Gore Vidal visitó Cuba, La Habana con más precisión, durante cinco días en diciembre pasado. Le acompañaron dos ex senadores demócratas, John Burton y James Abourezk, este último en los años 70 fue el primer norteamericano de origen árabe en acceder a ese cuerpo legislativo; la ex defensora del pueblo en San Francisco, Kimiko Burton, el fiscal de la ciudad de Los Ángeles, Dennis Herrera; su sobrino, el director de cine Burr Steers; el editor de la revista Vanity Fair, Matt Tyrnauer; y el académico y cineasta Saul Landau.
Con más de cincuenta obras entre novelas, ensayos, piezas teatrales y guiones cinematográficos, Gore Vidal, visitó también nuestro Centro. Y aunque esta breve visita no ocupó los espacios noticiosos nacionales, creo le resultó entrañable, sobre todo porque le hizo recordar a su abuelo, el senador ciego Thomas Gore, quien lo crió desde los diez años. Según confesó “su abuelo fue ministro bautista en Mississippi y era tan estricto con sus feligreses que le decían “roca”, de modo que ahora llega el nieto de una “roca” a visitar este Centro”.
Nacido el 3 de octubre de 1925 en la Academia Militar de West Point, Nueva York, desarrolló su carrera literaria de forma autodidacta, nunca asistió a la universidad y siempre ha leído libros con una pasión rayana en el fanatismo.
Cursó estudios en la Academia Phillips Exeter, pero, en lugar de ir a la Universidad de Harvard, en 1943 se alistó en el cuerpo de reservistas del ejército de su país donde permaneció hasta 1946. La experiencia le sirvió para su primera novela, Williwaw con la que queda adherido a la tradición realista de la narrativa estadounidense. Luego aparece En un bosque amarillo donde relata las dificultades de un combatiente veterano para reinsertarse en la sociedad civil, y, más tarde, en 1948 La ciudad y el pilar, en la que narra las preocupaciones de un joven que decide enfrentarse a su homosexualidad. Esta obra se vendió bien, aunque tuvo como resultado su caída en desgracia ante el puritano orden literario establecido porque exploraba el tema de la homosexualidad que por aquella época eran considerados tabú.
Vidal es un prolífico y polémico ensayista y crítico literario. Sus trabajos han sido recopilados en Ensayos 1987-1991. Este destacado intelectual norteamericano, fue recibido por el Raúl Suárez, director del CMMLK y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular, por Joel Suárez, coordinador general y por una representación de trabajadoras y trabajadores de nuestro Centro, ubicado en el barrio obrero de Pogolotti.
Al darle la bienvenida, Suárez expresó que Gore Vidal llega en un momento de muchas coincidencias y muy importante para todos los cubanos y cubanas. “Su visita coincide con un tiempo de “kairos”, en el cual Dios quiere que actuemos para hacerse notar entre nosotras y nosotros”. Llega también en un momento muy importante para las relaciones entre nuestros dos países”.
Joel Suárez, por su parte, se refirió a los programas y proyectos que desarrolla el Centro desde su fundación en comunión con diferentes organizaciones, grupos y personas del barrio en diversos ámbitos: construcción de viviendas, alumbrado público, animación sociocultural, experiencias acompañadas desde el CMMLK y desde la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao.
En declaraciones a la prensa, Vidal afirmó que estaba consciente de que su viaje a Cuba contradecía la letra y el espíritu del criminal bloqueo que por casi medio siglo han ejercido las administraciones de la Casa Blanca contra la Isla.
En todas sus declaraciones e intervenciones públicas se expresó de una manera sumamente crítica sobre el actual equipo gobernante en los Estados Unidos, consecuente con el pensamiento que ha venido sosteniendo desde que George W. Bush accedió a la presidencia mediante un virtual golpe de Estado, consumado mediante el fraude electoral de 2000 y confirmado luego del ataque a las Torres Gemelas.
Se me antoja que junto a los tres momentos que declaró fueron los más emocionantes en su visita a la Isla —la noche que asistió a la cantata por la paz que la trova y el rock dedicaron a la memoria de John Lennon; la jornada que compartió con los estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM); y los minutos en que confrontó sus sueños de juventud con Alicia Alonso, a quien había conocido en el Nueva York de los 40, cuando el novelista en ciernes quiso ser bailarín—, estuvo su brevísimo paso por nuestro Centro.
Se me antoja, además, que ese paso por nuestro Centro estuvo marcado por esos misterios que ocurren en la vida y que muchas veces no tienen explicación. El recuerdo de su abuelo bautista y las ideas, la mística y el pensamiento de aquel otro pastor bautista que defendió los derechos civiles de la comunidad negra de los Estados Unidos, el doctor Martin Luther King, Jr. del que el Centro tomó su nombre y sus enseñanzas para encarnarlas en un proyecto social diferente, renovador y conscientemente comprometido con el pueblo.
Y junto a esas coincidencias, estuvo presente también el espíritu profundamente humano de Gore Vidal, que sintetiza la más auténtica tradición liberal norteamericana y para quien “la política y la ética no deben ni pueden estar divorciadas”.