Inicio Cuba Festival Imago: Hacia un futuro imaginado

Festival Imago: Hacia un futuro imaginado

Gustavo Arcos Fernández Britto

Por estos días tuvo lugar en el Pabellón Cuba, sede de la Asociación Hermanos Saiz, en el Vedado, la edición XIV del Festival Imago. El evento, que se organiza cada año como parte del Festival de las Artes del ISA, se ha venido reconfigurando, desde hace dos ediciones, buscando una mayor autonomía, con el fin de convertirse en el espacio fílmico de referencia para toda la comunidad universitaria de la isla.

Como es usual en el diseño de estos encuentros, se propiciaron espacios para el debate y el intercambio de experiencias entre especialistas, creadores y público. Temas como: la realización documental y sus rumbos en la Cuba de hoy, las nuevas formas de producción independiente o el estado actual de nuestras escuelas de cine fueron tratados en su programa teórico. Pero también se exhibieron casi 60 filmes entre cortos y documentales, que aspiraban a los premios principales. Hubo conciertos, exposiciones, presentaciones de libros, audiciones radiales, performances artísticos, intervenciones públicas y concursos fotográficos, acciones todas que corrían en paralelo a las muestras internacionales de filmes llegadas de países como Australia, España, Francia, Costa Rica o Argentina, y exhibidas mayormente en las salas del Multicine Infanta.

En ese sentido, la presencia de centros como el Instituto Superior de Diseño, la Facultad de Comunicación, La Escuela Internacional de Cine y Tv de San Antonio de los Baños o la Universidades de La Habana, Santiago de Cuba, Camagüey u Holguín muestran el impacto alcanzado por el evento, en su gestión promocional.

Se sabe que las modernas tecnologías hacen reales y factibles las posibilidades de filmar o grabar imágenes y sonidos desde cualquier sitio. Los nuevos dispositivos generan nuevas formas de producción y consumo, posibilitando que muchos talentos del país encuentren ahora vías para expresarse, ya sea utilizando formas y códigos convencionales u otros más experimentales, recurriendo al video arte o al corte publicitario, documentando hechos de manera objetiva o inventando relatos de un mundo posible donde, en definitiva, podamos todos reconocernos.

Para los organizadores resulta esencial la participación de estudiantes, no solo con sus obras sino también con su activa presencia en los diferentes espacios del evento. Es algo que se había perdido en ediciones anteriores, cuando el festival se disipaba en un rutinario y poco promovido quehacer. La ahora masiva presencia de cortos internacionales provenientes de otras escuelas, proyectos o festivales de cine es una muestra de esa nueva dinámica expansiva que viene inyectándosele, desde el pasado año. Pero a mi juicio aún quedan muchas puertas por abrir. El potencial creativo existente en nuestras universidades debe encontrarse con el Imago. Cada vez son más los jóvenes que cuentan con equipos y medios para filmar y esa vocación de retratar el mundo debe encontrar cauce en los espacios del festival, porque no deben importar mucho los géneros o temas y menos las técnicas empleadas para captar imágenes, sino ese nervio creativo, esa expresión y deseo de estar ahí, dialogando compartiendo e interpretando el universo. Así, un gesto, una imagen, una mirada interrogativa sobre nuestro entorno se convierte en un hecho estético, pues el cuadro implica selección, discriminación, manipulación. Un filme es también una manera de comprender quiénes somos o queremos ser.

Y es que el Imago, organizado por la Facultad de Medios Audiovisuales del ISA, no debe ser un Festival exclusivo para las escuelas de cine, aunque haya muchas de ellas y de todas partes del mundo, presentes. Es un espacio para aquellos que crean en el poder de las imágenes, la capacidad de los sentidos. Un sitio para jugar con las formas, experimentar sensaciones y vivir experiencias. Pero no solo se trata de exponer o compartir, sino también de legitimar aquellas obras o creadores que han logrado, aún jóvenes, acercarse a la belleza y la fuerza del arte.

Me gustaría pensar que su mayor trascendencia será la de ser ideado y organizado por los propios estudiantes. El otrora papel rector de las instituciones debe quedar en segundo plano, dando paso a esa dinámica de trabajo nacida en las redes sociales y las superficies digitales donde son compartidas, aceptadas o rechazadas las ideas o propuestas. Cuestiones vitales como el presupuesto, el programa de actividades, los temas teóricos, la atención a los invitados, el contacto con las escuelas internacionales de cine, la conformación de una imagen visual e identitaria, los conciertos y fiestas, las secciones paralelas, el catálogo y muchas otras cuestiones conceptuales, organizativas, prácticas o financieras fueron aquí gestadas y ejecutadas por jóvenes de la propia Facultad de Medios del ISA o recién egresados de esta.

Es un método interactivo de autogestión que se ha venido impulsando desde la edición del pasado año y que pretende romper con esa rutina institucional que amenazaba con desvanecerlo. No han sido pocos los problemas y obstáculos que estos jóvenes han tenido que sortear. A las trabas burocráticas de siempre, pueden añadírseles las suspicacias, los intentos “desde arriba” de imponer un programa o condicionar una forma de acción. Solo la convicción de sus jóvenes organizadores pudo conjurar tales despropósitos.

No debe olvidarse que el Imago es un festival gestado en un ámbito universitario y tiene que llevar el pulso y la energía creativa de sus destinatarios. Debe ser una fiesta de imágenes y palabras, generadas por y para ellos. Propiciar, encauzar, legitimar esa voluntad debe ser el mejor gesto institucional. Este XIV Festival fue un ejemplo de cómo pueden los jóvenes, con autonomía, libertad y responsabilidad, impulsar espacios funcionales que combinen acción y creación, diálogo y respeto, pensamiento y placer. Un lugar donde, en definitiva, sepan encontrarse a sí mismos.

IPS (www.ipscuba.net)

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