El nombre de Franz Hinkelammert no es desconocido para el lector cubano. Ya en 1999 la Editorial Caminos publicó, bajo el título de Ensayos, una selección de significativos textos de este autor. Ahora, con acertado tino, presenta El sujeto y la ley. El retorno del sujeto reprimido, inicialmente publicado en el 2003 por la Editorial de la Universidad Nacional de Costa Rica, y que obtuvo el Premio Libertador de 2006, otorgado por el Ministerio de Cultura de Venezuela. La edición de este libro en Cuba, gracias a la autorización expresa de su autor, que facilitó vencer el obstáculo que el así llamado copyright levante ante la libre circulación de ideas, le permitirá constar al público cubano la justeza de ese galardón.
Hinkelammert es de esos autores que, por la riqueza y complejidad de su pensamiento y para desespero de catalogadores de biblioteca y aduaneros del saber, se resisten a ser encajonados en alguna de las clasificaciones al uso. Su obra demuestra la falsedad de la fragmentación en ciencias supuestamente independientes del saber sobre la sociedad, desplegando una reflexión que ha de considerarse como supradisciplinaria, y por ello mismo totalizadora, requisitos indispensables para enfrentar el tema que el autor escogió: el sujeto.
La categoría de sujeto, creada por el pensamiento burgués en su etapa revolucionaria, ha sido rechazada y denostada por esa misma clase y sus teóricos desde el momento en que agotó sus energías subversivas y se convirtió en fuerza reaccionaria. Desde el positivismo comtiano hasta las sedicentes “filosofías de la postmodernidad” actuales, se ha decretado insistentemente la muerte del sujeto y se le ha despedido de la historia. Pero como afirmó lúcidamente Cornelius Castoriadis, el sujeto nunca se marchó; siempre ha estado ahí, ejecutando su papel de fuerza agencial de la historia.
El sujeto del que se ocupa Hinkelammert es el sujeto oprimido: los pobres, los explotados, los excluidos. Y con un envite muy característico de su obrar, junto a la filosofía, la sociología y la economía política, conjura también a la teología en auxilio de su empresa teórica. Hace ya algún tiempo que Walter Benjamin señaló que el materialismo histórico necesitaría del concurso de la teología para vencer a sus oponentes. Es en línea con esta tesis que se ubica la reflexión teológica de Hinkelammert. Esta cópula podría parecer sorprendente a los que tan sólo conocen a una teología que se desgasta en el esfuerzo de subordinar la razón a la fe.
Pero el autor de este libro se adscribe a otra tradición del pensamiento teológico, tradición con una larga historia, que no coloca la trascendencia en un más allá separado y opuesto al ser humano, sino que la concibe como una dimen-sión inherente al mismo. Y que piensa al ser humano no como átomo indepen-diente, mónada autosufi-ciente, sino como ente genérico, que sólo puede existir y constituirse en su relación con los otros y a través de los otros. Es en el entramado de las rela-ciones sociales que los individuos contraen entre ellos, donde existe esa trascendencia. De ahí que pensarla sea también pensar la sociedad.
Este libro de Franz Hinkelammert que entregamos al lector cubano le permitirá apreciar hasta donde esta mutua irrigación de una concepción materialista (no economicista) de la historia con una teología que busca la plenitud del ser humano no en un más allá abstracto, sino en el núcleo interno del más acá, constituye un aporte en la urgente tarea de pensar la revolución.