“Queremos que nos traten como mujeres y que tengamos la tranquilidad y la entereza de decirle al médico lo que somos, explicarle si tenemos o no penetración, contarles nuestros miedos”, explicó a IPS Argelia Felloue, facilitadora del grupo, iniciativa apoyada por el gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
El área ginecológica se encuentra en el foco de atención porque la sexualidad lésbica transita por caminos bien diferentes a la heterosexual.
“Hay mujeres lesbianas que no han sido penetradas nunca”, abundó Nery Lázaro, actual coordinadora del colectivo Oremi y partidaria de transformar la relación médico-paciente ante procedimientos muy necesarios, imprescindibles para garantizar la salud de la mujer, como son las pruebas citológicas.
La psicóloga y especialita del Cenesex señaló que “una no busca su sexualidad, sino que la tiene”. Ubicada en el punto de vista de una persona que jamás haya tenido penetración, imagina el momento de violencia en que “alguien te dice: acuéstate en la camilla que te voy a penetrar con el espéculo”.
Varios talleres, convocados como “encuentros amigables” en sectores como la salud y la educación públicas, han abordado “el rechazo, la agresividad y la violencia” que sienten las mujeres lesbianas por la acción del personal de la salud o, por ejemplo, con la vulnerabilidad de las mujeres ante la homofobia de las autoridades penitenciarias.
El grupo Oremi, formado en 2004 en Ciudad de La Habana, fue la segunda experiencia de su tipo en el país. La primera nació a comienzos de la pasada década en la oriental provincia de Santiago de Cuba y fue desarrollándose hasta el actual colectivo Las Isabelas. Y, en 2008, apareció Fénix, en la ciudad sur-central de Cienfuegos.
“Cuando vamos a consulta, sobre todo de ginecología, si le decimos a la doctora o al médico que nos atiende que somos lesbianas, un poco que se trancan, tienden a dar un tratamiento diferenciado”, lamentó Felloue.
Aquellas que construyen su sexualidad sin penetración rechazan la única prueba que previene el cáncer de cérvix y cuello del útero, que en Cuba se realiza masiva y gratuitamente una vez al año. Según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), 709.700 cubanas de más de 25 años fueron examinadas en 2008.
Sin embargo, el miedo al espéculo puede convertir a este sector poblacional en un grupo vulnerable ante la enfermedad. “Hay mujeres lesbianas que no se han hecho nunca la prueba citológica y han tenido cáncer cérvico uterino”, alertó Lázaro, quien ha investigado desde la psicología el amplio espectro de la sexualidad lésbica.
Una mujer de 38 años, que reconoce su homosexualidad desde los 14, sólo accedió a la prueba a consecuencia de la epidemia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida. En la década del 90, un amigo gay dio su nombre como contacto social y tuvo que examinarse, dijo a IPS.
Esta vecina de la provincia de Villa Clara recordó esa experiencia como “una mala impresión” y “un cuerpo extraño en mi interior”. Ella, que solicitó reserva sobre su identidad, rechaza la penetración en su vida sexual: “a ninguna mujer le gusta la prueba citológica. No tiene nada que ver con el lesbianismo”, opinó.
Otras particularidades de las mujeres que aman a mujeres es que solicitan un trato sensible del profesional médico. “Una de las problemáticas de más fuerza consiste en romper la hostilidad con los sectores políticos y de salud”, insistió Diarenis Calderón, madre de una pequeña y quien vive junto a su pareja, Mirna Padrón, también miembro de Oremi.
Padrón abogó por “otras orientaciones en salud” sobre hábitos sexuales en lesbianas que pueden afectar su bienestar. Cuando usan juguetes u otros efectos para lograr una penetración no natural, urge “una atención médica que establezca los límites de esta práctica”, según la activista.
La violencia en la asistencia médica está muy marcada por la lesbofobia, enfatizó. Lograr el respeto hacia las lesbianas, no solo en el sector de la salud sino en la sociedad en su conjunto, guía el trabajo emancipador y comunitario de las mujeres reunidas en Oremi, Fénix y Las Isabelas.
Fuentes especializadas indican que en el caso de las lesbianas se observa una doble exclusión: por su condición femenina y orientación no heterosexual.
“Todas las instituciones tienen que hacer más trabajo con las mujeres: las lesbianas son anónimas, están muy discriminadas”, apuntó Tania Tocoronte, fundadora del proyecto Fénix.
Esta iniciativa, acogida por el Palacio de la Salud en Cienfuegos, enfoca su acción a través de la gubernamental Federación de Mujeres Cubanas (FMC) y ha llegado a la comunidad con acciones de sensibilización. La población lesbiana “está sufriendo un tipo de papiloma y no se ha buscado la solución”, explicó Tocoronte.
Fuentes médicas ubican a varios de los tipos del virus del papiloma humano entre las principales causas de cáncer cérvico uterino. Dentro del Programa Nacional de Control del Cáncer, en 2008 se identificaron 1.350 féminas mayores de 25 años con algún tipo de carcinoma en esa zona, según la ONE.
Las alianzas entre Oremi, Fénix y Las Isabelas han originado proyectos de mayor alcance, sobre todo dirigidos a la aceptación social de las lesbianas. “La tolerancia es mirarnos desde arriba y la aceptación es mirarnos de frente: queremos la aceptación”, concluyó Lázaro.