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Lo que no dicen los medios de comunicación: La Colmenita está en EEUU

Washington, New York y San Francisco son puertos para este viaje que pretende poner en diálogo ambas culturas y compartir el arte juguetón y alegre con el que contagian los niños y niñas de la Compañía.

Curiosidades, asombros, sorpresas, vienen a los labios una y otra vez. Tantos años de distanciamiento, prohibiciones, bloqueo, hacen que EEUU resulte un país desconocido, a pesar de que muchos cubanos y cubanas tienen algún ser querido viviendo por estas calles.

El Comité por la liberación de los Cinco ha unido esfuerzos en el deseo común de regar la miel de la Colmenita en suelo norteamericano y ha hecho posible este viaje junto a otros queridos amigos. Coordinaron una tranquila y cálida llegada a Miami y han organizado la gira de manera que podamos visitar escuelas, teatros y otros espacios de interés.

La Colmenita trae algunas propuestas. La primera de ellas, La cucarachita Martina, uno de sus clásicos, protagonizado por niños muy pequeños, despertará la ternura del público que disfrutará de las canciones de la puesta, recordando sus propias historias personales con este cuento casi universal. La segunda, es el grupo musical que pasea con gozo y sencillez por un repertorio amplio y diverso, haciendo paradas en la obra de artistas imprescindibles en la cultura nacional.

Se suma su última producción, Abracadabra, una obra que intenta provocar reflexiones sobre alternativas posibles para una educación más crítica, dirigida a las esencias, a partir de un tema muy presente en la vida de los niños y niñas cubanos, el encarcelamiento en EEUU hace trece años de Cinco cubanos, uno de ellos en libertad supervisada, por evitar la consumación de actos terroristas contra el pueblo de la isla.

En su primer día de gira, los niños disfrutaron los muchos colores de los árboles que regala el otoño, la alegría de las ardillas que retozan entre la raíz y las ramas de árboles de un parque común, los animales inmensos del Museo de Historia Natural, y también han apreciado las poderosas imágenes del imperio, grandes edificios sobre los que se asienta el poder construido en toda una historia de dominación y saqueo de otras culturas y pueblos.

Los cubanos trajimos un poco de la lluvia que cae en la isla por estos días para extrañarla menos. El agua no detuvo la curiosidad infinita de niñas y niños que caminaban por las calles de Washington, cantando El cuarto de Tula y otras canciones imborrables de la tradición musical cubana.

No faltaron sitios de obligada referencia: el memorial a Lincoln, que evocó muchas preguntas sobre los presidentes de EEUU, la esclavitud, la guerra y el rol del presidente Obama en esta época. Tatuado en la pared, el último discurso de Lincoln recuerda el proyecto de liberación y unidad, y explica las causas de la guerra lamentada. Los niños no pueden evitar compararlo con lo que ha sucedido después.

Sin agua está la zona entre el Monumento a Washington y el Memorial a Lincoln. Había tantas personas rondando el sitio como aquel día en que Luther King dijo tener un sueño. Aquel día al ver el poco espacio para los muchos presentes, alguna gente allí reunida, prefirió escuchar dentro del agua a su líder.

Todo lo quieren saber los niños de la Colmenita. Detrás de cada una de estas historias encuentran razones que ayudan a entender la propia. Pero tres de los niños no estuvieron. Acompañaron a Carlos Alberto Cremata (Tin), el director de esta Compañía infantil, a importantes conversatorios con las congresistas norteamericanas por California, Laura Richardson y Bárbara Lee. La primera de ellas, tan encantada con la visita que se hizo acompañar de ellos en el Congreso en el momento en que dio su voto a favor de políticas protectoras del medio ambiente.

Los niños asociaron de inmediato la pantalla, las butacas y el tono sobrio del espacio a las imágenes televisivas que habían visto en Cuba tantas veces. No sabían que más tarde encontrarían para su sorpresa un rostro tristemente célebre en las relaciones de Cuba con Estados Unidos, presente en los medios cubanos en momentos de malas noticias para el pueblo.

Al lado de los niños, porque el mundo es un pañuelo, Ileana Ross se fotografiaba, reía y hablaba en voz muy alta. Cuando ya salía, vio a los niños vestidos con pullovers blancos pintados de abejitas tocando música. De inmediato se cortó su risa y su buen humor.

Sin embargo, la emoción más grande del día de estos tres niños, Alá, Andy y Federico, estaba por llegar. Compartiendo en casa de Alicia, entró una llamada de Gerardo, quien tuvo que hablar mucho para no dejar demasiado espacio al llanto de todos los que estaban allí que no sabían qué decir ante sus preguntas alegres, su nivel de información, su preocupación y curiosidad por cada detalle de la gira. Gerardo estaba al tanto de Abracadabra, de Habanastation, de los últimos pasos de la Compañía. Conversaba con los niños como si estuviera sentado junto a ellos. Los niños, entre emociones y alegrías lograron transmitirle lo más importante en la voz de Federico cuando le dijo a Gerardo que lo quería mucho.

Con la mochila repleta de experiencias, en solo el primer día de esta gira, La Colmenita llegó a la Sección de Intereses de Cuba en Washington para cantar canciones de los Van Van, Adalberto Álvarez, la trova tradicional cubana. Poco a poco las pailas, el güiro, el baile de los pequeños fue levantando de los asientos a todos los presentes que terminaron disfrutando de la mejor música cubana interpretada con mucha frescura y autenticidad por los niños.

Al final del salón, al alcance de unas pocas cámaras indiscretas, una gran rueda de casino unía a los cubanos recién llegados y los que trabajan en la Misión, en un baile sabroso que recordaba la maravilla de ser de la isla, las múltiples raíces e influencias que tenemos en común, lo fácil que será siempre abrazarnos cuando nos encontremos en cualquier lugar del mundo. Los niños cubanos de la Misión despidieron a los colmeneros con un hasta mañana, lleno de bullas y alboroto.

La primera presentación

La Universidad Americana de Washington es un sitio tranquilo. Algunos estudiantes juegan fútbol frente a la capilla donde la bandera cubana anuncia nuestra presencia. Al lado de los estudiantes, los niños de La Colmenita también juegan. Se pelean por alguna que otra trampa, se ríen de sus habilidades para la pelota y disfrutan del sol de este día, un sol hermoso que multiplica el calor que llega desde la isla para el pueblo norteamericano.

Dentro de unas horas se presentaría Abracadabra, la más reciente obra teatral de esta compañía infantil cubana. Pero sus pequeños actores y actrices no buscan concentración en el camerino, ni se cuidan la garganta del aire seco y distinto, juegan pelota como tantas veces en Cuba, mientras se alista toda la técnica que sostiene a la función.

Como en una Colmena, desde temprano los adultos se concentran en buscar y hacer lo necesario para que esta noche todo salga bien. Tin dice que esta primera función es la locomotora de un viaje muy importante, que hay que poner en ella toda la energía, que no nos guardemos nada. Faltan luces y algunos micrófonos, pero lo más importante es que estamos aquí y que vamos a hacerlo.

En la tarde planchamos el vestuario, se armó todo el complejo mundo del sonido, se logró la pantalla para la proyección de las imágenes, los instrumentos llegaron en tiempo. Cada uno trabajando para que la presentación salga bien.

Sobre las 7:00 de la noche ya habían llegado muchas personas: la Coalición por los Cinco, directivos del Museo Smithsonian, la Embajada de Venezuela en Cuba, el que fuera primer Jefe de la Oficina de intereses de EEUU en la isla. Sin embargo, hay una ausencia significativa, los medios de comunicación, que han decidido no estar y no contar lo que pasa. La habitual práctica de silenciar lo inconveniente deja al público norteamericano una vez, más al margen del amor y el talento que traen los niños y niñas de la Colmenita.

Todo salió como esperábamos. El público se emocionó mucho y expresaba la identificación con el mensaje de la obra de maneras diversas. La inmensa mayoría se mantuvo muy atenta hasta el final, en que el público aplaudió con movido la función y abrazó con mucho afecto y gratitud a los niños que regaron miel en abrazos a todos los presentes.

Al cierre de la función, entró una llamada que Tin recibió naturalmente, como cuando nos llama la familia. Era René González, el primro de los Cinco hermanos luchadores antiterroristas. Quería compartir su alegría por lo que estábamos haciendo y pedía hablar con Tin y los niños. Como abejitas alborotadas aparecieron de todas las esquinas los niños para decirle que se cuidara, que comiera… Todos hablaron con René, que se reía de los chistes y les preguntaba el tiempo que llevaban en la Compañía, lo que hacían. Asi descubrimos que René tocó el bongo un tiempo y confirmamos su pasión por los aviones.

Casi al final, Olito, protagonista de Y sin embargo, la próxima película de La Colmenita que saldrá para inicios del próximo año, dirigida por Rudy Mora, le dijo a René que le separaría la primera fila del cine el día del estreno para verla juntos. Muy emocionados todos y todas aseguramos encontrarnos pronto con él, abrazarlo fuerte y acompañarlo a disfrutar la libertad tan merecida.

Fue ocasión también para que en un segundo Ernestico y Jico prepararan el bongo y la guitarra para cantar por primera vez El Mayor. La habían montado en La Habana antes de salir para regalarla a René en la primera oportunidad, y así lo hicieron.

No podemos contar todo lo que pasó entre René y los niños. Algunos secretos quedarán para reírse juntos el día en que sea posible ese abrazo fuerte que René quiere darle a todos. Ojalá muy pronto.

por: Llanisca Lugo

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