Las organizaciones de derechos humanos siguen incesantemente su trabajo para la liberación de los detenidos, la asistencia a los heridos y la búsqueda de confirmación sobre los rumores de varios fallecidos.
El presidente Manuel Zelaya, encerrado en la embajada de Brasil en Tegucigalpa, denunció ante la comunidad internacional la brutalidad del régimen golpista y advirtió de un plan para “suicidarlo”. Los edificios cercanos a la embajada fueron desalojados y tomados por las fuerzas especiales de la policía y el ejército, mientras siguen las represalias contra las decenas de personas que permanecen al lado del presidente hondureño, con corte de agua potable, energía eléctrica y severas limitaciones al acceso de personas para la entrega de comida para los refugiados.
-Estamos siendo amenazados con que se van a tomar la embajada de Brasil. Tengo informaciones de que existe un plan para asesinarme y ya tienen listo un médico forense para que declare que mi muerte fue un suicidio dijo Zelaya durante una entrevista con Radio Globo. Si eso ocurriera tengan la plena seguridad de que no se trató de un suicidio, sino de una magnicidio, porque mi vocación es de resistir y luchar hasta el fin.
El presidente Manuel Zelaya Rosales rechazó también la propuesta de diálogo presentada unos minutos antes por el gobierno de facto, en la que se acepta abrir una mesa de negociaciones, pero con las condiciones de que Zelaya renuncie a su pretensión de ser restituido en el cargo de presidente, reconozca de inmediato la validez del proceso electoral y acepte enfrentarse a las demandas judiciales formuladas en su contra por la Fiscalía.
“Pedimos también respuestas mucho más contundentes a la comunidad internacional, porque hasta el momento su acción ha sido muy lenta, lo cual les ha permitido a los golpistas y a la dictadura reacomodarse en el poder y dilatar la solución de esta situación”.
En estas últimas horas la tensión en Honduras ha alcanzado un grado nunca antes visto, y para tratar de analizar lo que está ocurriendo, Sirel conversó con Bertha Cáceres, directiva del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) y miembro de la conducción colegiada del Frente Nacional Contra el Golpe de Estado.
En menos de 24 horas se pasó de la euforia por el regreso del presidente Zelaya a la dura represión del ejército y la policía. ¿Cuál es tu opinión sobre lo que ocurrió ayer, 22 de septiembre?
Condenamos esta nueva violación de los derechos humanos del pueblo hondureño. Muchos compañeros y compañeras fueron detenidos ilegalmente, acusados de sedición y llevado a centro ilegales de detención. Es una muestra más de lo que son capaces estos fascistas y su estructura económico-militar, y están demostrando su firme intención de mantenerse en el poder a través de una verdadera dictadura.
En los barrios y comunidades marginales de Tegucigalpa la gente ha resistido de manera enérgica a la represión y al proyecto de muerte del gobierno de facto, y esta resistencia se va profundizando cada día más.
El presidente Zelaya por fin está en el país como pedía la gente y el mismo Frente Nacional Contra el Golpe de Estado, sin embargo el gobierno de facto ha demostrado de no querer ceder siquiera un sólo centímetro de su poder, y hasta se burla de la comunidad internacional. ¿Qué es lo que va a hacer ahora la Resistencia?
Debemos estar concientes que no podemos subestimar a este enemigo del pueblo hondureño, porque en cualquier momento es capaz de clavar sus garras sin importarle las condenas a nivel nacional e internacional. Debemos generar nuevas estrategias sin perder esta fuerza movilizadora de masa que nos ha caracterizado en estos 87 días de lucha.
La resistencia ha demandado la restitución del presidente en su cargo y no sólo su regreso, así que falta mucho por hacer. Pedimos también respuestas mucho más contundentes a la comunidad internacional, porque hasta el momento su acción ha sido muy lenta, lo cual les ha permitido a los golpistas y a la dictadura reacomodarse en el poder y dilatar la solución de esta situación.
Se habla de la posibilidad de una detención del presidente Zelaya a través de una acción violenta en la embajada de Brasil. ¿Sería un error para el gobierno de facto o le ayudaría a consolidarse?
Sería un gran error porque generaría más convulsión, profundizaría la crisis y desataría una gran reacción en el pueblo. Además, sabemos que esta gente es capaz de estar planeando un magnicidio y por eso hemos dicho que la vida del presidente Zelaya y de sus acompañantes corre peligro. Ésto elevaría más la insurrección popular.
La resistencia ha clasificado este régimen de dictatorial, aunque el gobierno de facto trata constantemente de presentarse como legítimo y democrático. ¿A qué sujeto se está enfrentando de verdad la población en resistencia?
Es una dictadura estilo siglo XXI, que mantiene algunas características de las dictaduras de los años 70 y 80, y presenta nuevas estrategias para aparentar ser democrática. Sin embargo, nadie puede dudar de que se trate de una dictadura que presenta una estructura económica, política y militar que controla todos los poderes del Estado, y que tiene el objetivo de golpear los procesos emancipadores de nuestro continente.
Lo que nos debe preocupar es que se trata de una nueva tendencia que se puede repetir en cualquier momento, en cualquier país del continente, y es por eso que se vuelve fundamental acabar con ella.
Estamos en un momento muy complicado y convulsionado. ¿Cuáles son los elementos necesarios para lograr restaurar la democracia y volver a emprender el camino hacia la emancipación del pueblo hondureño?
Tenemos que profundizar la insurrección popular y la organización del pueblo sin subestimar a nuestro enemigo, presionar para que la comunidad internacional sea más contundente y cortar las fuentes de financiamiento que siguen abasteciendo a los golpistas.