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Objetivo: Cuba

En este avance para destruir toda organización unitaria en América Latina, las instituciones de inteligencia de Estados Unidos se han dado a la tarea de disputar los organismos de derechos humanos a las víctimas de crímenes de lesa humanidad que en América Latina y el Caribe suman a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI mucho más de un millón y medio de personas.

Las fundaciones creadas por la CIA estadounidense y apoyadas y financiadas por las ultraderechas mundiales, dueñas a la vez de más del 90 por ciento de los medios masivos de comunicación en el mundo infiltran organismos humanitarios o pagan a otros a través de “generosas” Organizaciones No Gubernamentales(ONGs) bajo su control, para tratar de mediatizar sus alcances. Por otra parte desacreditan a los más firmes luchadores o a todos aquellos que no pueden manipular.

La serie de fundaciones dependientes de las centrales de inteligencia llevan nombres engañosos, supuestamente a favor de la lucha por los derechos humanos. Solo que como se dice religiosamente “por sus acciones los conoceréis”.

La falsificación, la mentira, la distorsión y manipulación son los elementos básicos que utilizan esas organizaciones supuestamente humanitarias.

En estos días estamos viviendo una grosera campaña orquestada a nivel de los medios masivos de comunicación, repetidores empobrecidos de la información creada en los centros del poder mundial, sobre la muerte el pasado 23 de febrero de Orlando Zapata en Cuba un detenido por diversos delitos comunes que lo llevaron a la cárcel varias veces desde hace años.

Esa campaña es el más acabado modelo de la perversión de un sistema que cada día asesina a miles de personas en el mundo.

En momentos de conocerse nuevos informes en Londres que determinan que la invasión y ocupación de Estados Unidos en Iraq ha dejado como consecuencia más de un millón de muertos, la “legalización” de la tortura, las cárceles secretas y el ominoso traslado de prisioneros políticos sin ningún control, se instala una campaña contra Cuba que está sometida a un sitio medioeval desde hace casi medio siglo.

Cuando el horror continúa en Iraq, Afganistán y en Guantánamo, base militar estadounidense en territorio ocupado ilegalmente en la isla de Cuba, entre otros temibles acontecimientos, los grandes medios se disputan el primer lugar en la información sobre Zapata destinada a “agradar al imperio”.

Nada han dicho sobre las tumbas colectivas, la última de dos mil cadáveres encontradas en Colombia, donde en un mes el ejército y los paramilitares de ese país asesinan a más personas que la dictadura de Augusto Pinochet en Chile durante su “reinado”, como se denunció en Ginebra, con pruebas concretas. Y menos aún sobre los llamados casos de ”falsos positivos” un eufemismo perverso para esconder lo actuado por el ejército colombiano que contrata a jóvenes desocupados para trabajar y los lleva a la selva donde los asesinan y le colocan uniformes para aparentar que pertenecen a las guerrillas y para cobrar lo que paga el sistema por cada guerrillero o político antigubernamental asesinado.
El silencio sobre el crimen es tan criminal como el propio hecho.

LA VERDAD NO TIENE DOS CARAS

Zapata ha sido convertido en horas, de un hombre condenado por delitos comunes y cuya muerte todos lamentamos desde el punto de vista humano, en un héroe de la “disidencia” cubana, a pesar de que nunca estuvo activo políticamente y en ningún momento fue detenido por esa causa. Su historia real por supuesto no se difunde ni su historial delictivo.

Operado de un tumor cerebral en 2009 por cirujanos cubanos, que nunca diferenciaron si era o no un delincuente, había comenzado una huelga de hambre desde diciembre pasado exigiendo “cocina y teléfonos propios en su celda” como una insólita demanda y no aceptaba ser alimentado.

Hay testimonios sobre los intentos de persuadirlo para que abandonara su medida, pero fue manipulado por grupos “disidentes” que como se ha demostrado en Cuba hace largo tiempo reciben dinero desde Estados Unidos y otros lugares para conspirar contra su país- y no aceptaba la intervención médica.

Alentado por estos, Zapata se negaba a ser alimentado. Si se le alimentaba a la fuerza el escándalo hubiera sido mayúsculo, solo porque era un delincuente preso en Cuba. En tanto en Estados Unidos y en diversos países del mundo donde están enclavadas las “cárceles secretas” se asesina prisioneros bajo torturas y en silencio.
No hemos visto una campaña destinada a terminar con esos horrores y ninguno de los organismos supuestamente humanitarios se han movilizado ante los miles de detenidos comunes, como Zapata, que mueren bajo tormentos en prisiones temibles o perecen en alzamientos contra el tratamiento inhumano al que están sometidos. Apenas los medios registran esos acontecimientos en la crónica roja con que aterrorizan a las sociedades cada día.

Cuba es un país sometido a una guerra infinita, constante, depredadora, por la mayor potencia del mundo situada a 90 millas de distancia de la Isla. Esa potencia mantiene organizaciones terroristas en su territorio que han actuado y actúan contra la isla en acciones de guerra sucia y dejaron miles de muertos y discapacitados en la isla. ¿Quién clama, que campanas tañen por esos miles de muertos? ¿Qué justicia existe en Estados Unidos para castigar a criminales como Luis Posadas Carriles, responsable de la explosión de un avión de cubana de aviación en 1976 que dejó 73 muertos?

POSADAS CARRILES SIGUIÓ ASESINANDO IMPUNEMENTE

Entre 1997 y 1998 se produjeron una serie de atentados en Cuba algunos de cuyos autores fueron descubiertos como los guatemaltecos Jorge Venancio Ruiz y Marlon Antonio González Estrada, miembros de la estructura terrorista de Posada Carriles quien los organizó en Centroamérica, financiado por la cúpula de la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) para ejecutar acciones contra el pueblo cubano.

Uno de esos ataques terrorista provocó la muerte del joven italiano Fabio di Celmo, varios heridos y cuantiosos daños materiales en un hotel en Cuba. Oficinas cubanas fueron atacadas en esa ronda terrorista criminal, también en otros países.

Solo basta imaginar lo que hubiera sucedido si Posada Carriles y otros hubieran llevado adelante los frustrados atentado contra el comandante Fidel Castro durante la VII Cumbre Iberoamericana en la Isla de Margarita en Venezuela, o lo que le habían preparado en Panamá, donde se les detuvo con 40 kilos del poderoso explosivo C-4 con que pensaban asesinarlo y posiblemente al presidente Hugo Chávez, en un encuentro programado con estudiantes en la Universidad de Panamá, durante la Cumbre del año 2000.

Ninguno de los terroristas que han atentado contra el pueblo de Cuba, y también a través de acciones como la contrainsurgente Operación Cóndor de la que fueron piezas claves para asesinar a miles de políticos del continente, ha sido castigado.
Están en Miami protegidos por la “justicia” de Estados Unidos y financian a los llamados “disidentes” que reciben dinero para conspirar con su país sitiado, como ha sido probado por el Gobierno cubano ante Washington.

Cuba es un país reconocido por su cultura, educación y salud para todos y por su solidaridad que llega a diversos lugares del mundo beneficiando a millones de personas. Las cifras de sus logros en esos aspectos lo colocan a la cabeza de todos los países del continente, e incluso de los del primer mundo, y no existe una sola constancia de que en los últimos 50 años haya habido asesinatos extrajudiciales, torturas o desapariciones en ese país.

En realidad Zapata murió atendido por médicos que intentaron salvarle la vida, cosa que no hicieron sus amigos “disidentes”, que lo alentaron a morir sabiendo que estaba su salud comprometida.

Cuando se supo la noticia y el presidente cubano Raúl Castro lamentó esa muerte también habló de cómo la vida de un ser humano puede ser puesta en juego para manejo de otros intereses.

Lo asombroso es que los “cerebros” de esta campaña contra Cuba son los mismos que apoyan y aclaman los sucesos en Iraq y han visto televisados los asesinatos en torturas en ese país, Guantánamo y otros lugares del mundo sin que se haya conmovido su “humanitario” corazón.

Los mismos que colaboraron para realizar el golpe militar y cívico en Honduras donde el presidente Manuel Zelaya fue secuestrado, llevado a una base de Estados Unidos en territorio hondureño (Palmerola) y luego a Costa Rica, con total impunidad. Y que aportaron dinero y escuadrones de la muerte para la persecución, secuestros, tormentos y asesinato de intelectuales, campesinos, obreros, estudiantes, periodistas y otros en Honduras por el pecado de reclamar los derechos constitucionales del pueblo hondureño.

Este es el caso de los legisladores anticubanos Ileana Ros-Lehtinen, Lincoln Díaz Balart, Mario Díaz Balart, que encabezaron una “vigilia en honor” por Zapata frente a la Sección de Intereses de Cuba en Washington.

Ellos que han instigado todas las dictaduras del continente así como actos de terrorismo contra Cuba y otros países, y en especial en Honduras en los últimos tiempos, son la mejor muestra de la hipocresía y la esencia de la doble moral de un sistema de muerte.

“Los abusos cometidos contra Orlando Zapata Tamayo comprueban que la tortura y el terror contra el pueblo son políticas de Estado bajo el régimen castrista. Esta muerte es una prueba de la práctica del terrorismo de Estado”.

Esto no lo dijo un demócrata convencido, sino Orlando Gutiérrez Boronat, quien apoyó todas las instancias del golpe en Honduras como jefe del Directorio Democrático Cubano, y ayudó a realizar las elecciones para bendecir a un gobierno que hoy viola impunemente los derechos humanos en ese país.

La ronda de los predadores sobre el cadáver de Zapata es la más acabada expresión del terrorismo imperial. La confirmación de una amoralidad que es en realidad el fundamento de su existencia.

por: Stela Caloni, http://www.upec.cu/columnistas/stella_calloni/07.htm

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