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La solidaridad que regresa

Bodas de tierra

Desde que me pidieron estas palabras no puedo dejar de tener piel de gallina al pensar que el Centro Memorial Martin Luther King cumple 25 años. Años de embarrarse, de hacer caminos al andar. Años en los que, por suerte, me dejó conocerlo por dentro, entre horas, talleres y charlas con sus integrantes que ahora son amigos y amigas. Permitiéndonos compartir sus experiencias de educación popular, compartiéndonos sus pasos, entusiasmándonos con o sin saberlo.

Tantas personas sembrando semillas de libertad, solidaridad y comunicación popular por las tierras de América Latina. Y de una de esas semillas salió parte de lo que hoy soy, hago y hacemos con mis compañeros y compañeras.

Y no creo en las “bodas de plata” para personas con tanto barro recorrido. Por eso festejo desde lejos estos 25 años que me gusta llamar bodas de tierra. Y qué lindo se siente para las semillas, la tierra.

Celeste Neyra
Comunicadora de Red Eco / Código Sur

La injusticia en cualquier lugar es una amenaza en todos lados
La Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC- Vía Campesina extiende un fraterno saludo al Centro Memorial Martín Luther King por estos 25 años de lucha y solidaridad.

Asimismo, reiteramos nuestro compromiso de seguir articulando luchas por un continente y mundo, más justo y socialista para todas y todos.

Por la tierra y soberanía de nuestros pueblos
¡AMÉRICA LUCHA!

Viviana Rojas Flores
Comunicación CLOC- VIA CAMPESINA
Secretaría Operativa Ecuador

Vida larga para el Centro Martin Luther King. Que continúe siendo un lugar de referencia para todos aquellos que creen no sólo en un mundo más justo, sino también en la transformación de los sujetos.
Un abrazo para todas y todos

Jorge Pereira Filho
Periodista brasileño

Queridos amigos del Centro Memorial Dr. Martin Luther King, Jr;
¡Tan apreciados Raúl y Joel!:

En este día de celebraciones y remembranzas, vuele hasta ustedes nuestra más cordial felicitación y gratitud por la vida y la obra del CMMLK. Sin duda, en el último cuarto de siglo, en el ámbito de las instituciones de formación teológica nacionales el Centro ha sido de lo bueno lo mejor, afirmando así su compromiso de trabajar y dedicar sus esfuerzos en bien de la comunidad y las iglesias cubanas.

Confiados en que Dios, “que comenzó en ustedes la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil 1,6), les saludan y abrazan fuertemente:

Carlos R. Molina y Beatriz Ferreiro García
Profesores del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas

A Raúl Suárez y su gran familia el Centro Martin Luther King y la Iglesia Bautista Ebenezer

Llegué al Centro Memorial Martin Luther King, gracias a mi querido Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, donde trabajé como periodista e investigadora durante muchos años. Fue a finales de los años noventa, donde en exposiciones de arte, conciertos de la trova, talleres —jamás olvido el impartido por el escritor colombiano Arturo Alape y organizado por ambos centros— donde conocí a los Suárez: Joel, a Lily, al pastor Raúl, y también a Esther Pérez y Fernando Martínez Heredia…

No recuerdo bien si fue en ese enero de 1997, en la primera entrega del Premio Memoria —que recibí junto a Idania Trujillo— donde también por primera vez vi a Lily Suárez con una cámara filmando para la memoria del Centro Pablo… Allí disfruté de la presentación de su documental Ansias del Alba sobre los zapatista, y de la entrega del Premio Pablo al CMMLK.

Fue también en la calle Muralla de La Habana Vieja donde me reencontré con Ena Lidia Domech, que se desempeñaba entonces como periodista del Martin Luther King y con la que compartí talleres como el de Historia Oral e Historia de la Localidad impartidos por la historiadora norteamericana Jody Pavilack y el educador popular e historiador Mario Garcés. Fue precisamente entonces que vi nacer el boletín Caminos (Ena como editora le llamó de Nueva Época), aquel primer número de marzo de 2000 y donde se inició mi colaboración con el Centro como periodista. Fue con Marta Alejandro, Daysi Rojas, Marla, Cary, Juanfri, Carmen Nora… que conocí de tirarnos en el piso con un papelógrafo, donde supe el otro significado de la palabra devolver, y tantas y tantas otras esencias que me han marcado en la vida.

En esos años visitaba mucho el Centro Martin Luther King, su biblioteca y conocí otros miembros de aquel importante espacio —no me gusta llamarla ONG o institución— que luego fueron y son amigos entrañables: Rubén, Landy, Ileana, Roly… A hermanas y hermanos de la Iglesia Bautista Ebenezer (nunca he podido separar la iglesia del Centro): Raquel, Gladys Abella, Daysi Rojas, Xiomara, Evaristo, Adalys… Y cómo olvidar a Jesús, para mí el profe de Biología en la universidad de la Isla, y que ahora se me presentaba como educador popular.

Para el año 2003 —en una de mis visitas mañaneras rumbo a La Habana Vieja y saboreando el café de Arahilda, en ese espacio perdurable del patio donde se comparte no solamente el néctar negro sino saludos, abrazos, alegrías y también preocupaciones, noticias tristes, Joel me comenta que Ena debía abandonar el Centro y andaba como loco buscando quién podría ocupar su lugar como periodista. No sé por qué intintivamente le mencioné a Idania Trujillo. Fue en ese momento que conocí a Cheito.

A Idania allí la tienen, desde esa fecha hasta el momento. Con ella he compartido instantes entrañables, no solo en la vida sino también del Centro: la publicación sistemática de trabajos periodísticos sobre el propio Centro, el barrio de Pogolotti, la realización de documentales, y en estos últimos años la edición de libros, y la selección y compilación de Para avivar el espíritu… Claro, todo esto sin renunciar a mis colaboraciones como periodista y compartir cada mes la lectura de lo que luego será el próximo número del bole Caminos…

Siempre me sorprende la palabra de Pablo de la Torriente Brau, su actualidad, su manera de decir… Gracias a este Centro me encontré con otras palabras: Martin Luther King, Eberhard Arnold y las de nuestro pastor Raúl Suárez…

En estos últimos tiempos he tenido la suerte de ver nuevos proyectos y de conocer, como dirían los del Centro, a otras y otros, de los que solamente mencionare algunos: Yiarela, Tamara, Marcel (un entrañable amigo)… Kirenia, Corita, Margarita, Erick, Gladys Ibarra, Miriela, Llanisca, Ángel Piedra, Yoel, Gabriel, Lien, Vladi, Sandra, Yunis, Carmencita, Belkis, Gualki, Baby, José Luis, Ramoncito, Richard, Maikel, Alejandro, Pombo, los Amados, Hermes, Miguel Ángel, Martica, Lidia, Roly, La China, Blanquita…

He tenido la dicha de compartir con otros colaboradores y miembros de proyectos como Hildelisa (Pogolotti), Reglita y el Kimbo (La Marina), Heidys (Güines) y Frank, ese niño grande que sueña y sueña, que canta y canta los himnos de la República Española, de los zapatistas…

¡Por Dios, cuánta gente!, ¿a quién habré olvidado? No importa, espero que sepan perdonarme pues estas palabras me han salido de un solo golpe de máquina —quise decir teclado de la computadora— pero es como un abrazo a través de palabras por todo lo que guardamos en la primera bolsa, esa grande: con todas las cosas buenas y lindas que han hecho y construido en estos 25 años.

Y como en ese Centro he aprendido la realidad de lo que es ecumenismo y también porque algunas y algunos quieren “convertirme” concluyo con este Salmo: Maravillosos son tus [vuestros] testimonios; por esos los he guardado en mi alma (Salmos 119, 129).

Elizabet Rodríguez
Historiadora, periodista y editora.

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