Ya se sabía, cuando nos constituimos como Centro el 25 de abril de 1987, que transitaríamos con mayor asiduidad los puentes que, desde la militancia de nuestros fundadores en el movimiento ecuménico y en la comprometida Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao, se habían construido hacia América Latina. A esta historia pertenecen también las complicidades previas con hermanos y hermanas de la teología de la liberación.
Además, teníamos como herencia ese ir y venir de Cuba, a las luchas políticas, armadas y sociales desde los primeros momentos de la Revolución. Y ahora, eran los ochenta. En Casa de las Américas, se habían realizado varios encuentros de educación popular; el brasileño Paulo Freire visitaba por primera vez la Isla y el teólogo y escritor Frei Betto ayudaba a hacer más gruesos los vínculos de Cuba con su Brasil entrañable: el Brasil de las luchas de la pastoral operaria, de la pastoral de la tierra, de los movimientos populares y sindicales; el Brasil de campamentos y asentamientos de los Sin Tierra y de la relectura popular de la Biblia. La educación popular, esa filosofía de la liberación, junto a una teología popular, crítica y comprometida se convirtieron en práctica y nos propusimos derramar sus concepciones a través de nuestro trabajo.
A lo largo de estos años, hicimos propias las voces de organizaciones campesinas, de mujeres, indígenas, eclesiales, ecuménicas, negras, sindicales, estudiantiles y echamos suerte con ellas. Y lo conseguimos mientras entrábamos en “su casa, su calle y su barrio” como si fuesen nuestros. De estos luchadores y luchadoras, aprendimos la mística que hoy envuelve la vida del Centro y que intentamos devolver en los talleres de formación y en la comunicación que destinamos a Nuestra América.
Con ternura y compromiso, recordamos la Campaña por los 500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular; nuestras andanzas con Don Durito de Lacandona, llevando la Revista América Libre bajo el brazo; las horas de conspiración en los Encuentros Hemisféricos y en las campañas continentales contra el ALCA, la militarización y las deudas; el nacimiento de la Convergencia de los Movimientos de los Pueblos de las Américas (COMPA); los días del parto, lanzamiento y sucesivas ediciones del Foro Social Mundial, la Asamblea Mundial de Movimientos Sociales y la Minga Informativa, y tantos otros procesos y eventos que son imborrables huellas de lo andado.
Acogimos las manos ofrecidas por el Centro de Educación Popular del Instituto Sede Sapientae (CEPIS), y el Centro Ecuménico al Servicio de la Evangelización y la Educación Popular (CESEP), de Brasil; la mesoamericana Red Alforja; los compas chilenos de Educación y Comunicación (ECO); el Departamento Ecuménico de Investigaciones y el Seminario Bíblico Latinoamericano, de Costa Rica y las que nos extendieron otros amigos y amigas, que dejaron sus ideas en el crisol de esta epopeya singular y macroecuménica que es nuestro Centro y las redes sociales que hoy anima. Convivir con ustedes ha fortalecido la terquedad en la defensa de nuestra consciente, rebelde y profética opción socialista, al poder tocar las diversas maneras en que sueñan una América distinta.
Queríamos dejarles estas palabras de agradecimiento y hablarles una vez más de la responsabilidad que tenemos con cada lucha en la región, con cada sitio donde anide la fe en lo humano. A nuestros 25 años, nos sentimos fuertes para seguir caminando, para hacer de nuestra solidaridad con los movimientos y organizaciones sociales, un gesto diario.
A la vez, tenemos certezas de que estarán junto a nosotras y nosotros en esta hora de Cuba, y que los sentidos que compartimos y sus capacidades de crear por la transformación política y social, aun en medio de muchas opresiones, nos servirán para mantener despierta y darle vitalidad a nuestra vocación de resistencia. Esperamos reencontrarnos cada día en el largo camino de la emancipación.
Reciban el abrazo de sus compañeros y compañeras del Centro, como cariñosamente nombramos a nuestra institución.
Enero del 2012