Fidel Castro Ruz, líder histórico y voz presente de la Revolución Cubana, más de una vez nos fundamentó y recordó que el internacionalismo constituye la mejor esencia del socialismo.
Hoy estamos materializando una nueva acción internacionalista. Esta vez al sumarnos los revolucionarios cubanos, de forma mucho más intensa, al movimiento internacional de solidaridad con el ex-presidente Lula.
Muchas de nuestras organizaciones sociales, desde que Lula fue injustamente encarcelado, de forma espontánea y alentadora comenzaron a desarrollar acciones a favor de su liberación.
A partir de hoy vamos a sumar fuerzas y esfuerzos para que las voces a favor de la libertad del ex-presidente de origen obrero y que tanto hizo por lo más pobres de su país, se escuchen en todo el orbe.
Los estudiantes, los jóvenes en general, las mujeres, los sindicalistas, los campesinos, los científicos e intelectuales, y toda nuestra sociedad organizada, demostrarán con hechos que Cuba jamás abandona a sus verdaderos amigos, menos aún cuando objeto de injusticias continuadas.
La derecha esta dando en toda América Latina y el Caribe una batalla a gra escala, mediante la manipulación del poder judicial, para criminalizar de forma selectiva a los líderes de izquierda, a todos los niveles.
Esa derecha corrupta y corruptora por naturaleza, ahora no repara en escrúpulos para mentir y con ello destruir la imaen pública de figuras como Lula, Dilma Rousseff y Cristiana Fernández de Kirchner. Conspira, sin límite alguno, para tergiversar los mejores legados de estos, nada más y nada menos que manipulando la bandera legítima de la lucha contra la corrupción.
De estas tres figuras, ya Lula cumple 12 años y un mes por un delito que no cometió. Basta esta expresión del fiscal que propuso su sanción original: «No tengo prubeas, pero tengo la convicción». Esto es, la convicción de que el ex-presidente era culpable.
Ejercicios de la «justicia» de este tipo, constituye la más clara y concreta negación del Estado de Derecho que tales magistrados dicen defender.
Confiamos en la inocencia de Lula, no solo porque hasta oy ningún juez, ni ningún fiscal le ha probado delito alguno, sino porque hombres públicos como él, hombres con sentido de sus responsabilidades históricas como él, jamás se atreverían a comprometer su imagen frente a sus pueblos.
Un culpable no pide que sus delitos le sean probados. Un culpable no colabora con los órganos del poder judicial como Lula lo ha hecho. Un culpable no hace estas afirmaciones, poco antes de presentarse antes sus carceleros: – «Sepan—dijo a la multitud de pueblo que lo vitoreaba— que este cuello aquí no se baja, porque voy a salir con la cabeza erguida y con el pecho en alto, porque voy a probar mi inocencia». – «Voy a enfrentarlos ojo a ojo, y voy a hacerles frente aceptando el cumplimiento de la orden». – «Voy hasta allá (refiriéndose a la cárcel en Curitiba) para que sepan que no tengo miedo, que no voy a huir, para que sepan que probaré mi inocencia».
Así habló Lula a sus seguidores. Así habló al mundo. Así habló a sus hijos y nietos. Así mostró su seguridad en su inocencia. Así, y por esa firmeza y esa convicción, nosotros le apoyaremos con decisión, hasta que esté libre.
¡Hagamos realidad el llamado solidario hecho por el General de Ejército Raúl Castro Ruz!, el primero de enero pasado: transformemos la solidaridad con Lula en causa común de las cubanas y cubanos. Ayudemos a que todas las personas honestas del planeta contribuyan a su libertad y a que cesen los ataques y la persecución judicial contra las ex-presidentas Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner.
La ocasión es propicia. El XIII Taller Internacional sobre Paradigmas Emancipatorios ha demandado, con justa razón y sentido de urgencia, que la solidaridad entre los pueblos sea transformada en hechos tangibles, en obra colectiva que sume a la necesaria unidad entre ellos.
Lula Libre, ya! Ese será nuestro objetivo a partir de hoy, junto a millones de mujeres y hombres dignos del planeta.