La divulgación de cientos de miles de documentos confidenciales, diplomáticos y militares por parte de Wikileaks añade una nueva dimensión a la profundización de las contradicciones de la globalización. La revelación en un corto período de tiempo de documentación que no solo se sabía que existía, sino a la que durante mucho tiempo fue negado el acceso público por parte de quien la retenía, así como de documentación cuya existencia nadie había soñado, dramatiza los efectos de la revolución de las tecnologías de la información (RTI). Y también nos obliga a repensar la naturaleza de los poderes globales que nos (des)gobiernan y las resistencias que los pueden desafiar.
El cuestionamiento debe ser tan profundo que debe incluir al propio Wikileaks: y es que no todo es tan transparente en la orgía de transparencia que Wikileaks nos ofrece.
La revelación es tan impresionante tanto por la tecnología como por el contenido. Por ejemplo, escuchamos, horrorizados, este diálogo: “Good shooting. Thank you” [1], mientras caen por tierra, abatidos por una lluvia de fuego, periodistas de la agencia Reuters y niños que van camino del colegio, es decir, mientras se cometen crímenes contra la humanidad. Descubrimos que Irán es por consenso una amenaza nuclear para sus vecinos y que, por tanto, solo se trata de decidir quién va a atacar primero: si Estados Unidos o Israel.
Nos enteramos de que la gran multinacional farmacéutica Pfizer trató de chantajear, con la complicidad de la embajada de Estados Unidos en Nigeria, al Procurador General de este país para evitar el pago de indemnizaciones por el uso experimental indebido de drogas que mataron a niños nigerianos y provocaron secuelas a otros. Conocemos que Estados Unidos ejerció presiones ilegítimas sobre los países pobres para obligarlos a firmar la declaración no oficial de la Conferencia sobre el cambio climático del pasado mes de diciembre de 2009 en Copenhague (Dinamarca), para poder seguir dominando el mundo sobre la base de la contaminación provocada por la economía del petróleo barato.
Leemos que Mozambique no es un narco-Estado2 totalmente corrupto, pero que puede correr el riesgo de serlo. Que en el “plan de pacificación de las favelas” de Rio de Janeiro se está aplicando la doctrina de la contrainsurgencia diseñada por Estados Unidos para Irak y Afganistán, es decir, que se están utilizando contra un “enemigo interno” las tácticas utilizadas contra un “enemigo externo”. Que el hermano del “salvador” de Afganistán, Hamid Karzai, es un importante traficante de opio. Y etcétera, etcétera en un cuarto de millón de documentos.
¿Cambiará el mundo después de estas revelaciones? La cuestión es saber cuál de las globalizaciones en confrontación —la globalización hegemónica del capitalismo o la globalización contrahegemónica de los movimientos sociales que luchan por otro mundo posible— se beneficiará más de las filtraciones de información. Es previsible que el poder imperial de Estados Unidos aprenda con mayor rapidez las lecciones de Wikileaks que los movimientos y partidos que en diferentes partes del mundo se oponen a él.
Ya está en marcha una nueva ola de derecho penal imperial, leyes “antiterroristas” para tratar de disuadir a los diversos “piratas” informáticos —hackers—, así como nuevas técnicas para hacer “wikiseguro” el poder. Pero, a primera vista, Wikileaks tiene un mayor potencial para favorecer a las fuerzas democráticas y anticapitalistas. Para que este potencial se concrete son necesarias dos condiciones: procesar el nuevo conocimiento de manera adecuada y transformarlo en nuevas razones para la movilización.
Respecto a la primera condición, ya sabíamos que los poderes políticos y económicos globales mienten cuando apelan a los derechos humanos y la democracia, ya que su único objetivo es el de consolidar el dominio que tienen sobre nuestras vidas, sin dudar en utilizar para ello los métodos fascistas más violentos. Está siendo todo comprobado, y mucho más allá de lo que los más advertidos podrían admitir. Un mayor conocimiento crea nuevas demandas de análisis y divulgación.
En primer lugar, es necesario dar a conocer la distancia que hay entre la autenticidad de los documentos y la veracidad de lo que afirman. Por ejemplo, que Irán es una amenaza nuclear solo es “verdad” para los malos diplomáticos que, a diferencia de los buenos, informan a sus gobiernos sobre lo que les gusta escuchar y no sobre la realidad de los hechos. Del mismo modo, que la táctica estadounidense contra la insurgencia esté siendo utilizada en las favelas es la opinión del Consulado General de Estados Unidos en Rio de Janeiro. Compete a los ciudadanos interpelar al gobierno estatal, regional y municipal sobre la veracidad de esta opinión.
Tal y como es competencia de los tribunales mozambiqueños investigar la presunta corrupción en el país. Lo importante es saber divulgar que muchas de las decisiones de las que pueden derivar la muerte de miles de personas y el sufrimiento de millones de seres humanos son tomadas sobre la base de mentiras y crear la rebelión organizada contra este estado de cosas.
Siguiendo en el ámbito del procesamiento del conocimiento, será cada vez más importante realizar lo que llamo una sociología de las ausencias: observar lo que no se divulga cuando aparentemente todo se divulga. A título de ejemplo, resulta muy extraño que Israel, uno de los países que más podría temer las revelaciones debido a las atrocidades cometidas contra el pueblo palestino, esté tan ausente de los documentos confidenciales. Existe la sospecha fundada de que fueron eliminados por acuerdo entre Israel y Julian Assange. Esto significa que necesitaremos un Wikileaks alternativo aún más transparente. Puede que su creación ya esté en marcha.
La segunda condición —nuevas razones y motivaciones para la movilización— es aún más exigente. Será necesario establecer una articulación orgánica entre el fenómeno Wikileaks y los movimientos y partidos de izquierda hasta ahora poco dispuestos a explorar las nuevas posibilidades creadas por las tecnologías de la información. Esta articulación va a crear una mayor disponibilidad para revelar información que interesa principalmente a las fuerzas democráticas anticapitalistas. Por otra parte, es necesario que esta articulación se haga con el Foro Social Mundial (FSM) y con los medios de comunicación alternativos que lo integran.
Curiosamente, el FSM fue la primera novedad emancipatoria de la primera década del siglo XXI y Wikileaks, si es aprovechado, puede ser la primera novedad de la segunda década. Para que la articulación se realice es necesaria mucha reflexión entre los movimientos que permita identificar los planes más insidiosos y agresivos del imperialismo y del fascismo social globalizado, así como sus debilidades insospechadas a escala nacional, regional y global.
Es preciso crear una nueva energía movilizadora a partir de la verificación aparentemente contradictoria de que el poder capitalista mundial es simultáneamente más aplastante de lo que pensamos y más frágil de lo que podemos deducir linealmente de su fuerza. El FSM, que se reúne el próximo mes de febrero en Dakar, necesita renovarse y fortalecerse. Ésta puede ser una vía para que esto ocurra.
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Notas
1. “Buen disparo. Gracias”. (N. del T.)
2. Neologismo aplicado a países con instituciones políticas influidas de manera importante por el narcotráfico, que le disputa poder e influencia a un Estado cuyos representantes públicos están muchas veces implicados en redes de tráfico de drogas ilegales. (N. del T.)