Texto que compartió la autora con los participantes del 12º Taller Internacional Paradigmas Emancipatorios.
Bertha Cáceres, mi madre, mi mami, era la lucha andando, con todas las opresiones encima, cargando en la espalda los dolores que este sistema les impone a los pobres, a los indígenas pobres, a las indígenas mujeres pobres.
Bertha, capaz de indignarse ante cada una de las injusticias del mundo, se rebela ante ellas y lucha en su contra. Por eso, logró una integralidad en su pensamiento, logró entender que el capitalismo, el patriarcado y el racismo se combaten juntos.
Recuerdo, como si lo hubiese vivido, a la niña pelo largo, con dolor de muelas, que llevaba escondidas las cartas con la información que aportaría a las luchas en Centroamérica, específicamente a la lucha de El Salvador, allá por la década de los 70´s. También recuerdo a la jovencita, sin nada que comer, buscando trabajo en las maquilas, trabajo que le fue negado por el hecho de estar embarazada. La recuerdo casi niña, sin tener qué comer, embarazada, en un barrio marginal de una ciudad desconocida aportando a la lucha como podía. El capitalismo se expresó en su plenitud. Recuerdo también a la mujer que decidió no tener más hijas, pero el sistema le dijo que ella no podía decidir sobre su cuerpo, que tenía que volver a parir. El patriarcado se hizo presente. La recuerdo con un brazo morado, ese recuerdo sí lo viví, la policía la había golpeado. Los y las indígenas no tienen derecho a luchar por sus tierras. El racismo se manifestó.
La recuerdo fuerte, potente, inmensa, infinita, luchando contra los megaproyectos que se apoderan de los territorios indígenas lencas, contra los golpeadores y agresores de mujeres, luchando contra los gobiernos corruptos, contra golpes de Estado, solidarizándose con quien lo necesitara. La recuerdo de tantas maneras, sin miedo, riéndose, bromeando, humana, acorralando a todos los que la quisieran detener.
Este país tan golpeado, con bases militares gringas, con el 30 por ciento del territorio concesionado a empresas transnacionales, empresas que se apoderan de los territorios ancestrales, con proyectos como el de las zonas de desarrollo –ZEDES- que son las nuevas formas de colonialismo, con la venta de oxígeno –RED PLUS- que son la privatización de los bosques, con los índices más altos de pobreza, violencia, femicidio. A este país, el dolor le llueve rabia, porque han robado los brazos de Berta, me han robado los brazos de mi mami. Este país, que es la humanidad misma, se reúsa a resignarse a este asesinato.
Por este país luchó Bertha Cáceres, porque la mamá luchaba por el mundo. Se apasionó por su tierra, donde está su pueblo lenca, sus raíces; y se horrorizó con las formas siniestras y violentas con las que imperialismo actúa aquí, con los experimentos que realizan.
La mamá, mi compañera de lucha, Berta Cáceres era un estorbo para el sistema, porque su claridad política, el crecimiento constante de su discurso y sus construcciones no permitirían, no le permitirán, moverse con libertad al extractivismo saqueador, al capitalismo explotador, al racismo esclavista, al patriarcado violento, al imperialismo asesino.
ELLA, la mamá, la doña, la comandanta, mi mami, Berta Cáceres con todas las opresiones encima se rebela a la muerte, se mete adentro del corazón de un pueblo que no tiene fronteras, Berta se ha multiplicado y no hay asesino que la pueda matar.
Berta la multiplicada, Berta la semilla, Berta sembrada, Berta eterna, Berta inmensa, mami infinita: ya nos lo dijo el río, VAMOS A TRIUNFAR.