Además, siempre recordamos con intenso cariño a nuestros hermanos y hermanas en la fe, muy especialmente a la Iglesia Episcopal Haitiana, con la que tenemos vínculos de cooperación en el área académica.
Esta desgracia natural, añadida a las del 2008, se recrudece más porque a ella se suma la desigualdad social, la pobreza y la injusticia a la que ha estado prolongadamente sometido este sufrido pueblo. Por lo que no solamente elevamos nuestras oraciones a Dios para que se apiade de Haití, sino que levantamos nuestras voces ante pueblos y gobiernos del mundo especialmente del primer mundo, para que contribuyan con Haití, no para mitigar el dolor y las pérdidas provocadas por este sismo, sino que este sea el momento y la oportunidad para contribuir a la verdadera reconstrucción de Haití y a su desarrollo humano y social; con la esperanza de que, por lo menos, por esta vez, hagamos ciertas las súplicas del salmista que avizoró que “La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron. La verdad brotará de la tierra, y la justicia mirará desde los cielos” (Salmo 85,10-11.VRV ’60).
Dr. Reinerio Arce Valentín, ThD
Rector del Seminario Evangélico de Teología, Matanzas, Cuba
13 de enero de 2010
foto tomada de Facebook