José Rubiera (1946), jefe del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología (INSMET) de Cuba, nació en San Antonio de Río Blanco, un punto del occidente de la isla próximo a Jaruco, y toda su vida ha trabajado, de plantilla, en Casa Blanca, del otro lado de la bahía, junto al Cristo de La Habana.
Que lloviese no era requisito para entrevistarlo. Con el objetivo de predecir el tiempo, su equipo estudia no uno, sino distintos fenómenos meteorológicos. Sin embargo, la primera vez que nos juntamos llovía mucho, a cántaros. Íbamos a verle con la mira en el período que fue del revés de la Cumbre de Copenhague, a fines de 2009, al desastre ecológico del Golfo de México, en abril de 2010. Meses más tarde, al volver por la picada, eran historia la reunión plenaria de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y el intento de golpe de estado en Ecuador, ambos en septiembre pasado, la una en la “Gran Manzana” y el otro en San Francisco de Quito. Por añadidura, Fidel acababa de enviar su mensaje contra la Guerra Nuclear.
“Tengo entendido que es aficionado a la fotografía”, le soltó el fotógrafo de prensa a Rubiera, mientras entrábamos a su oficina, la primera vez, y me instalaba a su derecha, en la esquina de un buró de dos metros de largo sobre el que no cabía ni un papel más. “Ese es su hobby”, apuntó en complicidad, sentada al flanco, frente a un sustancioso set de computación, Yamilis Gimeno, su ayudante y pareja. “He hecho buenas fotos, algunas ya han sido publicadas”, dijo él en un susurro.
La primera entrevista había enrumbado por otro camino. Lejos de contemplar su fuerte, el cuestionario pretendía sacarlo de su agua. Que los tiros fuesen por ahí exigió formularle más de una pregunta principal y otras afluentes. Media hora después, corría el agua por donde debía. En contraste, el segundo encuentro, vía correo electrónico, fue directo al grano. En una u otra cita, el “destape” de los “otros Rubieras” que lleva dentro el meteorólogo nos permitió mirar la cara buena de los ciclones, saber cómo dirige el Centro de Pronósticos, cuál es la tarea fundamental de la institución y quién tiene la responsabilidad del informe que se da en la sección El Tiempo, en los programas informativos, tanto de la revista Buenos días, de Tele-Rebelde, como del Noticiero de Televisión.
Así nos enteramos, porque nos vino de camino, de sus ancestros peninsulares y orígenes humildes; su paso por la universidad, y sus maestros en la escuela y el trabajo; caímos en la cuenta de que, hablando de “tiempo”, la lengua española tiene sus particularidades, y percibimos, como nunca antes, la doble condición de nuestro entrevistado: meteorólogo y comunicador. Imbuido de una singular pedagogía, Rubiera señaló los signos del Tiempo en el que vive la humanidad: un mundo en el que el agua escasea y las temperaturas se elevan; persiste el egoísmo de los poderosos y la arrogancia de los potentados; se extiende la injusta distribución de la riqueza; se prolonga la crisis global, sistémica, múltiple; y campea la falta de voluntad política.
Marea de tormenta
Vimos en la página Web del INSMET —lo espoleamos— un rastreo del ya lejano evento Gustav: parecía que su ojo cubriría toda la Isla de la Juventud.
El ciclón es un monstruo, pero en la naturaleza todo se equilibra, así que tiene aspectos buenos. Para advertirlos basta con realizar un cotejo sencillo. Cuba, año 2008: hubo huracanes, Gustav, Ike, Paloma, que trajeron lluvias, las presas se llenaron. Año 2009: no tuvimos ciclones, hubo poca precipitación y los embalses se deprimieron. Y año 2010: las aguas de la depresión tropical No. 16, mal denominada tormenta tropical Nicole, y las de Paula, noveno huracán de la temporada, devenido sucesivamente tormenta, depresión y área de bajas presiones, calmaron la sequía.
En los países caribeños, una parte importante de la lluvia la surten los ciclones. Además, son un elemento de la circulación atmosférica planetaria; su movimiento traslada humedad, calor y momento angular desde las latitudes ecuatoriales y tropicales, hacia las latitudes medias y altas. ¿Qué pasaría en dicha circulación si no existieran? Habría que suprimirlos para ver.
¿Usted es jefe del Centro de Pronósticos del INSMET?
Se llama jefe, así lo establece la nomenclatura, pero suena a militar, prefiero decir que dirijo el Centro de Pronósticos. A primera vista quizás parezca lo mismo; no obstante, le veo otra connotación: dirigir tiende más a señalarles a las personas cómo hay que hacer una cosa o lo que hay que hacer en un lugar, permitiendo que lo realicen sin mecanicismos, a conciencia, interiorizándolo.
¿Desde cuándo acomete, junto con los demás, esa labor de concienciación?
En el Centro, desde 1988, y hago la salvedad porque en 1974 me habían nombrado jefe de turno del entonces Departamento de Pronósticos. Me faculté de unos cursos que se impartieron en la Escuela de Meteorología para suplir la necesidad de especialistas. Quienes antes de 1959 estudiaban en Cuba los fenómenos atmosféricos tenían otros títulos; entre ellos estaban el ingeniero eléctrico José Carlos Millás, director del antiguo Observatorio Nacional, y el doctor en ciencias físico-matemáticas Mario Rodríguez Ramírez, mi maestro, el único de los dos que permaneció en el país.
Rodríguez Ramírez había hecho en los Estados Unidos, en tiempos de la II Guerra Mundial, un máster en meteorología. Fue él quien fundó la Escuela. La institución dio varios cursos para formar licenciados, refrendados luego por la Universidad de La Habana; soy graduado de uno de ellos, en 1974, así que mi título es por la casa de altos estudios habanera. Un año antes había terminado el nivel II, grado con el que ya se podía trabajar, de modo que desde 1973 comencé en el Departamento, luego Centro de Pronósticos. ¡En toda mi vida no he laborado en ningún otro lugar!
¿Acaso nació usted en el año de algún gran ciclón?
Nací el 22 de enero de 1946; hasta hoy no me preocupé por conocer las circunstancias meteorológicas que imperaron ese día; hubo un famoso huracán en 1944, y dos menos conocidos, pero intensos, en 1948. Hay un problema con la fecha de mi nacimiento; esta es la real, la que celebro; mas por papeles soy del día 29. Mi madre no trabajaba; mi padre era obrero azucarero; y yo me adelanté en nacer; entonces, para que le pagaran la maternidad de su esposa a mi viejo, me inscribieron el 29. Él empezó recogiendo muestras, después se hizo perito químico azucarero y, con esfuerzo propio, siempre luchando contra las circunstancias de la época, doctor en farmacia.
La historia de mis orígenes humildes es larga. Mi abuelo paterno vino de la Península, específicamente de Gijón, ciudad de Asturias, a inicios del siglo XX; trajo sus ahorritos, encima le prestaron dinero, y empezó a levantar cabeza. Cuando llevaba unos años en Cuba, el país, por efecto de la bonanza conocida como las “Vacas gordas”, vivió un auge de las construcciones, y él tuvo la idea de hacer una arenera en Boca de Jaruco. Aún no existía la Vía Blanca; puso una vía estrecha de ferrocarril para acarrear el material hasta la capital. Pero en eso vino el huracán del Valbanera (1919), así llamado porque hundió en el estrecho de la Florida al vapor homónimo que transportaba a cientos de emigrantes españoles a La Habana. La marea de tormenta inundó la costa, arruinó el Malecón y le destruyó a mi abuelo todo lo que había levantado junto al mar: lo dejó comiendo tierra de nuevo.
Por radio y televisión
Al Centro, ¿por qué se le llama “de Pronósticos”?
Su tarea fundamental es predecir lo que va a suceder en el tiempo para un determinado plazo. Dicha predicción no es perfecta, sino una estimación suficientemente aceptada de lo que en realidad ocurrirá; por eso se llama así, porque pronostica algo. Y cuando digo “en el tiempo”, me refiero al atmosférico. En inglés existen las voces “time” y “ vejrweather” para diferenciar el tiempo horario del meteorológico; son los equivalentes rusos “время” y “погода”. La lengua española tiene su particularidad; para precisar las dos circunstancias, en castellano hay que sumarle a la palabra tiempo un adjetivo, un calificativo.
¿Quién tiene la responsabilidad de la sección El Tiempo, tanto de la revista Buenos días, de Tele-Rebelde, como del Noticiero de Televisión (NTV)?
El pronóstico del tiempo que se da en ambos programas, y no la puesta en el aire, es responsabilidad del Centro de Pronósticos. Tenemos un sistema para garantizarlo; trabajamos las 24 horas, los siete días de la semana, los 365 días del año; no hay feriados, ni nochebuena, ni Navidad, y sí un grupo permanente de guardia formado por el jefe de turno y los especialistas. Cada uno analiza su parte: las estaciones meteorológicas, las imágenes de satélite, los radares, los modelos numéricos… Se hace una reunión a la 1:30 p. m., se discute la situación y luego el jefe de turno decide cuál será el pronóstico para hoy, para mañana… Solo a mí me compete cambiarlo, aunque nunca me he visto precisado a hacerlo. Únicamente cuando el país es amenazado por un huracán, por la gran responsabilidad que entraña esa amenaza, tomo las riendas absolutas del pronóstico y el Centro.
En casi 30 años de emisiones, la sección siempre se ha presentado con puntualidad en el NTV estelar, incluso el día de la muerte de mi padre, acaecida en 1996 en San Antonio de Río Blanco. Esa noche me tocaba el noticiero, no había quién me sustituyera; Armando Lima, que en paz descanse, estaba en Pinar del Río, y no tenía forma de localizarlo; me monté en el carro, fui para el ICRT, hice lo que tenía que hacer, y regresé.
¿Admite su doble condición de meteorólogo y comunicador?
La agradezco. Considero un don el poder ser comunicador, es algo que viene dado; quizás haya personas que lo aprendan, pero no es igual a cuando es natural. Hay cosas que la gente no sabe; por ejemplo, antes de ser meteorólogo fui fundador, en 1970, de la hoy Radio Jaruco, que transmite para miles de oyentes del nordeste habanero (por los 104,9 MHz de la FM). Diez años después me tocó iniciar las transmisiones sobre el tiempo en la televisión cubana.
Del 17 al 20 de diciembre de 1980 había sesionado el II Congreso del Partido Comunista de Cuba. El evento aprobó una resolución sobre los medios de difusión. Me la estudié y escribí un proyecto. Era funesto el hecho de que al Instituto de Meteorología le dijeran “de Mentirología”. Con un trabajo sostenido durante años, logramos cambiar dicho estado de opinión, pero en esos momentos ocurría así, y los chistes iban y venían. Por un lado, los pronósticos tenían baja calidad; y por otro, se mandaba una parrafada a la televisión, plagada de tecnicismos; no la leía un meteorólogo, sino un locutor, frente a un remedo de mapa, y la gente entendía poco o nada.
Le mostré la propuesta al Dr. Jesús González Montoto, en aquella época director del INSMET. “Vamos a llevarla a la Televisión Cubana”, me dijo, y el 13 de enero de 1981 nos aparecimos en la oficina de Ovidio Cabrera, quien entonces dirigía el Sistema Informativo. “¿Cuándo empezamos?”, le preguntó el funcionario a González Montoto. “¡Hoy mismo!”, respondió mi director, “hay una situación interesante, un frente frío en el Golfo de México.” “¿Y quién empieza?”, preguntó Ovidio. Y Montoto: “Rubiera.”
Yo no tenía ni traje ni corbata, hubo que salir a buscarlos. Por ahí un chofer me prestó una cuchilla de afeitar, y para allá fuimos, con un gran mapa de papel, para una transmisión en vivo. Pegamos el mapa con scotch tape, y cuando las luces le daban, la cinta adhesiva, con el calor, hacía por despegarse… Se trató de un pronóstico extendido; fue el gancho que usé para lograr la aprobación del proyecto. Si la televisión había sido reticente a aceptar nuestra presencia en sus estudios, y si tampoco existía una cultura sobre las predicciones meteorológicas, no era sensato comenzar con una sección diaria. Transmitiríamos un pronóstico para el fin de semana y, claro, también saldríamos cuando se diera una situación atmosférica interesante. La Televisión festeja hoy sus 60 años; la sección El Tiempo del NTV cumplirá la mitad en enero de 2011, aunque poco o nada se ha dicho aún de ello.
Fondo de egolatría
Meteorólogo o comunicador, ¿cuál actividad le dio más dolores de cabeza?
Ahí no tengo opción, las considero a ambas por igual, van unidas; si una no existiera la otra tampoco funcionaría. A veces ciertas personas me llaman aparte, con motivo de algún fenómeno meteorológico: “dime lo que no has dicho”, como si soliera ocultar algo. Pero le informo lo mismo a todo el mundo; a lo mejor con un cambio de frase, con mayor hincapié; lo que le digo a uno, lo explico en la radio y la televisión, y trato de usar palabras parecidas, para evitar distorsiones en el mensaje. En casos de peligro hay que llevar a la gente a que lo entienda y se mueva, sin pánico, hacia las medidas de protección. El temor implica inmovilidad, pérdida del raciocinio, por eso condeno la tendencia sensacionalista que se da en otros países; la impresión que provocan produce tal pavor, que el público no comprende nada.
Aquí cultivamos y preparamos al receptor de antemano, para que cuando llegue el momento sepa, conozca y actué en consecuencia. En otros lugares no es así; en días normales no se habla ni de temporada ciclónica, pero basta con que se aproxime un ciclón para que le cuelguen el sambenito de que es lo más malo del mundo, el diablo lo que viene por ahí. Recordamos las imágenes del éxodo masivo por las carreteras de Texas, Luisiana, Misisipi y Alabama, en el centro-sudeste de los Estados Unidos, cuando el huracán Rita (septiembre de 2005): todo el tránsito en una sola dirección, kilómetros de autos repletos de gente abandonando las ciudades. Se dio la voz de ¡sálvese quien pueda!, y allí el que puede es el que tiene carro.
Al margen del tiempo horario o meteorológico, ¿cómo interpreta los signos del Tiempo presente?
Nuestra época es compleja. Los grandes poderes, Europa, Estados Unidos, le impusieron al mundo modelos de consumo irracionales. Imagínese que cada uno de los siete mil millones de seres humanos con que cuenta hoy la Tierra despilfarrara lo mismo que malgasta un europeo o un estadounidense. ¡!
El mes de marzo de 2010 ha sido, a nivel planetario, el marzo más cálido de todos los conocidos desde que se miden las temperaturas (1860), con una anomalía positiva de 0,77 grado. Así, el mes de abril de 2010 fue el segundo abril más calido, y los últimos 10 años han sido los más calientes. El planeta se está calentando, y si las cifras son irrefutables, ¿cómo puede haber alguien todavía diciendo que lo del cambio climático es una farsa?, ¿no será que tiene otros intereses? Ese es un signo del Tiempo: un mundo en el que el agua escasea cada vez más, y las temperaturas se elevan.
¿Quiénes serían los responsables de este desafuero?
Los señaló nuestro ministro de Exteriores en la Reunión de cancilleres de la VI Cumbre Unión Europea-América Latina y Caribe (Madrid, mayo de 2010). “Del otro lado de la mesa”, dijo Bruno Rodríguez, “se encuentran las antiguas potencias coloniales, y de este, los que sufrimos la colonización… Ustedes son acreedores y nosotros deudores.” Es una paradoja que, siendo los más fuertes, los acreedores sean los responsables. Así los países ricos deberían de tener deberes elementales con los países pobres. Sin embargo, no los cumplen. Ni siquiera han podido acatar su compromiso de destinar el 0,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB), una migaja, a la ayuda al desarrollo. Ese es otro signo del Tiempo: el egoísmo de los poderosos.
En manos de un “buchito”
¿Cómo se antepone el egoísmo al desarrollo sostenible?
El desarrollo sostenible es un proceso que los países pobres están obligados a seguir por un problema de supervivencia, y lo siguen “a pesar de”, sin que la poca contribución de los ricos al desarrollo constituya obstáculo. He aquí el Diccionario de términos ambientales. Repasemos la definición de desarrollo sostenible. Dice: “Proceso de mejoramiento equitativo de la calidad de vida de las personas mediante el cual se procura el crecimiento económico social en una relación armónica con la protección del medio ambiente, de modo tal que se satisfagan las necesidades de las generaciones actuales y de las futuras.” ¡Más claro ni el agua!
El área temática es medio ambiente y desarrollo, y el término relacionado, desarrollo sustentable. ¿Cuál prefiere?
El término relacionado significa los sinónimos. Quizás a unos les guste más sostenible, y a otros, sustentable. Se trata de un desarrollo que permita el mejoramiento humano, el crecimiento económico, en una armonía con el medio ambiente, sin degradarlo. Por cierto, “medio ambiente” es una redundancia. En inglés es “environment“. En ruso también tiene dos palabras, “окружающая среда“ (medio circundante). En español habría que llamarle ambiente o medio, uno de dos. La voz se le escapó a los filólogos; es tarde para enmendarla; ya está acuñada. No por gusto este diccionario se titula de términos ambientales.
En su reflexión “Los peligros que nos amenazan” (marzo de 2010), Fidel estima que la humanidad no puede pasar por alto…
Tres hechos recientes —se adelantó Rubiera, conocedor del texto—: el descalabro de Copenhague, el terremoto en Haití y el sismo en Chile, al que le siguió un tsunami. Todavía no había ocurrido el derrame de petróleo en el Golfo de México.
La Cumbre de Copenhague fue un choque entre acreedores y deudores. Por más habría que decir que los países ricos obtuvieron su riqueza, primero, a costa de las materias primas extraídas de las colonias; después, a expensas del influjo económico de las repúblicas nacientes con respecto a sus antiguas metrópolis, y al fin, por cuenta de la explotación de los emigrantes. Pero solo una pequeña cantidad de personas detentan un alto nivel de vida en las naciones ricas. A ella le siguen un grupo de clase media y una amplia clase obrera, detrás de la cual marcha una legión de pobres.
Se dice que Estados Unidos es un país rico, pero cuántos pobres no hay en Estados Unidos. Los he visto con mis ojos, durmiendo debajo de los puentes. Un país que de verdad fuese rico, o por lo menos rico moralmente, no podía darse ese lujo. O no podía permitirse manejar una situación del modo en que lo hizo (EE.UU.) cuando el Katrina (agosto de 2005). Fue nula la valoración de los factores de riesgo a los que se exponía la zona, nunca se tuvieron en cuenta antes de que el huracán la golpeara. En eso hay tanta responsabilidad como en lo que ocurrió después del impacto, me refiero al gran desastre en el que los pobres llevaron las de perder. Estuve allí en noviembre de 2009. Impresiona el grado de vulnerabilidad de la zona afectada, su nivel de indefensión. Ese sería un tercer signo del Tiempo: el de la injusta distribución de la riqueza, el de un capital que se concentra en las manos de un “buchito” y una pobreza que se extiende a millones de personas.
Madre Tierra, fuente de vida
¿Decía que Copenhague fue un choque entre acreedores y deudores?
Exacto, parafraseando a Bruno, entre las antiguas potencias coloniales y los que sufrimos la colonización, o mejor, un grupo de países, cada vez más numerosos, que se están despertando. Si la Cumbre de Copenhague se hubiera hecho hace 30 años, no habría tenido un resultado tan catastrófico como el de hoy. Por dos cosas. En primer lugar, porque entonces no existía la percepción de riesgo que reina en el presente, y en segundo lugar, porque Estados Unidos, la Unión Europea, los grandes poderes, hubieran impuesto su supremacía y no hubiera habido quién dijera ni pío. Pero han pasado tres décadas y Latinoamérica está despertando, y también otros países del Tercer Mundo, y entonces hubo una respuesta. Y esa respuesta digna es la que impidió que volvieran a imponer su hegemonía como otras veces lograron hacerlo, como si pasearan por el patio de su casa. Ese es un cuarto signo del Tiempo: el de las naciones que despiertan.
Cuatro meses después se realizó la Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático en Cochabamba, Bolivia.
Que ha sido considerada como la respuesta más enérgica que se le diera al fracaso de Copenhague. Hablando con franqueza, Copenhague no quedó en nada, antes dejó una amarga impresión. ¿Quién podría concebir que una reunión semejante fuera suspendida para entregarle la sala al presidente de un país, y que este llegara, pronunciara su discurso frente a un grupo selecto de invitados, y con la misma se marchara, sin interesarse por el criterio de la mayoría, creído de que dio un oráculo? El proceder encierra una falta de respeto, un insulto a la inteligencia que solo puede merecer los calificativos de insolencia o prepotencia. He ahí un quinto signo del Tiempo: la arrogancia de los potentados. El mundo de hoy, insisto, tiene problemas bien complejos. Un continente completo, África, podría desaparecer a consecuencia de la infección por el virus del VIH, causante del sida. ¿Y qué se hace para evitarlo?
Hablemos, otro ejemplo, de los terremotos de Chile y Haití. El primero, de 8,8 grados de la escala Richter, fue más fuerte que el segundo, un sismo de 7,3 grados según la propia escala, pero hubo menos desastres, menos muertos, unas mil víctimas fatales contra más de 200.000 en Haití. Chile es un país más desarrollado y con más experiencia frente a los terremotos, allí los sismos son más frecuentes. El país andino cuenta con edificaciones más sólidas, incluso antisísmicas, y mayores recursos.
El de Haití es un pueblo que durante siglos de colonialismo y explotación ha sabido defender su cultura ancestral. Es un país donde los temblores de tierra son menos frecuentes, pero que tiene problemas no solo con los terremotos. Cada vez que hay algún sistema meteorológico capaz de producir lluvias, ahí vienen las inundaciones, las muertes y los damnificados. Y es que está deforestado; la pobreza reinante ha hecho que la población convierta las plantas en leña para hacer carbón: para cocinar, para vender, para vivir.
Luego ocurrió el desastre en el Golfo
Un accidente puede ocurrir en cualquier parte; lo que no puede suceder es que no se tomen las medidas a fin de prevenirlo. Quizás nadie lo ha dicho, mas para Estados Unidos esto fue un Chernóbil, aunque bajo el agua. Pobre ecosistema acuático que no tiene acceso a los medios ni puede demandar al ser humano. Pero es que vivimos en relación con él. Todo lo que le hacemos al ambiente nos lo hacemos a nosotros mismos.
La prensa denunció que la agencia federal responsable de asegurar que la plataforma petrolera Deepwater Horizon operara sin riesgos, antes de que explotara no inspeccionó al menos una vez al mes el sitio, como está planificado. En ese contexto, renunció a su cargo el director de programas de prospección de petróleo y gas del Departamento del Interior de Estados Unidos. Imágenes de satélite mostraron que una parte de la mancha negra pudo haber sido absorbida por la fuerte corriente del Golfo, lo que resultaría una amenaza directa para, entre otros, el ecosistema de los cayos de Florida. Aquí es donde uno se percata de la clase de Madre Tierra que tenemos, del daño que le estamos causando, y donde se comprende por qué la Conferencia de Cochabamba, primera de su tipo celebrada en el continente, propuso declararla como fuente de vida.
Contribución cubana
En Copenhague, Hugo Chávez, presidente de Venezuela, comentó consignas pintadas por los jóvenes. Una es: ‘Si el clima fuera un banco, lo habrían salvado.’”
Las frases chispeantes que Chávez se encargó de recoger, y Fidel catapultó en su reflexión, hayan su base en el modo que empleó el capitalismo para paliar una crisis de la cual aún no ha salido. El dinero de los contribuyentes salvó los grandes bancos, pero no las casas y puestos de desalojados y desempleados. Este es un sexto signo del Tiempo: la crisis global, sistémica, múltiple.
Evo Morales, presidente de Bolivia, confesó su sorpresa porque solo se hablaba de los efectos y no de las causas del cambio climático.
La salida a la atmósfera de los gases de efecto invernadero provoca el más grave problema enfrentado por la humanidad. En 1997 se firmó el Convenio de la ONU sobre Cambio Climático. Obligaba a los países industrializados a reducir sus emisiones en un determinado porcentaje en relación con las de 1990. George W. Bush, presidente de Estados Unidos, el mayor emisor, país responsable de la cuarta parte del total, rechazó el convenio. El criterio científico considera hoy ineludible asegurar niveles de reducción de, al menos, 45 por ciento de las emisiones para 2020, y no inferiores al 80 por ciento ó 90 por ciento de reducción para 2050.
Dichos niveles garantizarían la reversibilidad del fenómeno del calentamiento global. No solo la falta de voluntad política de las naciones poderosas, principales responsables, torpedea el propósito, sino la falta de acción. Es preciso investigar nuevas fuentes de energía, hacer que los procesos industriales sean más limpios. Y eso requiere de inversiones. ¿De dónde puede venir ese capital? Con transferir todo lo que se gasta en las guerras, por ejemplo, de Iraq y Afganistán, a un presupuesto de defensa para el cambio climático, se obtendría una buena cantidad. Pero ese es un séptimo signo del Tiempo: la falta de voluntad.
La voluntad, bendita facultad humana, sirve lo mismo para bien que para mal. La ONU revisa el cumplimiento de los ODM. Policías se amotinan en Ecuador. Fidel envía su mensaje contra la Guerra Nuclear…
El vicecanciller ecuatoriano denunció los llamados a la sublevación interna que, días antes de la asonada golpista (del 30 de septiembre), había hecho el ex presidente Lucio Gutiérrez. Lucio impartió una conferencia en un instituto de Miami (el Interamericano por la Libertad y la Democracia), y planteó la necesidad de “sacar” del poder a Rafael Correa. El propio Correa informó que su gobierno tiene pruebas para acusar a los presuntos autores del frustrado golpe de Estado, y que entre ellos figuran hombres cercanos al ex presidente ecuatoriano. Correa aseveró que Obama no tiene nada que ver con los hechos, pero señaló que no se puede descartar que grupos de poder de Estados Unidos hayan intervenido en la intentona. Son evidencias de lo que antes hablamos: el egoísmo de los poderosos, la arrogancia de los potentados y su reticencia a permitir una mejor distribución de la riqueza. De cosas como estas habló Bruno Rodríguez en la Reunión Plenaria de Alto Nivel de la AGNU sobre los ODM. Las metas previstas han sido cumplidas en Cuba casi en su totalidad. Nuestro compromiso también contribuye al desarrollo de otros.
¡Abajo la especulación!
Bruno celebró lo índices alcanzados por la Revolución Bolivariana en Venezuela, los resultados de Bolivia, Nicaragua y Ecuador, los avances de los Estados miembros de CARICOM, y los frutos del gobierno del presidente Lula en Brasil. Sin embargo, resaltó que estos progresos no han dependido de la ayuda de las naciones ricas, ni de cambios positivos en el orden económico global. El canciller cubano se preguntó, “¿de qué metas de desarrollo estamos discutiendo cuando, debido a la ausencia de voluntad política de los países desarrollados, no es posible siquiera llegar a compromisos para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero?”.
Fidel le puso la tapa al pomo con su mensaje contra la Guerra Nuclear, fruto de su encuentro con el académico Michel Chossudovsky. Arrancó subrayando que, tal y como lo previó Einstein, “el uso de las armas nucleares en una nueva guerra implicaría el fin de la humanidad”, y terminó con dos frases contundentes: una afirmación certera, “en una guerra nuclear el daño colateral sería la vida de la humanidad”, y una exhortación imprescindible, “¡tengamos el valor de proclamar que todas las armas nucleares o convencionales […] deben desaparecer!”. ¡Qué bueno sería que la voluntad de todos los políticos del mundo llegara hasta ahí!
Con esta idea veníamos a verlo, para hablar no con el meteorólogo que es, sino con el ciudadano simple, humilde, de a pie.
Esta no ha sido una entrevista sobre meteorología; aquí se destaparon otros de los Rubieras que llevo dentro, sobre todo el ciudadano un tanto sanguíneo, que lee noticias, relaciona y deduce, si bien se considera un hombre humilde.
La humildad es el camino más corto para llegar al amor. La falta de esta virtud se ha hecho crónica entre los grandes poderes, Estados Unidos, Europa…
Tengo buenos amigos estadounidenses; constituyen un pueblo grande; pero sufren un egocentrismo que toma su origen en el gentilicio que ellos mismos se aplican, “los americanos”, derivado del nombre oficial de su república federal, Estados Unidos de América. Es una trampa del lenguaje en la que caemos con facilidad; pocas veces empleamos el adjetivo para señalar a los naturales del continente americano; casi siempre lo reservamos para los estadounidenses, vocablo que ni siquiera existe en inglés; según su idioma, ellos, los estadounidenses son “the Americans”. De ahí viene su tendencia a considerarse el ombligo del mundo, su centro de atención y poder.
Como diría Antonio Maceo, pienso que los derechos hay que defenderlos con el filo del machete; no obstante, lo cortés no quita lo valiente, y la humildad es una condición hermosa. Su antónimo son la prepotencia, el “creerse cosas”. Por ahí los hay, bien creídos; es una mala calidad, una característica censurable; concuerdo con la igualdad ante la ley y la sociedad, pero no con el igualitarismo; quien más trabaje tendría derecho a ser mejor retribuido, mas no a ostentar, a pensarse superior, a “especular”, dice ahora la juventud. Tengo un amigo, un hombre mayor, trabajador de la agricultura, muy chistoso; una vez lo entrevistaron para la televisión, y se viró para los que estábamos allí, “¡caballeros, es que a mí me gusta el “figura´o”!”.
¿Y a Rubiera le gusta?
No, claro que no, y a propósito, me parece que ya hablé suficiente, cualquiera diría que si no me gusta me entretiene. ¡Ah!, “y este, este es el tiempo; les deseo que pasen un excelente día; hasta mañana”.
- Tags
- Article