Wikileaks, con arte de prestidigitador, sigue sacando del sombrero cables secretos y los últimos revelan las condiciones de los detenidos en una cárcel que Obama prometió cerrar en el plazo de un año pero que, 30 meses después, sigue funcionando.
En Cuba siempre ha sido un problema escribir sobre los opositores presos, los disidentes nos corrigen diciendo que en realidad son prisioneros de conciencia y el gobierno nos aseguraba que se trata de presos contrarrevolucionarios.
¿Cómo llamar a los de Guantánamo? No son “Combatientes Enemigos” porque muchos nunca dispararon un tiro. Tampoco presos políticos ya que algunos ni siquiera militaban y menos prisioneros de conciencia, nadie se molestó en averiguar cómo pensaban.
Los cables secretos del Pentágono revelados por Wikileaks y publicados por El País de España confirman que el 60% de los arrestados fueron conducidos a Guantánamo sin que mediaran pruebas concluyentes en su contra.
Para terminar preso en la base basta con que te consideren una probable amenaza a EE.UU., también si creen que quizás pudieras serlo y a veces hasta pensando que es improbable. Vamos, que cuando te les metes en la cabeza no hay forma de escapar.
Eso explicaría por qué llevaron a Guantánamo como combatiente enemigo a un anciano de 89 años con demencia senil y depresión. Wikileaks nos revela por qué este señor se convirtió en una amenaza a la Seguridad Nacional de EE.UU.
Su único delito fue tener un teléfono satelital en su casa. Es paradójico que Washington considere tan peligrosos estos aparatos y se indigne cuando Cuba condena al estadounidense Alain Gross por entrarlos de contrabando a la isla.
De los más de 700 presos que pasaron por Guantánamo únicamente siete fueron juzgados. Es que resulta difícil presentar cargos ante los tribunales contra personas a las que se detuvo por tener un primo en la Yihad o transitar por rutas que usan los talibanes.
La palabra tortura aparece en 800 documentos, al parecer es una práctica común en los interrogatorios. Paradójicamente, cuando finalmente localizan a Bin Laden, el hombre que más información maneja sobre al-Qaeda, le pegan dos balazos y lo lanzan al mar.
Podrían haberlo capturado e interrogarlo, la Casa Blanca confirmó que estaba desarmado. Pero dicen que se resistió a mano limpia y que los mejores comandos de EE.UU. no tuvieron más remedio que pegarle un tiro en el ojo y otro en el corazón.
Hace pocos días el disidente cubano Ángel Enrique Fernández inició una huelga de hambre pidiendo la libertad de Alain Gross, porque somos defensores de los DD.HH., da igual del país que sea quien está preso injustamente en Cuba, explicó.
Agregó que el único delito del estadounidense fue traer teléfonos celulares. Pensando así, los opositores cubanos bien podrían haber incluido entre sus reivindicaciones la libertad del anciano afgano y algunos de sus compañeros.
Al fin y al cabo están en Cuba, detenidos injustamente, por razones políticas, sin que se les celebre juicio y con sospechas de ser torturados. Es verdad que no son cubanos, pero a los disidentes les da igual del país que sean.
Operativamente no es un problema, las demandas se podrían entregar a los diplomáticos estadounidenses y las manifestaciones alternarlas, unos domingos en la Quinta Avenida y otros en el malecón, frente a la Oficina de Intereses de EE.UU.
La idea puede parecer extraña pero no por eso deja de ser justa. Hacer una campaña a favor de la libertad de seres humanos detenidos por casi una década sin causa y sin juicio, debería ser indiscutible para un activista pro Derechos Humanos.
Significaría un doble beneficio para el movimiento de DD.HH., les permitirá seguir activos después que Raúl Castro libere al último preso político y ganarán credibilidad desmintiendo a quienes los acusan de ser mercenarios del imperio.
por: Fernando Ravsberg, BBC