El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos, neoliberalismo económico que sería el culpable de que según la OIT para el 2.019 el número total de desempleados en el mundo sería de 213 millones (6% de la población activa): Ello estaría aunado con un déficit de 65.000 millones de dólares en los presupuestos de los países pobres y con cerca de 44 millones de personas viviendo en la absoluta pobres, según Intermón Oxfam, por lo que las autoridades económicas mundiales debieran impulsar la frágil recuperación económica global, promover una capacidad productiva diversificada y garantizar una evolución equilibrada de los ingresos, objetivos que no tendrán su plasmación en la agenda de la próxima Cumbre del G20 a celebrar en Buenos Aires a finales de Noviembre.
El crecimiento asimétrico de América Latina
La publicación por el FMI de su informe de Perspectivas Económicas Globales (WEO en inglés) augura un notable descenso de sus previsiones de crecimiento para América Latina ( 2´2 % para el 2019) , lo que le aleja del resto de zonas emergentes que tendrían un crecimiento estimado del 3,4 % y vendría provocado por el caos económico venezolano, la entrada en recesión de Argentina (-1,9%) y la ralentización de México y Brasil quedando tan sólo Bolivia, Perú, Paraguay y Chile como islotes en un océano de aguas estancadas, lo que agudizará el crecimiento asimétrico de América Latina.
Así, la contracción de la demanda mundial de materias estaría ya provocando el estrangulamiento de sus exportaciones y la depreciación generalizada de sus monedas debido a la fortaleza del dólar, lo que se traducirá en aumentos de los costes de producción, pérdida de competitividad, tasas de inflación desbocadas e incrementos espectaculares de la Deuda Exterior que podrían terminar dibujando un escenario de estancamiento económico secular en América Latina y Caribe. Así, según la Directora Gerente del FMI, Lagarde, “la fortaleza del dólar junto con la debilidad de los precios de los productos crea riesgos para los balances y financiación de los países deudores en dólares”, de lo que se deduce que las economías de América Latina y Caribe estarán más expuestas a una posible apreciación del dólar y la reversión de los flujos de capital asociados, fenómeno que podría reeditar la “Década perdida de América Latina” (Década de los 80). Además, la política anti-inmigración de Trump conllevará una severa constricción de la entrada de remesas de dólares en México, El Salvador, Honduras y Guatemala, lo que podría suponer una debacle económica y social y terminar por desencadenar frecuentes estallidos de conflictividad social y un severo retroceso de las libertades democráticas.
Petróleo+ Dólar, la tormenta perfecta
La conjunción de una nueva crisis del petróleo que podría elevar los precios hasta los 100 $ el barril con la excesiva fortaleza del Dólar podría provocar una ciclogénesis económica. Los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, inventarios que habrían sufrido una caída por debajo de la media de los últimos cinco años. Ello, aunado con un aumento de la demanda energética mundial cercana a 1,5 millones de barriles al año, el recorte de producción pactado entre Rusia y la OPEP y una peligrosa caída de la producción en países como Venezuela (600 mil barriles menos al día), Angola (300 mil barriles menos al día), posibles disrupciones en el bombeo de países inestables como Nigeria y Libia y el incremento de sanciones de EEUU a Irán podría desembocar en un recorte de 1,5 millones barriles, lo que conllevará un peligroso incremento de los precios del crudo hasta rozar los 100 $ barril, que darán lugar a tasas de inflación desbocadas e incrementos del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales, lo que provocará la asfixia económica de países con una Deuda Pública estratosférica.
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