Un grupo de la Conferencia Episcopal Italiana intercambió en el Centro
Martin Luther King (CMLK) sobre su labor misionera en otros
continentes y la experiencia de vivir en contextos disímiles, uno de
ellos, Cuba.
María Soave Buscemi llega a Cuba por tercera vez. Sus visitas
anteriores fueron por invitación del CMLK para contribuir a la
capacitación de líderes cristianos en la Lectura Popular de la Biblia.
Actualmente es parte del equipo encargado de la formación de los
misioneros de la Iglesia Católica Italiana. Un encuentro en La Habana
de los misioneros que trabajan en la isla la ha traído de regreso y no
ha querido perder la oportunidad de acercarse nuevamente al CMLK y
mostrarles a sus compañeros de religión, la labor de esta asociación
no gubernamental, sobre todo a través de la Red ecuménica Fe por Cuba
y la propuesta pedagógica de la Educación Popular.
El Padre Fully Doragrossa compartió sus vivencias en el poblado La
Esperanza, ubicado en la central provincia de Villa Clara. La
situación que encontró le recuerda su niñez, por la década de los
sesenta del siglo pasado. Marca “la sobriedad, la pobreza, las
carencias materiales” y reconoce que “hay ideas muy buenas. Por
ejemplo la salud y la educación están perfectamente organizadas,
aunque a veces faltan recursos para apoyar a estos sectores.” En
sentido general las personas son muy humanas y solidarias y valoran
los avances del país, pero sienten “cierta añoranza” por otros
aspectos que tributen a la calidad de vida y que en las condiciones
salariales actuales no son posibles. De ahí que muchos aspiren a salir
al exterior, sobre todo “los jóvenes, que se deslumbran por cosas
superficiales, como las tiendas.”
Un rápido diagnóstico a la comunidad que acompaña le permite listar
los principales problemas detectados: el alcoholismo, la falta de
recursos económicos, el transporte y la calidad del agua que se
consume. Asimismo menciona con preocupación “la falta de esperanza, de
deseos de mirar al futuro con optimismo y las indisciplinas sociales.”
“La fe tiene un papel muy importante porque levantando a las personas,
a las comunidades, hace una contribución.” Rescata la importancia del
ecumenismo porque a diferencia de su Italia natal, en una localidad
cubana se hallan prácticas religiosas diversas, desde las religiones
afrocubanas hasta las apegadas a denominaciones como la Bautista,
Presbiteriana, Pentecostal, Adventista y otras. Es un desafío asumir
esa mezcla religiosa y propiciar una convivencia más allá de la
identidad de fe.
“La gente tiene ganas de reunirse y aprecian sus raíces católicas. La
Iglesia tiene que ir al encuentro con esas personas, respetando sus
tradiciones. Hay mucho trabajo por hacer para aportar una formación
religiosa en comunidades como la Esperanza”, señala el Padre
Doragrossa.
María y Giovanni forman un matrimonio italiano que ha convertido el
camino misionero en una razón de vida. Acompañaron a la iglesia en una
comunidad de Beni, en África y antes de venir a La Habana estuvieron
diez días en El Salvador. Por eso es inevitable establecer algunas
comparaciones. “En Cuba llama la atención que no hay personas armadas
ni siquiera en la entrada de las Casas de cambio de monedas”, observa
María.
“Cuba es la llave de un mundo nuevo”, recuerda Fully la invitación del
Papa Francisco a que esta isla permita el encuentro de mundos
diferentes y que cultiven los sueños grandes, de gloria”. En ese
sentido “Cuba puede ayudar mucho”, recalcó.