¿Qué tratamiento se le da, dentro de las comunidades cristianas, a los temas de la violencia de género y la diversidad sexual? ¿Cómo se abordan estos temas desde la teología?
Desgraciadamente, dentro de las comunidades hablamos muy poco de estos temas, es como que afuera existe la violencia y dentro de la comunidad “estamos a salvo” y automáticamente libres de cualquier forma de violencia e injusticia. Eso genera una esquizofrenia que muchas veces alimentamos en los miembros de nuestras comunidades. No podemos olvidar que sufrimos de un pensamiento griego que nos dividió, y separó lo puro e impuro; lo material y lo espiritual; la mujer y el hombre; lo bueno y lo malo; lo blanco y lo negro. Ahí entran la sexualidad y nuestro cuerpo, y esa es una de las razones por lo que es tan poco y tan mal trabajado cualquier tema que tenga que ver con eso.
Otra de nuestras herencias tiene que ver con el patriarcado como forma de ejercer el poder y jerarquizar las relaciones. Desgraciadamente necesitamos disentir de los textos sagrados y de nuestras teologías, que han negado y niegan el proyecto de Jesucristo (Lc 4).
El patriarcado en la iglesia se impone desde la imagen que tenemos de Dios; cabe preguntarse: ¿cómo movernos a una transformación no violenta con la imagen de un Dios todopoderoso?
¿Comparten el criterio de que la no aceptación de la diversidad sexual es una forma de violencia?
La violencia es también aquello que se silencia e invisibiliza. La no aceptación de cualquier ser humano en toda su integralidad, claro que es una forma de violencia.
“Lo que Dios limpió, no lo llames impuro”. Tenemos que reconocer la diversidad creada por Dios.
¿Cómo ayudar desde sus espacios a crear conciencia en este sentido? ¿Por dónde irían las mayores trabas?
Creo que mostrando esa propia diversidad. El cristianismo es una de las religiones del Libro. Para poder hacer algún cambio necesitamos problematizar la lectura de los textos bíblicos, el texto es interpretado por el
propio texto y defendido por el mismo texto.
El mensaje de Jesús es primordial, recuperar los evangelios y que esto sea una puerta para leer los demás textos bíblicos. El diálogo con las demás ciencias sociales nos ayuda a tener una mirada más compleja de cualquier tema, la Biblia no habla de todas las cosas, ni tiene respuestas para todo.
Lo otro es mostrar la presencia de esta gran diversidad en las comunidades de fe; no es abrirnos a ser comunidades diversas, sino reconocer y celebrar esa diversidad que ya existe.