Compartimos poco más de una hora de diálogo, tiempo suficiente para confirmar que a pesar del olvido y la destrucción, el pueblo haitiano está ahí, presto a levantarse. La reconstrucción tendrá que ser “sobre nuevas bases, si queremos una sociedad con menos injusticias y mucha más solidaria”, dice Généus.
En la tele las imágenes que siguen llegando son escalofriantes. El relato de lo que sucedió tras el terremoto de magnitud 7,0 en la escala de Richter, –el peor que ha sacudido esa tierra–, no deja de conmover. A menos de 15 meses del paso de cuatro ciclones, Haití vuelve a ser devastado por otra catástrofe natural. “Era un país frágil, que estaba en plena recuperación. Instituciones como la CEPAL ya preveían un crecimiento económico y la FAO había constatado el aumento de la producción agrícola.
“El 12 de enero y los días subsiguientes fueron apocalípticos –recuerda el diplomático. Solo dominaba el ruido de los edificios que se derrumbaban, enterrando a niños, mujeres, hombres, estudiantes, profesores, incluso, a los enfermos que estaban en sus camas en los hospitales. El teléfono ya no funcionaba. No había electricidad, ni transporte. La vida se había prácticamente parado y los sobrevivientes trataban de encontrar a las personas cercanas desaparecidas. Era el caos, el pánico general y el miedo”.
¿En esas circunstancias cómo se gobierna hoy en Haití?
Los edificios que simbolizaban los tres poderes del estado (el Palacio Nacional, el Legislativo y el de Justicia) desaparecieron junto a casi todos los ministerios e instituciones públicas. La situación es trágica y exige la presencia de un sitio de liderazgo.
Provisionalmente, el Presidente y sus Ministros, establecieron su buró en una estación de policía. Sobre los escombros comenzaron a trabajar con la asistencia humanitaria internacional, a organizar las operaciones de socorro y ayuda, el apoyo y la localización de las personas afectadas. Ahora preparan un plan de reconstrucción, con la cooperación de la comunidad internacional, para rehacer un país más viable y solidario.
La ayuda internacional se ha movido rápidamente con motivo de la catástrofe. Unas apuntan a acciones más “asistencialistas”, otras a la refundación del país. ¿Qué opinión le merecen dentro de esas iniciativas la condonación de la deuda externa haitiana y el proyecto integral de ayuda de emergencia, rehabilitación y reconstrucción propuesto por el ALBA , cuyos países acompañaban a Haití desde antes del terremoto?
En esta situación, que no es de guerra, lo que realmente necesitamos es de ayuda humanitaria: médicos, medicinas, alimentos, agua potable y medios para poder reubicar a la población. Con el paso del tiempo se han realizado reajustes, esfuerzos para mejorar la redistribución de esa ayuda. Igualmente representantes haitianos tomaron el control de muchos centros de decisión, medida que en estas circunstancias evita que otras personas decidan en nuestro lugar.
Sobre la condonación de la deuda externa hay dos caminos. De una parte las instituciones financieras internacionales, algunas de ellas han decidido anularla por completo, cuestión que agradecemos. Pero personalmente considero que no es solo esta medida la que reactivará la economía haitiana para sacarla de la crisis en que ha quedado.
Además está la propuesta del ALBA que cancela la deuda haitiana, junto a otras acciones, por ejemplo, el gobierno venezolano acordó condonar la deuda petrolera y ayudar al gobierno haitiano el período que sea necesario. De ese modo se evitará que Haití asuma deudas nuevas o que tenga que usar sus pocos recursos para adquirir petróleo en el mercado internacional.
También el ALBA decidió reencaminar el desarrollo agrícola del país, porque una ayuda masiva en alimentos, puede tener efectos negativos sobre la agricultura. Entonces esta ayuda, aunque sea modesta, para nosotros los haitianos, es muy importante, porque se corresponde con nuestros problemas fundamentales.
¿Cómo cree que se encaminarán los acuerdos de la Cumbre de los “países amigos de Haití”, de Montreal y los compromisos para la reconstrucción de su nación, en un período de 10 años?
Esta Cumbre en Montreal ha definido las grandes líneas para la reconstrucción y se prevé otra Cumbre de las Naciones Unidas. Pero el pueblo haitiano necesita y espera una respuesta inmediata y concreta a sus problemas.
No se precisa ser sabio para ver y comprender, por ejemplo que la producción agrícola debe ser una prioridad. Se suma el peligro del éxodo, del nuevo cambio demográfico sobre las economías regionales, que ya de por sí son muy débiles. Si queremos prever nuevas catástrofes, –catástrofes sociales esta vez–, es importante que invirtamos masivamente en la producción agrícola. Una decisión como esa no necesita de varias reuniones.
La presencia militar norteamericana se ha acrecentado en suelo haitiano. Se habla de 20 000 soldados estadounidenses desplegados en Haití, a pesar de la condena mayoritaria por parte de la comunidad internacional. ¿Sobre qué bases se ha mantenido esa permanencia de Estados Unidos, que si bien no llegó con la catástrofe, después del terremoto ha sido más evidente?
Los ciudadanos haitianos, los amigos de Haití y la comunidad internacional, en sentido general, tienen razones para estar preocupados. Hay antecedentes históricos, Haití ya fue ocupada en 1915, en 1994 y en 2004. Esas diferentes intervenciones no dejaron buenos recuerdos en nuestra memoria histórica.
En medio de estos momentos dramáticos para nuestro pueblo, en vez de la asistencia humanitaria, recibe la visita de militares, en un ambiente que merece otra presencia. Esperamos que la ayuda que realmente demanda la población haitiana, le sea entregada y que la permanencia de esa fuerza militar sea muy breve, porque Haití no está en guerra.
*¿Qué consecuencias puede tener esa intervención extranjera en la reconstrucción del país y la autodeterminación del pueblo haitiano? *
Los problemas reales de Haití son de orden político y económico. No es a partir de un acercamiento humanitario que podremos resolverlos. No nos hacemos ilusiones. En la situación actual está claro que la recuperación del país no será posible sin el respaldo internacional. Pero esta ayuda debe tener en cuenta nuestras necesidades y prioridades.
Somos nosotros quienes tenemos y vamos a definir cómo hacerlo, si no será como botar la ayuda y de nuevo Haití perderá el tren hacia el desarrollo. Esperamos que nuestros amigos no quieran decidir por los haitianos, porque entonces vamos directo hacia el fracaso.
Las noticias dan cuenta de adopciones a niñas y niños ¿cuál ha sido la posición del gobierno al respecto?
El gobierno declaró ilegales esas acciones. Los traficantes se aprovecharon de la situación de caos y se llevaron a niños y niñas, para ponerles más dolor a esos padres e hijos. Esperamos que los demás gobiernos escuchen nuestra denuncia y tomen las disposiciones necesarias para que sus países no sirvan de madriguera a individuos que actúan fuera de la ley.
La legislación haitiana sobre la adopción es muy clara. Un niño huérfano debe ser dado primero a un pariente cercano, pero nunca a una persona extraña o extranjera. Ese es un último recurso. Los servicios encargados legalmente, no se han restablecido. Muchas de esas instituciones fueron destruidas y sus funcionarios perdieron la vida.
Nosotros estamos seguros que hay ciudadanos que de buena fe, quisieran adoptar a un niño. Esa es una manera para ellos de expresar su solidaridad con Haití. A esas personas las exhortamos a tener paciencia, porque en medio de esta situación de caos, queremos evitar que las disposiciones legales sean escamoteadas.
¿Se ha sentido usted como Embajador de Haití, acompañado por el pueblo cubano en esta circunstancia?
Nosotros siempre nos hemos sentido acompañados por el pueblo y gobierno cubano. Cuba no solo respondió al llamado de ayuda humanitaria para apoyar a Haití. Cuba ya estaba allí y lo que hizo fue reforzar sus dispositivos humanitarios, su contribución en muchas ramas.
Lo que ha pasado exige un esfuerzo mayor en el plano médico. Cuba es el único país que ha respondido de manera masiva a esta necesidad inmediata. El mundo entero ha podido observar la eficacia de su solidaridad, una ayuda muy generosa, que nos permitió salvar un número incalculable de vidas humanas. Ahora también nos ayudan a prevenir el peligro de epidemias.
Gracias a Cuba y también a la ayuda de Venezuela, se han logrado muchos progresos en el campo de la producción de energía eléctrica. El aporte cubano se hace sentir además en otras esferas como la agricultura, la piscicultura, la alfabetización. Nosotros valoramos mucho esta contribución que se corresponde a nuestras necesidades y prioridades. Y todo sin pedirnos nada a cambio, es una ayuda completamente desinteresada.
¿Podría sugerirle al pueblo cubano otras formas para expresar su solidaridad con las hermanas y hermanos de Haití?
Nosotros no vamos a solicitarle nada al pueblo cubano. Solo aprovechamos para recordarles que en menos de dos meses Haití ya no estará en los medios de comunicación. Para mantener viva la solidaridad, les pedimos a nuestros amigos de Cuba que recuerden en todas las instancias, en todas las reuniones internacionales, que Haití necesita del apoyo de la comunidad internacional.
Y le agradecemos a todas aquellas personas que nos han acompañado y seguirán acompañándonos.
En medio del dolor es cuando más fuerte tiene que ser la esperanza ¿dónde cree usted que estén las mayores reservas del pueblo haitiano para reponerse de la situación que atraviesan?
El pueblo haitiano no esperó a la ayuda internacional para organizarse. Los mismos sobrevivientes escarbaron en los escombros para salvar a las víctimas mucho antes de la llegada de los socorristas internacionales. Los vimos también levantando viviendas de emergencia para compartirlas luego con otras personas.
A pesar de los reportajes de la prensa internacional y la insistencia de algunos periodistas por mostrar escenas violentas, podemos asegurar que no hubo caos en Haití, ante esta situación apocalíptica. Prevaleció el espíritu de solidaridad, que viene de nuestra historia y cultura.
Durante horas las fuerzas de seguridad estuvieron paralizadas, incluso, los efectivos de la ONU, pues tuvieron muchos muertos. La Policía haitiana perdió a parte de sus miembros y sus estaciones fueron destruidas. Sin embargo, en medio de este vacío no hubo situaciones incontrolables.
Uno de nuestros poetas dijo que somos un pueblo que ha caminado mucho. Yo lo reafirmo: el pueblo haitiano ha caminado mucho y lo sigue haciendo sobre los caminos de la libertad y la soberanía y no parará nunca de caminar hacia la luz.
traducción del francés: Mabel Vidal
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