China, principal productor de carbón para generar electricidad y cemento y número uno como emisor de CO2, uno de los principales gases que producen el efecto invernadero.
Estados Unidos, que produce más del 30% de todos los gases contaminantes y que no quiso adherirse al Protocolo de Kioto, único mecanismo para contrarrestar el cambio climático, manifestó: “en este acuerdo está todo el que emite. Si el pleno no lo acepta, seguirá adelante”.
Es decir, lo que propongan los que más daño hacen al planeta es lo que se debe aceptar. Para nada 200 naciones representadas si a fin de cuentas seguiremos acatando las líneas de otros. El acuerdo fue solo criticado por cinco Estados: Sudán, Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua.
Inmediatamente después de Copenhague fue noticia que un bloque de hielo de 140 kilómetros cuadrados se desprendió de la Antártida y se dirigía hacia Australia, en un espectáculo calificado como único. Mientras en varios países del norte las temperaturas descendían más de 20 grados bajo cero y una secuela de desastres (terremotos, tsunamis, deslizamientos, inundaciones, lluvias torrenciales, friajes) se producía con graves consecuencias para la población de diferentes partes del mundo.
Solo aspavientos
De los cuerdos de Copenhague son dos puntos los que sobresalen, uno más triste que el otro:
Primero: No se fijaron objetivos de reducción de gases contaminantes para futuro. Es decir, se puede seguir contaminando sin que nadie pueda objetarlo; tienen las manos libres para producir más polución si quieren. El mayor cónclave sobre el cambio climático en la historia, que generó las más grandes esperanzas, no hizo más que aspavientos por este mundo que habitamos y contaminamos cada minuto.
Segundo: El texto es algo que incluso raya en el insulto del intelecto de quienes vivimos en naciones del tercer mundo. Se han aprobado 30 mil millones de dólares en tres años para que los países en desarrollo afronten, mitiguen y se “adapten” a las consecuencias que la contaminación de otros van a provocar en el clima en general. Es decir, la solución es poner dinero para enfriar el planeta o acomodarnos a vivir con sus consecuencias. En pocas palabras, no hay más remedio que prepararnos para lo que viene. Pero recordemos que el planeta es un ser que reacciona ante las actitudes de quienes residimos en él.
A acomodarse…
En resumen, en Copenhague se acordó que:
– Cada país contribuirá a los esfuerzos de mitigación en la medida de sus responsabilidades y capacidades propias.
– Las emisiones nacionales y globales deben alcanzar su punto máximo lo antes posible.
– El Fondo Verde Copenhague será el mecanismo para otorgar recursos financieros nuevos y adicionales de 100 millones de dólares cada año, a partir del 2020.
– Deben establecerse mecanismos de medición transparentes que generen confianza.
– Los países desarrollados deben reducir aun más sus emisiones de gases de efecto invernadero hacia 2020. Y deben establecerse mecanismos para la medición de las reducciones no obligatorias de los países en desarrollo.
– Los bosques desempeñan un papel fundamental en la reducción de emisiones.
– Se generarán incentivos a favor de los países en desarrollo –incluyendo el uso de mecanismos de mercado- para que continúen desarrollándose bajo esquemas de bajas emisiones.
Espiral desoladora
¿Qué va a pasar? Las altas concentraciones de CO2 en la atmósfera van a aumentar la temperatura. Si ésta lo hace más de tres grados (un pronóstico de la Bekerley University y la NASA sitúan el incremento en 6 grados en el siglo XXI), la Tierra será lo más parecido a un desierto enorme y desolado.
Como consecuencia, el calor va a provocar mayor vaporización de las aguas en unas partes, lo que sobrevendrá en huracanes y aguaceros que inundarán las tierras, mientras en otros lugares provocará sequía e incendios “naturales”. Lo más grave será cuando el océano recalentado derrita la Antártida, que se comenzará a hundir. Las primeras víctimas serán los habitantes de islas, que migrarán a tierra firme. Esto provocará caos no solo poblacional sino económico. Una espiral que más temprano que tarde nos alcanzará.
Luchar por la vida
¿Podemos contrarrestar este fenómeno? Todavía. Existe la disminución voluntaria de contaminantes de parte de los países desarrollados, el uso de energías renovables, el cuidado de los bosques, zonas de reserva y mucho más.
La Cumbre de Copenhague fue un fracaso para los gobiernos, claro está. Si las grandes potencias no quisieron aprovechar esta oportunidad, ya la perdieron. Por ello está en nuestras manos la oportunidad, desde nuestras posibilidades, de tratar no solo de apaciguar sino de revertir las consecuencias negativas sobre el clima. Como decía el Ché: “ayúdame a no morir, lucha”.
México será la sede de la 16 Conferencia de las Partes de Cambio Climático (COP16), la que se celebrará en Cancún del 29 de noviembre al 10 de diciembre de 2010. Siendo el cambio climático uno de los principales retos que enfrenta la humanidad en el siglo XXI y aunque el resultado final de la COP16 dependerá de los acuerdos que puedan alcanzar 192 países, de aquí a Cancún tenemos el enorme desafío de articular, proponer, movilizar antes y en la conferencia misma, como oportunidades de entendimientos para aportar, juntos, soluciones a un problema de naturaleza global que ningún país puede enfrentar en lo individual.
Crisis de civilización / Buen Vivir
Porque no estamos hablando de “fenómenos naturales”. El calentamiento global es consecuencia directa de la explotación irracional de combustibles fósiles, del saqueo y depredación de la Madre Naturaleza, de la búsqueda de la acumulación de capital a cualquier costo, arrasando con los derechos de los pueblos y de la Madre Naturaleza. Los responsables son las empresas multinacionales y los Estados cómplices.
No lo decimos ahora. Desde hace décadas los pueblos indígenas hemos advertido que los cambios climáticos confirman el quiebre de la relación armónica entre los hombres y la Madre Tierra, poniendo en peligro el futuro de la humanidad en pleno.
No se trata, tampoco, de un hecho aislado. Es todo un modelo de civilización el que está en crisis, aquel pensamiento occidental que se inició hace 500 años con el saqueo de los bienes naturales para el enriquecimiento y la acumulación de capital, arrasando con 20 mil años de vida armónica entre los pueblos y la Madre Naturaleza. Frente a ello, los pueblos indígenas ofrecemos los conocimientos ancestrales, aquellos que nos permitieron adaptarnos a los climas de alta montaña y cultivar la biodiversidad.
La alternativa es apostar por un nuevo paradigma civilizatorio, por el Buen Vivir, la armonía entre los pueblos y la Madre Naturaleza; el equilibrio entre los poderes, prácticas, culturas y derechos, en defensa de la vida, Ahí se reafirma el protagonismo de los pueblos indígenas y los movimientos sociales.
Perspectiva de derechos
Los pueblos indígenas nos hemos visibilizado en las últimas décadas como actores políticos. Frente a las amenazas de la globalización neoliberal a nuestros derechos y a la sobrevivencia del planeta, hoy estamos organizados, articulados y con propuestas.
Nuestra propuesta parte de la perspectiva de los derechos de la Madre Naturaleza y los derechos de los pueblos indígenas: a la autodeterminación, a la identidad, a los territorios, al consentimiento previo, libre e informado.
También está en debate la deuda histórica y ecológica con nuestros pueblos, producto de cinco siglos de saqueo y depredación de la Madre Tierra. Es necesario legitimar y hacer realidad el resarcimiento de los daños materiales e inmateriales. Y sancionar a las empresas y los Estados que continúan vulnerando los derechos humanos, colectivos y ambientales, constituyendo una Corte Internacional de Justicia Climática.
Propuestas a la Conferencia de Cochabamba
A partir de estas premisas, las propuestas de los pueblos indígenas para enfrentar el cambio climático se resumen así:
– Activa participación y consulta a las comunidades en todos los programas gubernamentales, regionales y globales relacionados con el cambio climático.
– Diseño y ejecución de programas para la conservación del agua, los bosques y la biodiversidad.
– Incorporación en la currícula de todos los niveles educativos de estudios de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas.
– Suspensión de actividades contaminantes y que provocan el calentamiento global.
Manejo ambiental – Declarar la intangibilidad de las cabeceras de cuencas, ecosistemas frágiles y valles productivos, y la exclusión de actividades contaminantes y destructivas.
– Toda actividad económica debe proteger el ambiente, el hábitat y los derechos consuetudinarios de los pueblos originarios y comunidades.
– Promover una cultura ecológica de conservación y recuperación de los territorios afectados para las presentes y futuras generaciones.
– Los Estados tienen la obligación de defender, hacer cumplir y vigilar los derechos sociales y ambientales de los pueblos indígenas, en consulta permanente con sus organizaciones representativas.
Actividades extractivas
Las actividades extractivas (minería, petróleo, gas) son actividades insostenibles. Generan destrucción en los territorios de los pueblos y comunidades; contaminan, afectan la salud y la vida de las comunidades y poblaciones; no generan empleo masivo y solo benefician a pequeños grupos de poder económico; no pagan impuestos ni aportan al desarrollo local ni nacional.
Los Estados deben eliminar las facilidades y ventajas que otorgan para el desarrollo de estas actividades extractivas. Y someterlas a la consulta y consentimiento previo, libre e informado a los pueblos y comunidades involucradas.
Minga Global
El cambio climático y la expansión de las actividades extractivas sobre territorios indígenas están acentuando los conflictos por los recursos naturales como el agua, especialmente en comunidades del sur del Perú, Ecuador y otros lugares del mundo. Por ello, desde los pueblos promovemos la Minga Global (Movilización) en defensa de la Pachamama el 12 de octubre del 2010 en cada uno de nuestros países o pueblos, asimismo participar activamente desde Cochabamba a Cancún desarrollando acciones para ser escuchadas por quienes aún no aprenden a tomar decisiones en defensa de la vida.
por: Miguel Palacín Quispe: Coordinador general CAOI, ponencia presentada en el Encuentro Nacional sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra. Lima, martes 13 de abril del 2010 (preparatorio de la Conferencia de Cochabamba).