Son los titulares de los principales medios de comunicación, hablados y escritos “Hoy en Colombia, nos llegó la hora de vivir en un país en paz” dice el Presidente Juan Manuel Santos: “Que este sea el último día de la guerra” dice Timoleón Jiménez jefe de las FARC EP.
Esta noticia para quienes la escuchamos y vimos por los medios de comunicación nos llenó de emoción, brotan lágrimas, se funden abrazos, se sueltan miles de globos blancos, se colocan ofrendas florales, el país se llena de júbilo, se celebran bailes, se entonan las notas del Himno Nacional; con todo estos sentimientos y acciones muchos y muchas cerramos los ojos, soñamos y nuestra imaginación vuela al éxtasis de la felicidad de estar por fin en un País en Paz, un país donde no se escucharán más los zumbidos de la exploradora (así la identificamos en los campos) la avioneta que todos los días está sobrevolando nuestras veredas y caseríos, no se escuchará más el retumbar de los helicópteros, de los aviones de guerra, de los ametrallamientos, los disparos de los fusiles, el ensordecedor ruido de los cilindro bombas, de las granadas, no habrá quien llegue armado a nuestras casas o negocios cobrar la vacuna o ejercer presión.
Llega también a la imaginación que por fin podremos movernos libremente, que en las ciudades los barrios no tendrán más las líneas o fronteras invisibles, que no habrá más restricciones en nuestros ríos, carreteras y caminos, que no tendremos más que preocuparnos por las minas quiebra-patas o antipersonales, que no se reclutaran más jóvenes para la guerra, ni serán más obligados a prestar el servicio militar obligatorio, ni habrá más feminicidios, ni violaciones a las mujeres; de igual manera se respetaran los derechos humanos y no habrá más persecución, señalamientos, asesinatos, desapariciones, encarcelamientos a los líderes ni estigmatización a las organizaciones sociales y comunidades.
Escuchar los titulares como el fin de la guerra en Colombia también nos hace soñar con la posibilidad de poder ser libres y ser felices en nuestro país que lo tiene todo y en el que varias generaciones nos hemos levantado sintiendo y viviendo los horrores de la guerra, pero también los horrores de la miseria, el abandono, la explotación, la marginación, la desigualdad social; por un momento estos titulares nos hacen soñar que vivimos en el país de las oportunidades, en el país de la vida digna; en el país de la autodeterminación de los pueblos.
A su vez las noticias que continúan llegando, y éstas nos despiertan y nos hacen volver a la realidad, estos medios con sus sesgos informativos entrevistan a personajes siniestros que viven de la guerra, que han sembrado el país de muerte, desplazamiento, que han creado las bandas paramilitares, han vendido el país y van pregonando: “La paz está herida, este país está siendo entregado y reina la impunidad” y se convierten en adalides de la justicia cuando son ellos quienes han sembrado la impunidad. Otros también opinan: “Está bien que se pare la guerra, porque se podrá invertir y las empresas e inversiones podrán llegar a todos los rincones de Colombia para generar desarrollo” varios gobernantes regionales manifiestan su alegría porque “habrá recursos económicos para el postconflicto.” Anuncian también que desde la Unión Europea y los Estados Unidos, el Banco Mundial, y el Banco Interamericano están dispuestos a invertir en la paz de Colombia.
Otras noticias también nos dicen que: en el congreso de la república se aprueba el nuevo código de policía el cual tiene licencia para violar derechos fundamentales como la libertad de expresión y la privacidad del hogar entre otros. Los paramilitares llamados bandas criminales que también a las cuales cada rato le cambian el nombre siguen asesinando, amenazando a líderes sociales, copando territorios, manejando el narcotráfico.
Aclaran también estas noticias que el modelo económico no se negocia, y no cambia, se aprueba la ley Zidres, continúa la privatización y desvíos de los ríos en beneficio de las empresas mineras, a los ladrones de cuello blanco quienes robaron miles de millones de pesos del pueblo tienen principio de oportunidad y les dan la casa por cárcel, se recrudece el hacinamiento en las cárceles, manifiestan que no hay presos políticos sino terroristas, de la misma manera que se construirán más cárceles de alta seguridad.
Dicen también las noticias que se privatizaran empresas públicas, que se recorta el mínimo de agua vital a los barrios pobres, que la canasta familiar sube por el alto precio del dólar y el bajo precio del petróleo, dicen las noticias que los niños siguen muriendo de hambre, y dicen las noticias que no habrá dialogo con el ELN como estaba acordado porque hay nuevos requerimientos luego de haberse acordado una agenda y métodos de trabajo, no reconocen al EPL para interlocutar con él, aun se hace eco como el ministro de defensa afirma que la Minga Nacional Agraria está dirigida por la guerrilla; nos preguntamos ante estas aseveraciones: ¿A quién van a culpar cuando nos tengamos que movilizar de nuevo? Seguramente culparan al Castro-Chavismo.
Con todos estos elementos nos vamos despertando de ese sueño y decimos que bonito suena “termina la guerra en Colombia” en la voz de los periodistas, de los expertos en paz, de los políticos, de los empresarios y gobiernos extranjeros.
Pensamos entonces e insistimos nosotras y nosotros: Que triste que hoy no tenemos empleo digno, real acceso a la educación, no tenemos derecho a la protesta porque nos estigmatizan, amenazan y encarcelan; no tengo garantizado el derecho a la tierra, ni el retorno a ella, nuestros territorios continúan siendo vendidos al capital transnacional, y nos aplican leyes cada vez más nocivas para los que siempre hemos vivido en medio de la guerra, el abandono, y el olvido; que somos las mayorías en este país.
Es un triste despertar, o mejor la triste realidad, y conscientes que mientras no se solucionen realmente los problemas estructurales que causan el conflicto social que vivimos en el país, mientras exista más inversión para el aparato militar que para la salud y educación, mientras no se acabe con el paramilitarismo, no nos devuelvan las tierras a los campesinos indígenas y negros, mientras no haya empleo digno y redistribución de la riqueza la paz no llegará realmente a los campos y ciudades colombianas.
Sin embargo conscientes, seguras y seguros que el paso que se da en las negociaciones de la Habana abre muchas puertas, allana el camino para la consecución de la paz, llena de esperanzas y renueva las energías para continuar luchando apostándole a una paz verdadera, una paz que debe ser construida con la participación de todas y todos los colombianos, insistentes que esta soñada paz que no solo sea el silenciamiento de los fusiles, sino que sea una paz con justicia, libertad, dignidad e igualdad. Una paz para todas y todos.
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