En su machacante condición de inexorable, el almana-que nos coloca ante el 5 de marzo, un año después de que la Parca ignoró la grandeza del arañero de Sabane-ta y lo desterró directo a… la inmortalidad. Tal vez al signo benéfico de su bisabuelo Maisanta -guerrero le-gendario-, o a sus próceres tutelares, deba Hugo Chá-vez esa fascinación que aún desata, en un mundo en que suele ser más propia de una estrella de rock que de un militar nacionalista.
Puede incluso, como insinuó García Márquez, que un soplo mágico rigiera sus actos epopéyicos. He ahí la misteriosa atracción que segregaba su cuerpo de ce-mento armado. Pero lo irrefutable, lo que no pertenece a la construcción romántica de un héroe, es esa revolu-ción del siglo XXI, la primera de América Latina, la Bo-livariana, que constituyó un parteaguas en medio de lo que parecía una perenne noche neoliberal. La quincea-ñera desencadenó una auténtica ola de gobiernos pro-gresistas y transformó al continente en un destino de resistencia de las izquierdas. Por eso la Patria Grande no es la misma después del trunco paso de Chávez.
Su arribo a Miraflores en 1998, en el contexto de una calamitosa crisis (en todos los ámbitos imaginables), tras cuarenta años de puntofijismo, zanjó la feria oli-gárquica-petrolera. Reestructuró la ideología de las Fuerzas Armadas morochas. Dotó de una nueva identi-dad y un significado popular el concepto de patria. La apuesta por la integración que activó el declive de la influencia gringa en la región mandó a bolina décadas de voluntad injerencista e instituyó el sentimiento anti-imperialista.
Nacía así la tradición del chavismo y con ella un odio visceral hacia el aguafiestas que se insubordinó al ren-tismo y desenfundó la palabra socialismo, resemanti-zada. A contracorriente, el Comandante se labró una legitimidad democrática incontestable. Lo demostró el 7 octubre de 2012 con su knock out a la ultraderecha, después de una “resurrección milagrosa” a raíz de la enfermedad.
Justo cuando el tiempo transcurrido nos recuerda su ausencia física, el orbe, deudor de este “Lázaro colecti-vo” que despertó un continente y “un pueblo dormido, como muerto”, conmemora la jornada Por aquí pasó Chávez, iniciativa que arrancó el pasado 4 de febrero en homenaje a aquella su conjura iniciática, y reverbe-ración de lo que sería siete años más tarde su proyecto político de vida. Las celebraciones, donde participan todas las sedes diplomáticas venezolanas, incluyen pronunciamientos, conferencias, foros, exposiciones fotográficas, proyección de audiovisuales, concursos de cuentos, poesía y ensayos. En Cuba se le rindió honores frente al monumento ecuestre del Libertador, mientras en los predios del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos se expusieron 19 gigantografías con su imagen rebosante durante las visitas al país, en el corazón de cuyos habitantes vive más que nunca.
Un “mesías” sutil
Como le hicieran padecer en su mandato, hoy la extre-ma derecha desafía a blindar el gobierno constitucio-nal. Y los mismos ciudadanos que rodilla en tierra se mostraron remisos a trocar lealtades parecen conmina-dos por el vibrante mensaje de despedida que el esta-dista dejó antes de someterse a su última intervención quirúrgica: “en cualquier circunstancia nosotros debe-mos garantizar la marcha de la Revolución Bolivariana”.
Las presidenciales de abril de 2013 avivaron la an-siedad de los roñosos a la caza de la mayor reserva pe-trolífera planetaria. A no dudarlo, el país sufre la de-nominada “maldición de la renta”, y la disputa por su distribución y control es el eje de una vil ofensiva, que ha cobrado visos nazifascistas. Todo por la incapacidad de los opositores para agenciarse el esquivo poder me-diante el voto con Henrique Capriles a la cabeza, cuentan cuatro descalabros electorales continuos. Ahora, con la mira en las legislativas de diciembre de 2015, apelan al manual de Gene Sharp, el tristemente conocido politólogo gringo, y a las teorías de “golpe lento” para capitalizar el descontento con una guerra psicológica, económica y mediática que justifique el zarpazo.
La misión desestabilizadora post Chávez nada tiene de original, pero sí un denominador común: la genero-sa subvención de Washington. El “mesías” se muestra más sutil que en Siria o Ucrania, en el criterio del por-tugués Miguel Urbano, sutileza equiparable a las lec-ciones de hipocresía al más alto nivel. Al parecer, Ba-rack Obama optó por ignorar el más reciente episodio de expulsión de tres diplomáticos norteamericanos de Venezuela, implicados en los violentos acontecimientos que sacudieron a la nación sudamericana a mediados de febrero, y que dejaron, según la Fiscal General, ocho fallecidos, 137 lesionados, 50 unidades de transporte terrestres dañadas y ataques a instalaciones del Estado. En contraposición, el jefe de la Casa Blanca se atrevió a exigir a su homólogo, sin ambage alguno, la liberación de los dirigentes extremistas detenidos. Invocó en su solicitud principios humanitarios, el respeto por los derechos humanos y el diálogo democrático. Texto digno de una sátira. Por cierto, el nombre del facinero-so Leopoldo López del partido Voluntad Popular, pendiente de ser juzgado por “llamados a la sedición” se menciona al menos 77 veces en cables diplomáticos de EE.UU.
En esta saga injerencista, la potencia se ha concen-trado en presionar desde el exterior contra la unidad interna a través de la captación de activistas, “programas sociales” y entrega de fondos a partidos, tal revelan documentos filtrados por Wikileaks. Desde el Referendo Revocatorio de 2004 hasta las elecciones de 2006 la Oficina de Iniciativas de Transición (OTI) de la Usaid entregó 15 millones de dólares a 300 “organizaciones civiles”, y ha calado aproximadamente en 238 mil adultos a través de foros, talleres y sesiones de ca-pacitación, con “el efecto deseado de alejarlos despacio del chavismo”.
Incrementaron su alcance a nivel local gracias al des-embolso de unos diez milloncejos y en uno de sus cenáculos los diputados del partido Podemos hasta solicitaron la intervención foránea. Los portales Panoramas News y Verdad Ahora dieron cuenta de la prepa-ración en 2012 de un ataque frontal al movimiento bolivariano, organizado desde la embajada estadounidense en Chile. Un complot incluía el uso de paramilitares contra el pueblo, el bombardeo de recintos estratégicos y el magnicidio de Maduro. El éxito estaría garantizado por el apoyo directo de las bases made in Usa en Colombia. A raíz de esto, el presidente venezolano reconoció la ayuda periodística recibida desde el país austral. “Tenemos amigos y amigas donde ustedes menos se lo imaginan”, dijo, luego de que el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional detuviera a dos si-carios colombianos presuntamente implicados.
Vuelven las hordas a la carga
Vista la exhortación explícita, de senadores como el republicano John Mac Cain, a una intromisión directa en Venezuela para “establecer la paz y la democracia” –como declaró a BBC-, Leopoldo López, quien, a juicio de observadores, utiliza sus “acciones de calle” para robarle protagonismo a Capriles, incitó a la insurrec-ción en enero: “Queremos lanzar un llamado a los venezolanos […] a que nos alcemos. Convocamos al pueblo venezolano a decir ‘basta ya’ […] Con una meta a discutir: ‘la salida’ […]. Aunque Capriles le acuse de generar falsas expectativas de cambio, el hombre está curtido en estas lides. El golpe de abril de 2002 lleva su firma.
Su convocatoria de rebeldía sangrienta fue respaldada por otras fichas de la recalcitrante oligarquía, como el alcalde de Caracas, Antonio Ledesma, y la diputada María Corina Machado, además de los aportes del paramilitarismo de Álvaro Uribe y de una facción de estudiantes de las universidades privadas, responsables de los dramáticos acontecimientos ocurridos en la “Media luna” (Táchira, Zulia y Mérida). Los sucesos del mes que se esfuma evocan para algunos analistas el funesto panorama desatado por mercenarios proyanquis en las distantes Benghasi, Homs o Aleppo.
En el ámbito de la sensible situación tampoco deben asombrarnos las declaraciones del secretario de la OEA, cuando aludió sin rodeos (el 22 de febrero) al plan in-tervencionista contra la nación vinotinta: “Sin embargo, los que deben lograr ese acuerdo son los venezolanos, antes de que sea demasiado tarde. Pero si ya no hay confianza en nadie, ninguna institución o personas que garanticen una postura ecuánime y no comprometida, tal vez el recurso a actores externos, provenientes de nuestra propia América y designados en común, sea una alternativa posible”
El no retorno
Insurrección y barbarie es lo que puede esperar el chavismo de las hordas fascistas. La ausencia de los titula-res de los departamentos de Miranda (Henrique Capri-les), Lara (Henri Falcón) y Amazonas (Liborio Guarulla) en el Consejo Federal de Gobierno demostró la renuen-cia al diálogo que propone Nicolás Maduro. ¿Para qué conversar si pueden deformar groseramente la realidad? La saturación “informativa y comunicacional” que producen los medios occidentales busca inocular la zozobra y el levantamiento cívico contra la dirigencia. Como parte del “caudillismo mediático”, así lo define una especialista, televisoras como la CNN calientan la opinión hacia una “ucranización”, y las redes sociales amplifican escenas de represión ocurridas en otras lati-tudes con rótulos que las ubican en Venezuela.
Sin embargo, el acaparamiento, el desabastecimiento programado y la especulación -parte de la guerra eco-nómica- no aparecen en los capsulares “noticiosos”. Los cuales han omitido hechos como el que, desde principios de 2013, las autoridades han requisado más de 50 mil toneladas de alimentos de primera necesidad (arroz, azúcar, aceite, café, etc.) escondidos en almace-nes; igual que la corrupción de la cadena de electrodomésticos Daka facturaba sus productos con un beneficio de mil 200 por ciento-, ya intervenida. En ese sen-tido la Ley Habilitante supuso un mazazo a las aspira-ciones de las mafias especulativas.
A pesar de las campañas, ante las que la Asamblea Nacional anunció la creación de la Comisión de la Ver-dad, y Maduro emplazó a CNN para que rectificara sus reportes, los chavistas refrendaron su posición a favor del voto como único camino para decidir el destino de su Revolución. Según Hinterlaces, 42 por ciento de los habitantes estima que el mandatario debe ejercer su cargo hasta 2019. Una encuesta donde prevaleció la tradición cultural de no violencia y el repudio a la agenda de “Salida”.
Conscientes del peligro que acecha, la dirección bolivariana debe ejecutar a tiempo ese “golpe de timón” al que aludió con agudeza el Comandante cuando exhortó a traspasar “la barrera del no retorno”. La formación socioeconómica que todavía prevalece en Venezuela, señaló, “es de carácter capitalista y rentista. Cierta-mente, el socialismo apenas ha comenzado a implantar su propio dinamismo interno entre nosotros. Este es un programa precisamente para afianzarlo y profundizarlo […]”.
Para eso, sentenció, es preciso “un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten”. Esto pasa por “pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos […] y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política”. Coincidamos: también Ve-nezuela precisa de la solidaridad concreta de sus vecinos, y que estos hagan saber que “tocar a uno, es tocar a todos”. Recordemos que su presencia oportuna en Bolivia y Ecuador evitó la concreción del golpe en desarrollo. Por el momento, sirva la convicción del Jefe de Estado legítimo cuando gritó a voz en cuello: “Nada nos apartará del camino de la Patria y de la vía de la democracia” y el pueblo, con su espaldarazo, corroboró la certeza del líder supremo: “Venezuela cambió para siempre”.
Pies de foto:
1. El gobierno de Maduro celebró una Conferencia Nacional por la Paz para llamar a la cordura. Internet
2. Las facciones respondieron al llamado de rebeldía sangrienta de la oposición nazifascista. Internet
3. El cacerolazo es un símbolo de las hordas derechistas en sus protestas callejeras. Internet
4. Las actividades a nivel mundial para homenajear al Comandante amigo se desarrollarán hasta el 5 de marzo. Internet
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