Por Gilberto Valdés Gutiérrez
A lo largo de los Talleres sobre Paradigmas Emancipatorios hemos ido construyendo la noción de sistema de dominación múltiple del capital, categoría operacional que nos ha permitido la superación del reduccionismo y la comprensión de que las rebeldías y luchas diversas contra el poder político y económico del capital están íntimamente vinculadas a la creación no solo, de un orden político-institucional alternativo al capitalista, sino a la superación histórica de su civilización y cultura hegemónicas. Hemos partido de las tramas y relaciones sociales en las que está enclavada la explotación.
Si llegamos al acuerdo de que ese orden económico y político hegemónico está ligado a una civilización excluyente, patriarcal, racista, discriminatoria y depredadora que impulsa la cultura de la violencia e impide el sentido de la vida, habrá que reconocer que la absolutización de un tipo de paradigma de acceso al poder y al saber, centrado en el arquetipo viril y exitoso de un modelo de hombre racional, adulto, blanco, occidental, desarrollado, homofóbico, consumista y burgués, ha dado lugar al ocultamiento de prácticas de dominio que en ocasiones perviven al margen de la crítica y la acción liberadoras.
Helio Gallardo advertía en uno de estos encuentros que la dominación se expresa en tres dimensiones: las tramas o relaciones sociales y las instituciones del poder hegemónico, así como las lógicas de la dominación que reaparecen una y otra vez en las propias luchas y procesos alternativos. Por eso apuntaba Gallardo: necesitamos muchas luchas micros y macros para que sea posible el ser humano y la vida.
Seguimos enfrentando trampas y obstáculos políticos y epistémicos heredados de la modernidad. En este sentido la sensibilidad adquiere valor solo y en tanto se asciende desde ella a la racionalidad. Lo sensible y lo espontáneo son preteridos como instancias menores de las luchas, lo mismo sucede con el deseo, sin embargo, debemos seguir articulando nuestras subjetividades sublevadas para lograr lo que un educador popular gaditano llama la erótica colectiva para cambiar el mundo. Por supuesto que necesitamos nuevas conducciones políticas que superen los vicios elitistas y reduccionistas del pasado. La organización del movimiento popular es también fundamental pero sin matar el ímpetu y las nuevas prácticas e ideas que emanan de las rebeldías espontáneas.
Ana Esther Ceceña nos actualizaba sobre los cambios en la base estructural, funcional, tecnológica y cultural del dominio del capital y propone asumir la noción de dominación de espectro completo.
Se trata de un concepto complejo que se actualiza mediante la experiencia cotidiana de la guerra en todos sus distintos escenarios y mediante el estudio del comportamiento humano, e incluso de todas las formas de vida que concurren en cada uno de ellos. Plantea que uno de sus aprendizajes en las disputas de la territorialidad en la actualidad es el de la aplicación simultánea y sin tregua de mecanismos variados que tiendan a confundir y a la vez producir resultados combinados mientras agotan en principio las fuerzas físicas y morales del enemigo. Ceceña distingue tres aspectos claves de esta guerra del capital contra los pueblos: avasallamiento, simultaneidad e impunidad.
La dominación capitalista se transfigura de acuerdo con los modos de acumulación y los cambios morfológicos que se producen en la naturaleza del trabajo.
No se puede obviar tampoco que vivimos en una sociedad mundial estetizada y que del mismo modo que el desafío consiste en sacar la globalización de la agenda de las transnacionales, se impone asumir de modo liberador la estitización de la vida.
Entre los aportes centrales de estos encuentros ha estado la generación de prácticas de conocimiento senti-pensantes que reconocen y legitiman la diversidad de saberes provenientes de distintos epistemes o nichos socio culturales desde donde son pensadas y articuladas las luchas. Es lo que la amiga Sochilt Leyva llama la necesidad de desarrollar epistemologías en pie de lucha, en otras palabras, construir saberes comprometidos con la emancipación.
Un ejemplo paradigmático de ello ha sido el aporte del movimiento feminista y de mujeres para visibilizar las lógicas del dominio patriarcal no solo sobre las mujeres, sino sobre toda la especie humana y la destrucción de los límites físicos y biológicos de la tierra.