El mexicano Tonatiuh Ramírez Rocha, representante del Movimiento Zapatista, fungió como motivador, explicando las diferentes etapas y objetivos de su lucha, por tratarse de un ejemplo especialmente relevante de contrahegemonía comunicativa.
“En los últimos 15 años, ―señaló― el Zapatismo ha sembrado la esperanza, y ha demostrado que la comunicación masiva puede ser veraz y estar al servicio de las causas justas”.
De la resistencia armada inicial, los mexicanos pasaron a la lucha civil cuando incorporaron la difusión de sus ideas a través de medios impresos “neutrales” ―como La Jornada y Proceso― y luego de Internet. Recientemente, el Movimiento ingresó en una nueva etapa que se caracteriza por la construcción de una alternativa. Esta experiencia, conocida como Selva Lacandona, es un llamado a la unión de todos los movimientos sociales, para que al articular sus diferentes propuestas, puedan pasar a la construcción conjunta de una América libre.
“Se trata de mirarnos a nosotros mismos ―afirmó el estudioso cubano de la comunicación José Ramón Vidal―. Los movimientos sociales deben replantearse desde su base y sus proyecciones, pero tiene que ser a partir de sus propios conceptos y visiones. Esta es una tarea importante que tiene la comunicación alternativa: no podemos importar los modelos de análisis y construcción que vienen del extranjero o de las oligarquías neoliberales latinoamericanas, que tienen similares intereses.”
Los medios hegemónicos en Latinoamérica conforman un sistema coherente y bien organizado, que refuerza constantemente la dominación en todas sus formas. De hecho, los participantes estuvieron de acuerdo en que nuestro continente arrastra un vasallaje cultural desde la colonización europea.
A ello se suma que la Posmodernidad ―otro patrón cultural impuesto― ha vestido de normalidad lo que hoy vivimos, al punto que todo se acepta como bueno y entra sin reservas a formar parte de la cultura latinoamericana, venga de donde venga.
En este punto, los panelistas defendieron diferentes posturas: poco nos queda de las culturas precolombinas, de modo que no podemos negar lo que las sucedió. También somos lo que trajeron los españoles, los africanos, los liberales y hasta los capitalistas de hoy.
Por eso es que no se pueden desechar vías de comunicación, aunque sean capitalistas. Los recursos que funcionan para vender y esclavizar, pueden servir también para liberar. Entonces, ¿qué es lo alternativo?
No es necesariamente emergente, ni improvisado. Se trata apenas de una voz distinta. Pero no toda la comunicación ajena al capitalismo es positiva ni liberadora. Los propios movimientos sociales son plurales en cuanto a sus principios y proyecciones: algunos son verdaderos agentes del cambio, mientras otros están ajenos e indiferentes.
Otro reto para los movimientos sociales y la comunicación que producen, identificado por los panelistas, es el intercambio necesario con la academia y los sectores de la intelectualidad preocupados por la liberación. Solo así la lucha tendrá el alcance necesario para producir un nuevo sujeto creador, con pensamiento crítico y voluntad de cambio.
“Es justamente ahí donde está lo contrahegemónico. No se trata solo del medio, ni siquiera del mensaje, tiene que ver con la intención, con la necesidad de construir viendo los sentidos”, afirmó Vidal a modo de conclusión.
El resto de los presentes, exaltados por la importancia tremenda de su objeto esa tarde, acordaron seguir investigando y seguir luchando, con todas las herramientas disponibles y con total renuncia de la cultura iluminista. Necesitamos una comunicación horizontal, donde todos los actores participen verdaderamente en la construcción de los sentidos.
Para frenar la dominación cultural y allanar el camino hacia la liberación definitiva de Latinoamérica, la comunicación alternativa ha sido convocada. Su misión: propiciar la plena y responsable participación social en el cambio, teniendo siempre claros los objetivos y principios de la lucha.