Gabriel Coderch, del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero rememoró la situación crítica de violencia y paramilitarismo, usados como pretextos para la defensa de la “libertad” y la “democracia”, en que Romero ejerció su pastorado y lo consideró “una luz en la búsqueda de la verdad evagélica y la construcción del mundo de Dios, que nos vino a anunciar Jesús.”
A él también lo vemos en nuestro andar por Cuba añadió, porque Romero ha trascendido a una dimensión cultural e histórica, “se ha hecho universal”, con su “testimonio de liberación, de esperanza para nuestros pueblos, a la vez que es un símbolo de unidad”.
En esta jornada conmemorativa, organizada por Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero y el Centro Memorial Martin Luther King (CMLK), se denunció la campaña mediática que en estos momentos se lanza contra Cuba. “La dictadura mediática, aquella misma que atacó al Monseñor en su tiempo, ataca ahora a Cuba porque dicen que se violan aquí los derechos humanos”, señaló Coderch. “Quiero decirles lo mismo que expresara Romero el 5 de agosto de 1979: «tengamos mucho cuidado siempre con los periódicos, sepamos leer (…), porque no todo lo que dicen es verdad».
Varias cristianas y cristianos compartieron su testimonio de la presencia en esta isla del legado del Profeta Santoamérica, que se opuso a la cúpula oficialista y de derecha, para optar por los de abajo, por los pobres. Caminar a la luz de su legado significa un eterno retorno a la esencia del evangelio de Jesús. El sentido de la esperanza frente a la negación de la vida. El mensaje de resurrección frente al pecado de la muerte. La dignificación de los seres humanos, frente a las estructuras que matan.
“Que la opción por la justicia, la paz y el amor nunca se aparten de nosotras y nosotros”, fue uno de los deseos compartidos por las personas asistentes.
Joel Suárez, coordinador del CMLK, retomó las palabras y las consecuencias que por ellas tuvo que pagar Monseñor Romero, quien “desde su conversión por el testimonio de su pueblo y de sus sacerdotes asesinados, llevaba tiempo yendo muy lejos, tan lejos como lo exigía evangélicamente el dolor y el clamor de los suyos” hasta que “en la Capilla del Hospital de la Divina Providencia, en el momento de invitación a la eucaristía, un disparo lo puso en el camino de la resurrección, tal como él había anunciado”.
Para Reinerio Arce, rector del Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, recordar a Romero es un tributo a todos los que han muerto en las luchas del pueblo salvadoreño y latinoamericano, porque en ellos también está su presencia.
Con su vida planteó la cuestión fundamental del ser cristiano: la encarnación, la misión, la opción por los pobres, como “si el pueblo fuera la piel de Romero”, desangrada por la violencia de los presuntamente poderosos, apuntó el Padre Alberto Montiel, quien admiró el gesto del presidente Mauricio Funes al pedir perdón en nombre del gobierno salvadoreño, por el crimen perpetrado el 24 de marzo de 1980 y declarar ese fecha como Día de Romero. Monseñor Romero se entregó en la fuerza del amor por un mundo nuevo, “ojalá absolutamente igualitario”, y hacia él nos guía, hacia el “Dios vaciado en el mundo de los pobres. Por ellos y a ellos hay que darle la vida”.
Una imagen de Romero en medio de su pueblo, como mejor se le puede recordar por siempre, se iluminó con una treintena de velas que pasaron de mano en mano, mientras se escuchaba el canto de ofertorio: “en nuestra oscuridad enciende la llama de tu amor”, “santo, santo, santo, santo, santo, santo es nuestro Dios”.
Luego junto al pan y al vino compartido, decenas de abrazos colmaron el templo de la Santísima Trinidad, hasta donde llegaron, estudiantes salvadoreños de la Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas (ELAM), representantes de diferentes instituciones religiosas, miembros del cuerpo diplomático de América Latina y el Caribe acreditados en la Isla, representantes de la Oficina de Atención a Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido, así como autoridades locales.