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La Muestra de mirarse adentro

Miriela Fernández Lozano

Cada año se realiza este certamen estimulado por el ICAIC, que propicia la convergencia de jóvenes creadores, la mayoría de forma independiente, para concursar, pero sobre todo, mostrar y analizar obras audiovisuales, en los géneros de ficción, documental y animación. Muchas y muchos han interpretado su participación –porque además se ha comprobado en la práctica- como un inicio en el séptimo arte o en el mundo más ancho de la realización audiovisual. En la programación, espacios como Moviendo ideas o Haciendo cine han permitido la confrontación ideoestética, y han abierto el camino a nuevas producciones. A lo largo de estos años, ha sido muy beneficioso el acompañamiento de experimentados y reconocidos cineastas, entre ellos, Fernando Pérez, así como una hornada bisoña de escritores, críticos y periodistas que, esencialmente, desde Bisiesto y otras publicaciones han ofrecido brújulas a interesados e interesadas en las presentaciones.

En ese sentido, la muestra ha crecido. El deseo de ensayar la originalidad, la necesidad expresiva y, por qué no, de dejar documentos sobre estos días, de forma metafórica o más realista, pero siempre desde una auténtica mirada hacia adentro, es lo que ha motivado esta creación. Para estas jornadas de visionaje fueron escogidos 41 documentales, 9 animados y 37 materiales de ficción, esto último significó una fabuladora evolución si comparamos con ediciones anteriores.

El acercamiento a las producciones vislumbra disímiles estilos y conceptos. La prueba individual o en equipo a la que se someten los jóvenes cineastas pasa por ese rompimiento con la formalidad en los discursos estéticos, por la intertextualidad, por lejanas o próximas referencias al cine cubano, a otras cinematografías e incluso, a la literatura, en función de la creatividad y de conseguir una consonancia entre el contenido y la forma de las obras –es lo mismo que ocurre, salvando las distancias genéricas, en la nueva cartelística que va de la mano con los audiovisuales durante la muestra-. Algunas fallan en esa aventura, y mucho influye la improvisación, el intento de “jugar a hacer cine” o la falta de investigación; pero otras, es el caso de Camionero de Sebastián Miló (Mejor ficción) o La piscina, de Carlos M. Quintela (Premio al riesgo y búsqueda artística) se lanzan a imaginar movedizas las arenas de lo postmoderno, en las que se fijaron los báculos del fin de la novedad artística, y hasta logran sorprendernos.

Sin embargo, para ser certera, tendría que decir que más que la recontextualización estética, lo que provoca esta admiración es el tratamiento temático a una Cuba menos recurrente, porque si algo caracteriza a esta muestra es su vuelco a lo nacional, como ya decía, pero a partir de problemáticas poco trilladas o el rescate de algunas historias que laten bajo los escombros de la cotidianidad. Y ahí radica la valentía que se arrogan organizadores y artistas, ofreciéndo(se), al mismo tiempo, la posibilidad de deconstruir determinados arquetipos y dogmas, y de reescribir nuestra contemporaneidad con otras voces, desde sus vivencias, desde la indagación en sus circunstancias.

En un recuento anárquico de muestras anteriores, aparecen tópicos como la vivienda, la prostitución, el travestismo, el interrumpido accionar de los centrales azucareros, el machismo, la emigración, la soledad, Cuba en delirios…El cineasta Fernando Pérez escribió en La partícula de Higgs, a las puertas del onceno encuentro: “es la realidad (cambiante, sinuosa y creciente) la que determinará el perfil de cada edición”, y en esta, algunos de esos temas vuelven en primer plano, evidenciando el compromiso de creadores y creadoras con su contexto.

Precisamente estas proyecciones, de aplaudible realización o mucho menos logradas, han levantado la marea de criterios sobre el certamen. Algunos y algunas proponen mayor rigidez selectiva, apuntando el extravío estético o el hedonismo irresponsable de los participantes; otros, que rescatan el entusiasmo de épocas anteriores, donde surgieron espacios como el Noticiero del ICAIC, piensan la muestra como un lugar de libertad, teniendo en cuenta las nuevas necesidades de debate y la ausencia de muchos de estos temas en nuestra programación.

En cualquier caso, lo más importante será que la muestra no se hunda con estos oleajes, por el incentivo que representa para la joven creación. Y si bien el comité organizador es el encargado de definir pautas para el escogimiento de las obras imagino que en discusión con otros cineastas y críticos, quisiera asistir a un espacio inclusivo, que ofrezca la oportunidad de ejercitarnos en la crítica sobre “la crítica” o la apología.

Para quienes andamos el sendero de la comunicación popular nos es difícil sentir las obras como un fin último de realizadores y realizadoras o acogernos al principio casi frankfurtiano de que después de los aplausos no hay nada que hacer. Por eso, no considero que los discursos presentados sean pesimistas, tal vez algunos sí, pero dejan abierta la reflexión y con ella, la posibilidad de transformar. Mucho se puede extraer para el trabajo barrial, comunitario, o para devolver a un público masivo, pues varias nos dicen, desde esas historias comunes, que la emancipación significa comprensión de lo humano y su singularidad.

Esta edición tuvo como valor adicional el descubrimiento colectivo de Jaime Prendes y su exposición fotográfica El hombre nuevo. No pocos identificaron los puentes entre su poética y la de Suite Habana, por lo que, otra vez, simples personajes de las esquinas de los días nos hablaron de desidia y persistentes quimeras.

Cierto es que lo visto han sido fragmentos de la realidad, pero cada relato atestigua la inquietante veracidad en la que se basan estos fotogramas. En ese sentido, también será un reto para creadores y creadoras la permanencia de la muestra, por la capacidad que tengan para abordar su época con franqueza, inteligencia y poesía, sabiendo que una sola historia ya es suficiente para atender la provocación del arte, y aceptar su propuesta de discusión y emprendimiento…

pd: En esta 11na Muestra de Jóvenes Realizadores el Centro Martin Luther King otorgó el permio Caminos al documental “Al final del camino” de los realizadores Yaima Pardo y Diddier Santos.

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