Cerca del mar y las montañas, en un punto de la costa norte occidental de Cuba, que llaman Bahía Honda por sus características geográficas, a màs de un centenar de kilómetros de la capital, han vuelto a reunirse escritores del país empeñados en dedicar su talento y sensibilidad a esos escurridizos lectores que son los niños y los jóvenes en una época de muy diversas tentaciones, signada por el desarrollo galopante de los atractivos medios audiovisuales que, según algunos analistas, amenazan la existencia mismo del libro, como decir el sitio donde se consagra la escritura.
La convocatoria viene, desde hace unos años, de la Unión de escritores y artistas en Pinar del Río, de la Editorial Cauce y sus publicaciones y de ese movimiento literario que ha crecido significativamente en la provincia con la contribución, además, de la Editorial Loynaz porque, sin dudas, la posibilidad de publicar es el buen acicate para el mejor funcionamiento de los talleres literarios y para aquellos que tiene la necesidad de expresarse mediante la literatura.
Escritores de varias generaciones, de tendencias y estilos diferentes, confluyeron en el encuentro para leer sus obras, analizar el estado de la literatura para niños, las limitaciones que la aquejan y acordar entre todos propuestas para enfrentar los obstáculos, muchas veces artificiales, impedidores de una mayor promoción indispensable para los nexos con los destinatarios.
Un texto entre histórico y analítico de la multipremiada escritora Magaly Sánchez Ochoa desató el debate: si el libro para niños es de máxima demanda de la gran feria anual, por què los premios a los autores del género no son suficientemente publicitados en ese marco, como sucedió en la màs reciente con el galardón La rosa blanca. Entonces se evocaron los prejuicios sobre los niños y la escritura que le està destinada, porque aunque la sociedad nuestra tiene a los màs pequeños como el bien màs preciado, no ha podido eliminar todavía ese concepto que se encierra en la expresión ”cosas de niños”, para indicar simplicidad que no es lo mismo que sencillez, asuntos baladíes, sin importancia cuando ya se sabe que no es así, que los niños se percatan de todo lo que ocurre a su alrededor, que sorprenden con sus preguntas o sus juicios y que la infancia determina que adulto se será después.
Los problemas de la educación del niño en el hogar, las dificultades en las escuelas por la falta de experiencia de muchos de los maestros, la falta de vínculos entre esos aspectos fundamentales de la vida y los escritores, así como las instituciones que los rigen, fueron otras preocupaciones manifiestas a la par de la necesidad de que la literatura para niños y jóvenes tiene el deber de contribuir a fomentar valores, sin didactismo, sin edulcoramiento, con respeto, sin detrimento de la libertad creadora, ni escamoteo de los conflictos y complejidades de la existencia.
El debate del encuentro consignó también que ninguna otra sociedad tiene mejores condiciones que la cubana para articular de manera coherente ese principio martiano de que a los niños hay que hacerles hombros para que soporten el peso de la vida, porque nada impide que se coordinen acciones con la radio y la televisión, las publicaciones periódicas, el círculo infantil, el centro escolar, la escuela para alumnos con problemas de conducta, los barrios, para que por aquí y allá los creadores y sus obras lleguen màs ampliamente a los públicos a los cuales destinan su labor.
Y no es que se crea que la literatura va a resolver por si sola los déficit educacionales, las deficiencias familiares, las contradicciones socio culturales, pero puede contribuir de una manera efectiva a fomentar una determinada sensibilidad, una estética y también una esperanza de mejoramiento humano que es a la larga la base del proyecto social cubano. Por eso entre los acuerdos figuró no esperar a ser llamado sino tocar a todas las puertas, velar por las colecciones que se publican hoy como Rehilete, disminuida un poco a pesar de la ayuda del Instituto Nacional del Libro que ha propiciado el carácter nacional de la Editorial Cauce, recuperar Chinchila, una revista para los niños que hizo época y hoy està suspendida por falta de presupuesto, coordinar esfuerzos con la editorial provincial Loynaz , hacer del próximo encuentro un suceso para los niños de la comarca donde se realiza, haciéndoles oyentes de las lecturas de cuentos y poemas que esta vez demostraron la vitalidad de la literatura para niños y jóvenes con amplia representación de autores pinareños y significativas presencias de autores y editores de Guantánamo, Villa Clara y la capital, asi como mostrar exposiciones que destaquen el desarrollo de las ilustraciones que se han convertido en un sello de los libros que se hacen en Pinar del Río, a lo cual estuvo dedicada una conferencia.
La presencia de personalidades como Celima Bernal, muy conocida por su labor pública a favor del idioma, con varios libros y premios a su haber, radicada en la capital pero nacida en Pinar del Río, miembro del movimiento insurreccional en su terruño, con màs de 70 años de edad junto a Eldys Baratute, nacido en Guantánamo hace sòlo 25 años, Premio Calendario 2005 y Premio La Rosa Blanca 2007, son los extremos de ese arcoiris que extendió el encuentro sobre el mar y las montañas, amasado por el entusiasmo coordinador de Nelson Simón, figura notable en las letras nacionales; por la mirada critica del editor Carlos Fuentes, el aporte didáctico de la escritora y pedagoga Rosario Hernández, la frescura en la conducción del evento del ya imprescindible René Valdés que diò vida a Margarita Cun Cun y es el presidente de la Asociación de escritores, la originalidad de Mildre Hernández, que vino del centro de la isla, las informaciones de Carelys Falcón, editora que llegò del extremo oriental, los sorprendentes cuentos de Caridad, los poemas y el payaso de Néstor Montes de Oca, la simpatía de Evilyn y sus historias de La Palma, el concierto de Yamira Díaz, los cuentos y poesías de cada uno de los participantes, de los talleres literarios unos, otros ya reconocidos, todos premiados por algunas de sus obras merecedores de análisis de mayor especificidad, unidos en el deseo de hacer de este intercambio anual una bahía honda de la creación para los niños y jóvenes que serán luego sostenedores de la esperanza de la especie.