La ONU declaró el 2 de abril como Día Mundial de Concienciación Sobre el Autismo, para sensibilizar a los gobiernos y población en general acerca de la necesidad de ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas con autismo y sus familiares, y el derecho a su inclusión en la sociedad. Para su divulgación, en muchos países, maestros, alumnos y familiares marchan vestidos de azul, color que lo simboliza.
El autismo es un trastorno del desarrollo, que generalmente se diagnostica durante los tres primeros años de vida. Se incluye dentro del concepto de Trastorno del Espectro Autista (TEA), conjunto de síndromes del desarrollo que resultan de ciertas combinaciones de rasgos autistas, los cuales perjudican la comunicación, interacción social y la conducta. Además, afecta el aprendizaje en dependencia del nivel de desarrollo.
Nadie está exento de tener un hijo con este trastorno, pues ocurre independientemente de la raza, entorno, ambiente familiar o situación psicológica, nivel socioeconómico o educacional. En Cuba no existe una alta incidencia, comparado con otros países, pero cada año se diagnostican nuevos casos.
Aunque en los últimos tiempos se ha tratado este tema en algunos dramatizados de nuestros medios, solo ha sido visto desde el ámbito familiar. No se profundiza sobre las consecuencias sociales ni se divulga lo suficiente la existencia de esta conmemoración, por ende aún existe desconocimiento social e institucional.
Lamentablemente no poseen un carné que los identifique y a primera vista puede pasar inadvertido su padecimiento. Esto trae como consecuencia que los padres tengan que apelar a la buena voluntad de las personas para valerse de los mismos derechos de otros discapacitados; aparte de la incomprensión social, quienes a veces piensan que son niños impertinentes y majaderos.
El autismo tiene un amplio espectro, que va desde las personas con un bajo nivel de desarrollo, con ausencia de lenguaje verbal, quienes requieren de mayor ayuda para llevar a cabo sus tareas cotidianas; hasta los de alto nivel, con un gran potencial cognitivo, que les permite incluirse en otras enseñanzas; por tanto es necesario fortalecer la preparación de los maestros para asumir esta labor.
Este trastorno es para toda la vida, por lo que el niño con autismo lo será de adulto, y hasta hoy no se ha previsto una institución con talleres que los prepare para la vida después de culminar la etapa escolar a los 21 años. Además, deben establecerse políticas para preparar puestos laborales para la futura integración de los que alcancen un mayor desarrollo.
Las personas que lo padecen presentan dificultad para entender los límites establecidos por la sociedad en cuanto a la disciplina y respeto hacia los demás. Al paso del tiempo, logran asimilarlo en mayor o menor medida, con ayuda de los padres y la escuela. Es un proceso muy difícil para la familia, no sólo por aprender a convivir con el autismo, sino por las consecuencias sociales que deben enfrentar. Si en su andar cotidiano se encuentra una mamá o papá y le dice: mi hijo tiene autismo, usted ya sabrá de qué se trata y si lo necesita ayúdelo.