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Entrevista a Gerardo Hernández, uno de los Cinco Cubanos, presos en Estados Unidos hace más de 10 años.

Saul Landau

Antes de su detención en 1998, Gerardo Hernández dirigía las operaciones de los demás agentes de seguridad del Estado cubano que se infiltraron en grupos violentos en el área de Miami, con el propósito de detener sus ataques terroristas contra sitios turísticos en Cuba. Tomamos notas detallada y cuidadosamente.

I Parte

¿Cuál era su misión y porqué?
En EEUU en general, y específicamente en Florida, muchos grupos organizaban y perpetraban actos terroristas en Cuba. Nosotros estábamos recolectando información sobre Alfa 66, los Comandos F-4, la Fundación Nacional Cubano Americana y los Hermanos al Rescate. Han pasado muchos años y espero que no se me haya olvidado nada, pero creo que esos fueron los principales grupos en los que estábamos trabajando (infiltrados).

¿Qué aprendió a través de su infiltración?

Lo primero que me impresionó fue la impunidad con la que operaban estos grupos, violando las propias leyes de EEUU: las Leyes de Neutralidad (de 1790) que disponen que ninguna organización pude utilizar suelo estadounidense para cometer actos terroristas contra otro país.
En el caso de Alfa 66, los agentes tomarían una lancha rápida y dispararían contra objetivos a lo largo de la costa cubana. Cuando regresaban a Miami, organizaban una conferencia de prensa y declaraban abiertamente lo que acababan de hacer.
Y si alguien preguntaba, “oiga, ¿esto no viola las Leyes de Neutralidad?”, ellos respondían, “en realidad no, porque primero fuimos a uno de los cayos en algún lugar del Caribe y después fuimos a Cuba. Técnicamente, no partimos de Estados Unidos”. Hacían esto públicamente y ninguna agencia estadounidense pedía responsabilidades.

¿En qué años?
Esto ha estado ocurriendo desde 1959. Personalmente, empecé a lidiar con esto en los años 90. Desde que estoy aquí, en la prisión de Victorville (California) hace tres años, creo que en 2005 detuvieron a un cubano en este mismo condado con un arsenal, todo tipo de armas en su casa. Y lo primero que dijo fue: “bueno, soy miembro de Alpha 66 y uso estas armas en la lucha por la liberación de Cuba”. Ésa fue su defensa.

¿Los Cinco Cubanos eran todos voluntarios? ¿Cómo se prepara uno para infiltrarse en un grupo enemigo en un país enemigo? ¿Y después actuar como si fueras enemigo de tu país y amigo de ellos?
Sí, todos voluntarios. En mi caso, no soy un militar de carrera. Estudié para diplomático. Me tomó seis años completar mi carrera en Relaciones Políticas e Internacionales. Después fui a Angola, como parte de una misión internacional voluntaria. Y mientras estaba en Angola parece que llamé la atención de los servicios de inteligencia cubanos y al regresar se me acercaron con esta misión. Dijeron, “sabemos que estudió para diplomático, pero usted sabe que nuestro país padece una situación determinada por esos grupos terroristas que vienen de la Florida a cometer todo tipo de crímenes y necesitamos que alguien vaya allí y cumpla esta misión”.

Pude haberles dicho “no, estudié diplomacia, quiero ser diplomático”, pero los cubanos, los que crecimos con la Revolución, sabemos que durante los últimos cincuenta años nuestro país ha encarado casi un ambiente de guerra. En Cuba, el que no conoce personalmente a una víctima de terrorismo, sabe del avión que explotó sobre Barbados y mató a 73 personas (octubre de 1976). ¿Quién no sabe acerca de la bomba (en 1997) que mató a Fabio di Selma (un turista italiano hospedado en el habanero Hotel Copacabana, detonada por un salvadoreño que afirmó que lo había contratado Luis Posada), por mencionar sólo un par de ejemplos? Hubo una guardería infantil que los contrarrevolucionarios incendiaron con un tanque de gas. Estos hechos forman parte de la conciencia cubana. Entonces les dije a los oficiales de inteligencia, “Sí, estoy preparado para cumplir esta misión”.

¿Cómo lograron infiltrarse en esos grupos? ¿Cómo convencieron a gente como José Basulto (dirigente de Hermanos al Rescate), por ejemplo?
Para los cubanos en este país todo está conectado. Los cubanos en Estados Unidos tienen grandes privilegios, privilegios que no tiene ningún otro ciudadano en el mundo. Los cubanos pueden llegar por cualquier vía, incluyendo pasaportes falsos, y lo único que tienen que decir es “vengo en busca de libertad”, e inmediatamente Estados Unidos les da todos los documentos que necesitan. Así, en el caso de Basulto, por ejemplo, uno de nuestros colegas que se infiltró en los Hermanos al Rescate originalmente había “robado” un avión de Cuba. René (González, otro de los Cinco Cubanos) voló en su avioneta hasta aquí y, como de costumbre, lo recibieron como a un héroe. Recibió muchas atenciones y luego se unió a los Hermanos. Su trabajo era recolectar información sobre esa organización.

Si me pregunta cómo, yo diría que usamos como métodos para la infiltración los mismos privilegios que reciben todos los cubanos cuando llegan a este país; incluso los que secuestraron a otros con ellos, que han secuestrado aviones, o que han puesto una pistola en la cabeza del piloto. Observe a personas como Leonel Matías, que (en 1994 secuestró un bote en Cuba y mató a un oficial naval en el proceso) asesinó a alguien en un bote, llegó aquí en ese bote, con esa pistola e incluso se descubrió el cadáver. Pero a pesar de todo esto, no tuvo que enfrentarse a ningún proceso en el sistema de justicia estadounidense. A esas personas se les perdona automáticamente. Entonces, usando precisamente este tipo de ventajas conseguimos introducirnos a cierto nivel en esas organizaciones.

Cuando menciono a los Hermanos al Rescate, algunos pensarán, “ésta es una organización humanitaria que rescató balseros”. Al contrario, si sus actividades se limitasen a rescatar balseros no tendrían problemas con las autoridades cubanas. Lo que la gente no conoce es que José Basulto, cabeza de esa organización, posee un largo historial terrorista. Fue entrenado por la CIA y se infiltró en Cuba en los 60. En 1962, llegó a Cuba en una lancha rápida y disparó contra la costa cubana, incluyendo un hotel. Hasta Basulto, con esta historia conocida, no tenía problemas mientras limitaba sus acciones a rescatar balseros. En 1995, sin embargo, Estados Unidos y Cuba firmaron acuerdos migratorios especificando que los botes interceptados en el mar no se llevarían a Estados Unidos, sino que se devolverían a Cuba. En ese momento, la gente dejó de contribuir con dinero a Basulto y a su organización porque dijeron, “¿para qué vamos a dar dinero a la organización de Basulto si cuando llame a la guardia costera, simplemente van a devolver a los balseros a Cuba?” Basulto, al ver que su negocio estaba en peligro, inventó esta intrusión (en 1995) del espacio aéreo cubano como manera de que la gente le siguiera donando dinero. Presentó esta evidencia en nuestro juicio. Si la prensa no ha querido poner mucha atención a esto, bueno, no quieren tocar tal material, no les incumbe. Me refiero a los medios de comunicación corporativos. Los documentos muestran enteramente cómo Basulto y los Hermanos al Rescate probaban armas artesanales para introducirlas a Cuba.

Cuando Basulto testificó en nuestro juicio (2001), nuestros abogados le preguntaron qué pretendía hacer con todas esas armas. Todo está en la grabación del juicio, aunque nadie quiere prestarle atención. La gente tiende a hablar de los Hermanos al Rescate como si fueran una organización humanitaria, omitiendo la parte sobre el terrorismo; de la misma manera que omiten el hecho de que el FBI también se infiltró en esa organización. El FBI tenía a alguien dentro del grupo dándoles información sobre las actividades de los Hermanos. ¿Por qué iba a penetrar el FBI en una organización humanitaria?

Parte II

¿Y Usted personalmente conocía a algunos de estos terroristas?, como usted los llamaba.

No. Vi a algunos. Pero no tuve contacto. Se acusa a algunos de nosotros [los Cinco] de haber sido agentes ilegales. En el caso mío, yo tenía una identidad falsa, Manuel Viramontes. Yo recopilaba información que me daban los agentes que mantuvieron sus propias identidades, como en el caso de Rene González. El mantuvo su propio nombre. El robó un avión de Cuba. Alguien así cuenta con la confianza como para poder acercarse a una organización. En el caso mío no, porque soy una persona que ni siquiera tengo una historia verídica. Mi función era recopilar la información que ellos me daban y enviarla para Cuba.

¿Usted trabajo durante el día como diseñador grafico, no?
Era más bien trabajo por cuenta propia. Al menos era mi historia, ¿no? Llegue a hacer algunas ilustraciones para algún periódico, pero era básicamente una historia para salvar la imagen.

¿Entonces tú supervisabas a los demás que habían infiltrado a los grupos? Explique como se hace.
No es muy conveniente dar muchos detalles, ¿no? En los récords del caso está documentado que había una serie de agentes que tenían acceso a determinadas organizaciones [terroristas]. Su función era precisamente proteger a Cuba determinando de antemano los planes [terroristas] de estas organizaciones, y previniendo a Cuba.

Rene por ejemplo estaba en Hermanos de Rescate, se enteraba, Basulto hizo un comentario de que tienen un arma listo para probar con unos blancos en los Everglades. Lo están disparando y tiene una buena efectividad. Y el plan es buscar un lugar en Cuba donde se pueden descargar. Me avisaba por un sistema de comunicación que teníamos previamente acordado, digamos un beeper. Yo atendía a su llamada, acordábamos en vernos también con un lenguaje previamente acordado. Nos veíamos en un lugar después de tomar todo una serie de medidas y el me decía: “Mira está pasando esto, están probando un arma que quieren introducir en Cuba.” O “Alfa 66 está planeando una expedición. Se quieren acercar a las costas de Cuba otra vez a disparar.” O “Están pensando poner una bomba en un avión que viaje de Centroamérica a Cuba para afectar el turismo.” ¡No estoy inventando nada! Entonces les instruía en como buscar más información sin tomar riesgos innecesarios. Y mandaba información para Cuba y Cuba me respondía, “Es necesario hacer esto, hacer lo otro, buscar información por esta vía, por la otra.” Básicamente ese era el trabajo.

¿Me puede describir en detalle el día que fue arrestado por el FBI?
Bueno, fue un sábado [12 de septiembre, 1998]. Yo estaba durmiendo. Eran apróximadamente las 6 de la mañana. Yo vivía en un apartamento, en un edificio, era bastante pequeño, de un cuarto. Mi cama estaba bastante cerca de la puerta, precisamente por ser pequeño. Recuerdo haber escuchado que alguien estaba forzando la cerradura, dentro del sueño. Apenas me dio tiempo de reaccionar porque sentí un estreno bien grande porque tumbaron la puerta. Era un team SWAT. Prácticamente eso no me dio tiempo ni de sentarme en la cama y estaba rodeado por personas con ametralladoras y con sus cascos, y todo se ha visto en las películas. Me arrestaron, me levantaron de la cama, me esposaron, me revisaron la boca. Parece que habían visto muchas películas de James Bond y pensaron que yo iba a tener cianuro en la boca. Me revisaron la boca para ver si no me iba a envenenar. Les pregunté porque me estaban arrestando, y me dijeron: “Tú sabes por qué.” Me montaron en un carro y me llevaron para el cuartel del General del FBI en el Sur de la Florida que está en la Avenida 163, allí en Miami. Allí comenzó el interrogatorio. Pero el arresto fue así como le digo.

¿Y te pusieron en “la caja”?
En el cuartel del FBI estuvimos un tiempo cada uno en oficinas separadas. Me sentaron en una oficina, me esposaron las manos a la pared. Allí me interrogaron. Tuve el “honor” de que viniera a verme Héctor Pesquera. El era el director del FBI del Sur de la Florida, y era puertorriqueño. Y la identidad que yo tenía era de puertorriqueño también; Manuel Viramonte era supuestamente puertorriqueño también. Le dije que era de Puerto Rico y él me empezó a hacer preguntas sobre Puerto Rico. Todo tipo de pregunta. ¿Quién era el gobernador en este año? ¿Donde tú vivías? ¿Qué guagua tú cogías para ir para la escuela? ¿Por dónde cogías? Y cuando el vio que yo se las respondía, se molestó bastante. Le dio un puño a la mesa y dijo: “Sé que eres cubano y que te vas a podrir en una prisión porque Cuba no va a hacer nada por ti.” Entonces, no el específicamente, pero ya los otros que tomaron parte en el interrogatorio empezaron a hacer todo tipo de oferta. Me decían: “Tú sabes como es este negocio. Tú sabes que eres oficial ilegal, y lo que dice el libro es que Cuba no va a reconocer que ellos te mandaron para acá con un pasaporte falso. Cuba no va a poder hacer eso, así te vas a podrir en una prisión. Lo mejor que tú haces es cooperar con nosotros te ofrecemos lo que tú quieras. Te cambiamos la identidad, cuentas en el banco…” Lo que uno quiera, para que traicionara. Me decían: “Aquí está el teléfono. Llama a tu Cónsul.” Todo tipo de estrategia para que uno traicionara. Eso pasá a “los Cinco” cada uno por separado. Posteriormente nos llevaron a la prisión, al Centro de Detención Federal, en Miami, y donde nos ponen en lo llamado “el Hueco.”

¿Por cuánto tiempo?
Diecisiete meses. Los primeros cinco meses fueron bastante difíciles para “los Cinco,” por supuesto. Los que teníamos identidad falsa no teníamos nadie a quién escribir, ni nadie que nos escribiera, ni nadie a quien llamar por teléfono. A cada cierto tiempo nos tocaba una llamada telefónica y los guardias venían y abrían una ventanilla en la puerta y ponían el teléfono allí. ¿“No vas a llamar? ¿A familia allá en Puerto Rico?”
“No,” decía yo, “No voy a llamar a nadie.”
¿“Pero por qué no llamas?” me decían para mortificar, porque ellos sabían que uno no era puertorriqueño y que no iba a usar el teléfono. Fueron meses bastante duros.

¿Describe el Hueco?”
Es un área que tiene cada prisión, para disciplinar a los presos, o en casos de protección cuando no pueden estar con el resto de la población. En Miami era un piso; el piso 12. Son celdas de 2 personas, aunque hay quien está de manera individual. Nosotros, los primeros 6 meses, estuvimos solos, cada uno en una celda individual -sin contacto ninguno. Posteriormente nuestros abogados tomaron algunas medidas legales para que se nos permitiera vernos de dos en dos. Pero esos primeros 6 meses estuvimos en “solitario,” con unas duchitas dentro de la celda para bañarse cuando quisiera. Pero así te mojas toda la celda cuando te bañas. Allí uno pasa las 23 horas del día. Y hay una hora diaria de recreación en la que lo sacan a uno de la celda y lo llevan para otro lugar. En Miami era prácticamente otra celda, pero un poco más grande y con unas rejillas, que se podía ver un poco del cielo. Sabías si era de día o de noche, y entraba aire fresco. Esa era la llamada “recreación”. Muchas de las veces no íbamos porque tomaba mucho tiempo en lo que esposara a uno, lo revisen, que le revisen a su celda, que lo lleven. A veces estuvimos todos juntos en la misma celda y podíamos conversar. El régimen era muy estricto. Se usa para disciplinar a los presos, como castigo por haber cometido una indisciplina grave. Estábamos 23, a veces 24 horas del día dentro de cuatro paredes bastante pequeñas y sin nada que hacer. Es bastante difícil del punto de vista humano. Muchas personas no podían resistir. Veías como perdían sus mentes, dando gritos.

¿Usted hizo algo malo?
Para allí fuimos desde el principio. Ellos dijeron que era para protegernos del resto de la población. Pero en mi opinión, tiene que ver con intentos de que nosotros cambiáramos de “orilla,” que traicionáramos. Cuando no funcionó el miedo ni la intimidación, pensaron: “bueno, vamos a ponerlos unos cuantos meses allí en solitario a ver si no cambian de opinión.”
Lo único que se podía leer era la Biblia, y había que hacer una solicitud por escrito al chaplain. Hice la solicitud, para tener algo que leer y pedí una Biblia. Cuando me la traen no sé si era una gran casualidad o no pero tenía adentro algunas tarjetas, entre ellas con los teléfonos del FBI. Por si acaso que se me había olvidado, ¿no? Como diciendo, “Bueno, si este hombre que es comunista está pidiendo una Biblia… es porque está a punto de virarse. Me imagino que haya sido la forma en que ellos estaban pensaban, en el medio de su esquema, de su prejuicio.

Saul Landau es escritor, periodista, realizador de documentales y académico estadounidense cuyo trabajo se ha centrado en gran medida en América Latina. Actualmente está realizando (con Jack Willis) un documental sobre los Cinco Cubanos. Sus trabajos están disponibles en DVD en roundworldproductions@gmail.com. Es miembro del Institute for Policy Studies y autor de A BUSH AND BOTOX WORLD (Counterpunch A/K).

Artículo original: http://www.counterpunch.org/landau04172009.html

Traducido por Ulises Juárez Polanco (www.juarezpolanco.com) y revisado por Caty R. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

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