El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció esta tarde que conmutó la sentencia del prisionero político puertorriqueño Oscar López Rivera, efectivo el 17 de mayo de 2017.
La orden de liberación del último revolucionario boricua de la Guerra Fría en cárceles estadounidenses se dio esta tarde, junto a otras 208 conmutaciones de sentencias y 64 indultos anunciados por la Casa Blanca.
El prisionero 87651-024 – quien durante los últimos años ha estado encarcelado en la prisión de Terre Haute (Indiana) y ha cumplido 35 años en prisión-, quedaría en libertad en cuatro meses.
“Estoy muy feliz y abrumado de la emoción”, indicó el congresista demócrata Luis Gutiérrez (Illinos), para quien López Rivera y su hermano José son amigos y mentores.
“Había veces en que la esperanza era difícil de encontrar, pero mi esposa Soraida siempre tenía fe de que llegaría este día. Ahora está claro que Oscar volverá a reunirse con su familia y podrá caminar libre entre los puertorriqueños”, indicó Gutiérrez.
Jan Susler, abogada de López Rivera, explicó que por ser una conmutación de sentencia, la discreción del presidente Obama fue que el prisionero independentista cumpliera otros cuatro meses de cárcel, quizá en la misma Terre Haute, a tres horas y media de Chicago.
“Tengo la esperanza de que podré salir de la cárcel y que el tiempo que sea que me quede en este mundo dedicarlo a trabajar y luchar para ayudar a resolver el mayor problema que enfrentamos”, que es la situación colonial de Puerto Rico, indicó López Rivera el pasado 6 de enero, cuando cumplió 74 años.
López Rivera fue convicto de conspiración sediciosa en septiembre de 1981 por sus vínculos con el grupo clandestino Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), que reclamó la autoría de decenas de atentados en EE.UU. que causaron seis muertos.
A López Rivera se le detuvo el 29 de mayo de 1981 en la localidad de Glennview, un suburbio de Chicago, al no detenerse en una intersección. Se le ocupó una pistola. Hasta entonces llevaba cinco años en la clandestinidad.
López Rivera siempre negó haber tenido sangre en sus manos y nunca fue convicto por hacer daño a nadie. “Si las agencias federales tuviesen una huella digital mía asociándome con cualquier cosa en que haya habido muertos, estuviera sentenciado a cárcel de por vida”, mantuvo en la más reciente entrevista con El Nuevo Día, el pasado 1 de diciembre.
En entrevistas con El Nuevo Día, López Rivera ha indicado que tan pronto saliera de prisión iría primero a ver a su familia en Chicago, a donde llegó cuando tenía 14 años. Pero, después se irá a vivir a su pueblo natal de San Sebastián, en Puerto Rico. “Soy pepiniano… (Quiero) disfrutar de Puerto Rico, de mi familia. Pero, a mí me gusta trabajar. Tengo unas destrezas – organizar, ayudar a los jóvenes – que quiero compartir con la gente”, dijo.
Su hjia Clarisa y Susler le visitarán este fin de semana en Terre Haute, con la esperanza de ir a buscarlo en mayo, a más tardar junto a José López Rivera, hermano del prisionero y director del Centro Cultural Puertorriqueño en Chicago.
José López Rivera indicó la semana pasada que el plan de su hermano seguía siendo ir a Chicago un par de días a visitar la familia y amigos, antes de viajar a Puerto Rico.
“A uno le hace una falta enorme la familia. Ni me imaginaba que la relación se iba a forjar bien. Hay mucho amor entre nosotros”, indicó López Rivera en una entrevista telefónica en junio de 2013, que junto a otras que realizó ese mes, fueron las primeras que le permitieron que conversó también con El Nuevo Día en 2006.
Desde entonces ha tenido contacto frecuente con los medios, aunque el Negociado de Prisiones siempre se negó a permitir una entrevista en persona.
López Rivera recibió también clemencia – condicionada a que cumpliera otros 10 años de cárcel-, en agosto de 1999, cuando el presidente Bill Clinton indultó a una docena de prisioneros de los grupos clandestinos Los Macheteros y la FALN.
Entonces, López Rivera – veterano de la guerra de Vietnam -, rechazó la oferta, principalmente porque los indultos no incluyeron a dos de sus compañeros – Carlos Alberto Torres y Haydee Beltrán.
“Nunca, ni en Vietnam ni en la calle dejé a nadie atrás. Se me hizo difícil sabiendo que podía salir primero que ellos. También en 10 años adicionales de cárcel no podía cometer ninguna infracción y en la prisión uno nunca sabe lo que el carcelero puede querer hacer”, dijo en 2013.
En 2011, con ambos en libertad, pidió entonces clemencia al presidente Obama.
“Si él estuviera dispuesto a escuchar podría ver que todavía puedo ser productivo. No tengo nada por lo que se pueda decir que soy una persona maligna”, afirmó López Rivera en la más reciente entrevista con El Nuevo Día, reconociendo que una vez pasadas las elecciones presidenciales de 2016 crecieron sus oportunidades de ser excarcelado.
El prisionero independentista ha lamentado el alejamiento de su familia y la represión que sostiene sufrieron sus seres queridos.
“Mis dos hermanos fueron llamados ante el Gran Jurado. Los dos rehusaron. Mi hermano menor cumplió 13 años de cárcel por rehusar declarar. Mi hermano mayor fue despedido de su trabajo. Mis hermanos no sabían absolutamente nada de lo que yo hacía. Nunca los involucre en nada. Una de las prácticas más feas era que los agentes iban a visitar a mi madre. Se metían a la casa cuando ella estabafuera. Cuando ella regresaba la estaban esperando, diciéndole que si no me entregaban me iban a matar. En esos cinco años (en la clandestinidad) nunca vi un familiar mío. Cuando mi madre me dijo eso, para mí fue doloroso”, señaló recientemente López Rivera.
Para el movimiento “Nuestra revolución”, creado por el senador independiente y exprecandidato presidencial demócrata Bernie Sanders, después de 36 años en prisión, la excarcelación de López Rivera acentuará que a pesar de haber pasado 12 años en solitario “nunca estuvo solo”.
Tomado de Nuevo Día