfabetización y en cárceles, como para discutir en la calle los problemas o las leyes que afectan al ciudadano común.
Boal fue nominado para el Premio Nobel de la Paz en 2008. En marzo de este año recibió el reconocimiento de Embajador Mundial del Teatro, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Hijo de campesinos portugueses que se establecieron en Brasil para mejorar sus condiciones de vida, a los 10 años Boal empezó a dirigir a sus primos y hermanos en pequeños montajes destinados a amenizar las reuniones familiares de los domingos.
A los 22 años, con la intención de cursar estudios de ingeniería química, se trasladó a Estados Unidos; sin embargo, terminó por estudiar arte dramático en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
La casa del otro lado de la calle es la obra en la que se perfilan los rasgos característicos de su propuesta teatral.
Boal regresó a su país en 1995, y se hizo cargo de la dirección artística del Teatro de Arena, de Sao Paulo, agrupación para la que escribió y estrenó la obra Revolución en América del Sur, en 1961. Junto con Gianfrancesco Guarnieri fundó el Seminario de Dramaturgia del Teatro de Arena.
Según especialistas, dicha obra marcó en Brasil un alejamiento de las técnicas realistas que imperaban en las artes escénicas de entonces, pues incorporó elementos brechtianos, teatro de revista y de circo.
De aquella década son las obras José, del parto a la sepultura; Juicio en el nuevo sol, y Golpe a galope, entre otras.
En 1965, junto con Guarnieri, hizo la serie Arena Cuenta, que narra la lucha por la liberación del pueblo mediante personajes históricos brasileños.
Su interés por los musicales lo llevó a realizar Arena canta Bahía, con Maria Bethania, Gal Costa, Caetano Veloso y Gilberto Gil, entre otros. En 1968 escenificó Luna pequeña y la caminata peligrosa, montaje que dedicó a la lucha del Che Guevara en Bolivia. En 1969, en plena dictadura, escribió Bolívar, labrador del mar.
Cárcel, tortura y autoexilio
Boal desarrolló el teatro periodístico en 1970, dramatizaciones elaboradas a partir de las noticias de la televisión o el periódico. Un año después, a principios de 1971, fue encarcelado y torturado; tras su liberación, el teatrista se exilió en Argentina, país donde escribió Torquemada, obra en la que representa la prisión y el sistemático uso de la tortura; en esa ápoca comenzó a experimentar la técnica del Teatro Invisible.
En Perú puso en práctica el llamado Teatro-Fórum, en el que el espectador remplaza al actor para plantear su solución a un determinado problema.
En París, Francia, invitado por la Sorbona, dio clases, dirigió obras y fundó el Centro de Teatro del Oprimido. En la década de los 80, Boal llevó a Brasil el Teatro-Fórum.
En los años 90 del siglo pasado destacaron la escenificación de Somos 31 millones, ¿y ahora?, la edición de Método Boal de Teatro y Terapia y su trabajo en prisiones de Sao Paulo.
Boal fue elegido concejal en 1993 por el Partido de los Trabajadores, en Río de Janeiro. Vehemente, inquieto e innovador, revolucionó el Parlamento con su proyecto Teatro Legislativo, cuyo propósito era transformar al elector en legislador. Le preguntaba a la gente qué era lo que quería; no fabricaba leyes de forma arbitraria. Y eso, los políticos no podían soportarlo, explicó en algún momento Boal.
Con más de 20 libros publicados, entre obras de teatro, novelas y ensayos, sistematizó su teoría en Categorías del Teatro Popular, 200 ejercicios y juegos para el actor y no actor con voluntad de decir algo a través del teatro, Técnicas latinoamericanas de Teatro Popular, Teatro Legislativo y Teatro del Oprimido y otras poéticas políticas, éste traducido a más de 25 idiomas.
Entre sus últimas actividades realizaba un proyecto nacional en colaboración con el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, que se aplicaría en 15 estados de Brasil.
El cuerpo de Augusto Boal fue cremado en el Cementerio de Cajú.