Pero la mayoría de los ciudadanos estadounidenses entrevistados manifestaron desconfianza hacia el gobierno en Teherán, y lo mismo sucedió a la inversa, según el sondeo del Programa sobre Actitudes en Política Internacional (PIPA) de la Universidad de Maryland.
La encuesta detectó un alto grado de suspicacia y hostilidad recíproca, en momentos en que Estados Unidos acusa a Irán de fabricar armas nucleares e interferir en Iraq, lo cual aumenta las especulaciones sobre un posible choque militar entre los dos países.
“La encuesta demuestra que mayorías en ambos países son profundamente suspicaces hacia el otro, pero, sin embargo, acuerdan en una amplia gama de asuntos”, dijo Steven Kull, director del PIPA, organización que realizó el sondeo con la organización no gubernamental Search for Common Ground.
Amplias mayorías de los entrevistados en los dos países rechazan con fuerza al líder de la red terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden, y al movimiento islamista Talibán, que rigió en Afganistán entre 1996 y 2001.
También consideran que el terrorismo internacional es una “amenaza crítica”, que la guerra en Iraq aumentó el riesgo de atentado en todo el mundo y consideran que la democracia es “absolutamente importante” en el plano personal.
Mayorías similares en los dos países le conceden a sus respectivos gobiernos una buena calificación en cuanto al cumplimiento de sus ideales de democracia y los derechos humanos. Los estadounidenses le dieron una nota más alta al suyo en materia de democracia, y los iraníes lo mismo en materia de derechos humanos.
La encuesta también detectó un fuerte apoyo en ambos países al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), así como también a un eventual acuerdo según el cual Irán pueda enriquecer uranio a bajos niveles, sometido a una estricta verificación internacional. En esos términos, un acuerdo sería ampliamente aceptable para el público estadounidense.
De todos modos, alrededor de la mitad de los encuestados en los dos países consideraron “algo” o “muy” probable que Estados Unidos ataque instalaciones nucleares iraníes “en los próximos uno o dos años”.
Esta evaluación deja al descubierto las sospechas y la hostilidad que sobrevuelan la relación, aunque los encuestados estadounidenses parecían sustancialmente más dispuestos a llegar a un acuerdo con Irán.
Aunque los entrevistados iraníes se dividieron en mitades similares entre sus impresiones negativas y positivas hacia el pueblo estadounidense, el rechazo al gobierno en Washington resultó abrumador: 93 por ciento.
Mientras, 78 por ciento de los estadounidenses dijeron tener una impresión negativa del gobierno iraní, y 59 por ciento del pueblo de ese país.
Cuatro de cada cinco encuestados estadounidenses dijeron apoyar un diálogo directo entre los dos países, y dos de cada tres respaldar un amento del comercio y del intercambio entre pueblos.
Los iraníes se mostraron algo más reticentes. Apenas la mitad se mostraron a favor de un incremento del comercio, mientras poco menos de la mitad consideraron que deberían realizarse deliberaciones directas y más intercambio.
La encuesta en Irán constó de 134 preguntas realizadas en entrevistas personales a 1.000 personas en todo el país, tanto en áreas urbanas como rurales, entre el 31 de octubre y el 6 de diciembre.
Eso fue antes de la última ola de tensión, registrada desde mediados de diciembre, cuando hasta el propio presidente George W. Bush acusó a Teherán de “dar apoyo material para atacar soldados estadounidenses” en Iraq y se comprometió a “encontrar y destruir esas redes”.
Al mismo tiempo, anunció el despliegue de un segundo batallón aéreo en el Golfo, lo cual fue interpretado como la última escalada del enfrentamiento entre los dos países.
Ochenta y seis por ciento de los entrevistados iraníes tienen una opinión “muy desfavorable” de Bush, porcentaje que se reduce a 71 con el primer ministro británico Tony Blair y a 48 por ciento en el caso del presidente francés Jacques Chirac.
Tres de cada cuatro iraníes consideran que la influencia estadounidense en el mundo era fundamentalmente negativa, una proporción solo superada por el 83 por ciento que describió a Israel del mismo modo. Sesenta por ciento dijeron lo mismo sobre Gran Bretaña.
La mayoría de los iraníes encuestados, en tanto, consideraron “fundamentalmente positiva” la influencia de Rusia, Francia y Europa en general. Y tres de cada cinco iraníes describieron así la influencia de India y de Japón y el ascenso de China.
Más iraníes que estadounidenses consideraron positiva la globalización económica (dos tercios frente a 60 por ciento) y la actividad de las compañías mundiales (60 a 49 por ciento).
Veinticuatro por ciento de los entrevistados iraníes y 36 por ciento de los estadounidenses consideraron “incompatibles” las culturas occidental e islámica.
La mayoría absoluta de los encuestados en los dos países (54 por ciento de los iraníes y 56 por ciento de los estadounidenses”) manifestaron que ambas podían encontrar un “terreno común”.
Los iraníes también se mostraron más dispuestos a rechazar los atentados terroristas contra civiles, aunque una modesta mayoría pareció hacer una excepción en el caso de los palestinos contra Israel en algunas circunstancias.
Ochenta por ciento de los iraníes dijeron que este tipo de ataques “nunca” se justifican. En cambio, apenas 46 por ciento de los estadounidenses manifestaron la misma opinión