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El Centro Martin Luther King tiene dos opciones bien definidas: su inspiración cristiana y el socialismo

Sayonara Tamayo Arjona

Para muchas personas es desconocida la existencia en Cuba de un Centro con el nombre de Martin Luther King. ¿Cuál es la raíz de su surgimiento y qué influencia tuvo MLK en su formación y en la decisión de crear un espacio como este?

Hay un trasfondo bíblico, teológico y espiritual. Es necesario partir de que Martin Luther King fue un pastor bautista negro. Nosotros formamos parte de una generación minoritaria dentro del movimiento ecuménico, pero amplia entre los bautistas cubanos.

El problema mayor que tuvimos al encontrarnos con el proceso revolucionario, es decir la nueva situación política, económica y social que se da en Cuba a partir del ´59, es la formación que nosotros teníamos hasta ese momento. Era una formación bastante cercana al fundamentalismo, si entendemos éste como un movimiento que reaccionó en algunas universidades de Europa y también en los Estados Unidos a la intención de actualizar el pensamiento bíblico y teológico desde una perspectiva contextual. Esto se agudizó a partir del año ´80, con los gobiernos que se dieron en Estados Unidos. Durante ese tiempo, el fundamentalismo asume una posición política también y es lo que algunos llaman la confluencia del fundamentalismo religioso con el fundamentalismo político de extrema derecha, que es el que hoy existe en los Estados Unidos.

Nosotros fuimos formados en ese fundamentalismo religioso, con poca participación de la mujer en la vida de la iglesia, no participación en la vida social, en la vida política, económica del país y convertir el trabajo de la iglesia en una especie de micromundo religioso. Mi vida y la de mi compañera Clara Rodés estaba dedicada enteramente a ese mundo.

La gente de un origen social humilde como el mío aplaudió mucho el triunfo de la Revolución Cubana. Antes del ´59 yo ya me sentía solidario con Fidel, con el Moncada. La Revolución comenzó a ejercer una gran influencia en nosotros y por lo tanto el marco en el que nos desenvolvíamos en el país y la simpatía que teníamos y tenemos con respecto a Fidel, nos hizo abrirnos a la nueva realidad. Poco a poco fuimos aceptando un nuevo rol de la mujer en la vida de la iglesia, incluyendo su ordenación, así como una mayor participación en la vida política, económica y social.

Existían varias organizaciones ecuménicas y entre los bautistas también. Nos identificamos con la Cordinación Obrero Estudiantil Bautista de Cuba (COEBAC). Nos fuimos formando y no pasaron diez años y ya nosotros estábamos “convertidos” a una posición patriótica, revolucionaria, con una opción socialista bien definida y una actitud antimperialista y anticapitalista. A partir de ahí nos abrimos a las reuniones del mundo ecuménico y a las de la COEBAC.

Con ese trasfondo y sobre todo a partir del año 1969, un año después de su asesinato, aparece para nosotros la figura de Martin Luther King Jr. El primer aniversario de su muerte fue conmemorado en Cuba. En nuestros encontronazos con algunos marxistas fundamentalistas y nosotros, que habíamos sido fundamentalistas también, decíamos mucho “Martin Luther King era un cristiano, bautista como nosotros. Esa es una prueba de que se puede ser cristiano y revolucionario a la vez”.

Te diría que el primer aporte que recibimos de él fue la influencia de su pensamiento y su obra en que nosotros saliéramos del micromundo religioso. Nos gustaba ir a un trabajo voluntario, pasarnos quince días en la agricultura entre cristianos que nos reuníamos para hacer eso y participar en la vida del país con todo lo que estaba sucediendo. Una de las cosas que Martin Luther King hizo fue lograr que la iglesia participara con él. No era él sólo el que salía y hacía las cosas, sino que la iglesia local donde él era pastor lo apoyaba. Eso también nos caracterizó a nosotros. Una dificultad que tenemos en el ecumenismo es que muchas veces se manifiesta entre los líderes de las iglesias, pero no siempre comprometen a las congragaciones. En nuestro caso logramos que la gente de la iglesia participara junto a nosotros, se movilizara junto a nosotros.

Cómo traducir la simpatía política hacia la Revolución con una base bíblico-teológica, fue algo en lo que Martin Luther King influyó mucho. Dedicamos muchos años a estudiar con profundidad su obra.

En 1971 vinimos para La Habana, al pastorado en la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao y en ese mismo año hicimos el primer encuentro sobre Martin Luther King entre tres iglesias que nos juntamos para ello. Así se hizo durante años hasta la década del ochenta, que se convirtieron en Jornadas Teológicas. Ya nos habíamos encontrado con el movimiento negro de Estados Unidos que nos facilitaron mucho materiales y llegaban a Cuba para participar en estas jornadas.

El año 1984 fue muy importante porque justamente, en un acto de homenaje de Martin Luther King, Fidel participó por primera vez en una celebración protestante junto a Jesse Jakcson que estaba de visita en Cuba. Cuando le di la bienvenida en el camino me puso el brazo por encima y me dijo: yo nunca he estado en una actividad de ustedes, tienes que decirme cómo me comporto. Yo le dije que hiciera todo lo que yo hacía, que no lo íbamos a poner en ninguna situación compleja. A pedido de un joven negro norteamericano habló en el culto con un breve discurso y después saludó a todos los religiosos que estaban allí, incluyendo al Cardenal Jaime Ortega y agradeció el ecumenismo que habíamos tenido. A partir de ese momento se abrió un camino de diálogo con líderes del ecumenismo cubano.

En 1985 pusimos la primera piedra de un edificio que estábamos haciendo contiguo a la iglesia. En una reunión con la directiva de Ebenezer el 25 de abril de 1987 le presenté la idea de que creáramos una organización con el nombre de Martin Luther King y así surgió el Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr.

En el momento en que surge el Centro, como ahora, la relación entre Cuba y Estados Unidos era muy cpmpleja. ¿Cómo miró el estado cubano el surgimiento de un Centro con una labor tan cercana a las luchas en los Estados Unidos?

La cantidad de personas que llegan a Cuba y nos piden venir al CMMLK no es algo espontáneo. Desde antes que existiera el Centro, a nuestra iglesia llegaban muchos norteamericanos que venían de visita a Cuba y luego hablaban de ello en Estados Unidos y la gente se iba enterando. Fuimos llamando la atención y después llegó la solidaridad y el compromiso con nuestra obra. Llegamos a tener relaciones con el Consejo Nacional de Iglesias de Cristo, con los Menonitas, con los bautistas del Norte y otras instuciones norteamericanas más. En la actualidad ellos también trabajan junto a nosotros para que más norteamericanos lleguen a Cuba.

Uno de los elementos que ha generado críticas hacia el Centro en algunos espacios religiosos es que siendo de inspiración cristiana, no niega su compromiso político. ¿Por qué es tan importante afianzarse en ese compromiso?

Cuando yo quiero resumir lo que es el Centro digo que tiene dos opciones bien definidas: la inspiración cristiana, que tiene que ver con la ética cristiana, y nuestra opción por el socialismo. Claro, para nosotros el “socialismo” tiene apellido, es este proyecto socialista, el único que hemos conocido de verdad. Nosotros nos identificamos con él, con una actitud crítica, consciente, profética. Eso es fácil decirlo a la gente cuando pregunta. Quienes llegan desde Estados Unidos muchas veces vienen predispuestos a encontrar algo radicalmente diferente a lo que han visto y oido por televisión. Para nosotros no fue difícil optar por eso porque para mí la ética social cristiana y la ética de la Revolución tienen mucha coincidencia sobre todo en la justicia social, en la igualdad de los seres humanos, en la distribución de la riqueza. Son aspectos con los cuales coincidimos. Un proyecto socialista abierto, como en sentido general ha sido el nuestro, y un pensamiento bíblico abierto como el nuestro, pueden coincidir.

Cincuenta años después del muerte de MLK hay una nueva oleada del fundamentalismo religioso desde el cual hay también un proyecto político conservador y de derecha que ya disputa el poder en varios países y en los propios Estados Unidos es representado por el presidente Donald Trump. ¿Cuán importante es en este contexto mantener vivo el pensamiento de Martin Luther King que ilumina otra participación de la iglesia en la vida social, desde la emancipación de los seres humanos?

Como había mencionado, a nosotros nos enseñaron incialmente desde el fundamentalismo a no participar políticamente. Hoy tenemos un cuadro diferente. Hoy hay partidos políticos protestantes, hay partidos políticos de inspiración católica como la social democracia cristiana. Los mismo que nos rechazaron y hasta participaron en nuestra expulsión de la Convención Bautista por nuestra posición política hoy se relacionan con muchas de estos partidos fuera de Cuba. Hoy más que nunca está vigente el pensamiento de Martin Luther King. Es muy importante para estar alerta contra todo asomo de discriminación, de racismo. Él es un signo profécito para nosotros para que le pidamos a Dios el don del ministerio profético para estar alertas de todo aquello que pueda dañar a nuestro pueblo y a la Iglesia cuando ya en Cuba hay presencia del fundamentalismo religioso con una crítica abierta a la Revolución y una loa hacia la democracia burguesa. Incluso dentro de Cuba algunos sueñan hasta con lo que yo llamo “partiditos políticos”, que es algo con lo que también tenemos que andar alertas.

Nosotros como Centro tenemos muy presentes que no somos ni estamos promoviendo un partido político, sino una participación más integral en el proceso revolucionario con una mente solidaria con la Revolución, pero desde una perspectiva crítica. Sin embargo, ninguna crítica nuestra es desde el dolor, sino desde la angustia y el deseo de que el proceso avance manteniendo la pureza del proyecto revolucionario cubano.

Una de las enseñanzas de Martin Luther King fue la importancia de organizar y movilizar a las personas. Eso es algo que también hace el Centro a través de la Red de Educadores Populares y la Red Ecuménica con presencia en todo el país. A todo ese proceso organizativo se le llama “familia en movimiento”. ¿Cuáles son las referencias para usar ese concepto?

Para eso ha sido muy importante la capacidad de convocatoria que hemos tenido, que haya mucha gente con deseos de estar y de ser parte de lo que hacemos. Esa capacidad de movilización hay que cuidarla mucho y tratar de que las Redes crezcan constantemente en todo el país con una pedagogía sabia. El día que perdamos eso, entonces lo habremos perdido todo.

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